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miércoles, septiembre 21, 2022

Las tierras raras y el viejo nuevo Imperio

Armando Moreno Sandoval

Sabe Ud. ¿qué son las tierras raras? Ummm es muy posible que el lector se rasque la cabeza cavilando qué diablos es eso!


Pues bien. En días pasados la presidenta de la ComisiónEuropea, la señora Úrsula Von der Leyen, les decía a los asistentes de la Unión Europea que esta estaba rezagada frente a la extracción y al procesamiento de las tierras raras que, según los expertos, serán más importantes que el petróleo y el gas. Afirmaba también que estaban dependiendo energéticamente de otros. Ponía como ejemplo el gas ruso.

Si bien estas palabras hacían referencia al presente, el futuro que predecía era más incierto y negro.

La angustia que envolvían las palabras de la señora Úrsula Von der Leyen es que hacia un futuro cercano las tierras raras y otros minerales — como el litio, cobalto, titanio, bauxita— serán las materias primas que se van a utilizar para llevar a la cabo la transición energética hacia un mundo menos contaminante, más limpio.

Pero las tierras raras y los otros minerales no solo son para llevar a cabo la tan inevitable revolución verde, pues sin ellas sería imposible, sino que serán claves para la industria militar, aeronáutica, automotriz, espacial. Solo para que el lector tenga una idea, actualmente estas materias primas se usan para desarrollar chips para la realidad virtual, células de almacenamiento para instalaciones solares y todo lo digital que está en boga. Es más, el avance tecnológico que ha tenido, y que tendrá, el computador que usa, la tele para ver sus programas favoritos o el celular que tiene en sus manos, sería imposible sin estos minerales. etc, etc. Para decirlo en otras palabras: es el futuro.

Así como el petróleo generó toda una tecnológica para extraerlo y procesarlo, las tierras raras y los otros minerales requieren de nuevos conocimientos. Y es en este punto donde los organismos de la Unión Europea encargados de monitorear qué hacen los otros, terminaron dándose cuenta de que estaban quedándose rezagados del nuevo tren del progreso.

En este monitoreo de los organismos de inteligencia para fisgonear adelantos científicos y tecnológicos, descubrieron que el problema, como pasó con el petróleo y otras materias primas, no es dónde están los yacimientos, sino quién controla la actividad extractiva y su procesamiento. Lo que en nuestro entorno se conoce como cadena productiva: extracción, refinado, transformación y reciclado.

Aunque la recomposición de un nuevo imperialismo a través de una guerra mundial no es descartable, lo cierto es que por ahora el nuevo imperialismo se está dando por la vía de la ciencia y la tecnología. El ejemplo del petróleo es bien patético. El ayer enseñó que quienes tenían el petróleo eran los países pobres y miserables, pero quienes se beneficiaron de el fueron quienes desarrollaron la tecnología para extraerlo y refinarlo.

Esta historia con el petróleo es la misma que se está repitiendo con las tierras raras y los otros minerales.

El lio es que esta nueva realidad ha empezado a generar nuevas dependencias que puede estar atada a cualquiera de las distintas fases del proceso productivo. Un informe de la Comisión Europea del año 2020 demostró que, en el caso de las tierras raras, China roza el 90% del procesamiento global. Frente a las otras materias primas, China también es el primer procesador de titanio (45%), fósforo (74%), escandio (66%), entre muchos otros; y como si fuera poco también es el primer extractor de antimonio (74%), baritina (38%), fluorita (65%), etc. Ni hablar de lo qué están haciendo con el Hidrogeno.

Es muy posible, que, si Rusia no hubiese invadido a Ucrania generando una guerra insensata, la Unión Europa no se hubiese percatado de la ventaja que en estos nuevos temas les lleva la China al mundo.

¿Y Latinoamérica?

Existe una verdad irrefutable. Latinoamérica de lo que va de este siglo XXI, y parte del XX, ha estado gobernada, en su mayoría, por gobiernos de izquierda denominados progres. Lo paradójico es que esta izquierda la ha hundido en los mismos males que criticaban cuando decían que todo se debía al imperialismo yanqui: desempleo, hambre, miseria y más pobreza.

Latinoamérica ha dejado de existir para el mundo globalizado. No obstante, la gente sigue creyendo en las quimeras que le vende la izquierda progre. ¿Los han vuelto ciegos? Pero como dijo la señora Ursula Von der Leyen: “En la vida no basta con tener razón; es necesario que te la reconozcan”.

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