Armando Moreno Sandoval
PALLARES-BURKE,
María Lúcia: La nueva historia. Nueve
entrevistas. Valencia: Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2005,
299 págs.
La
insularidad idiomática que caracteriza a Latinoamérica impide, en la mayoría de
las veces, estar al tanto de la frontera del conocimiento o de lo que se produce
académica e intelectualmente en países con idiomas distintos al español.
Este
es el caso de las entrevistas que realizó durante más de tres años —agosto de
1996 a noviembre de 1999— la profesora María Lúcia Pallares-Burke del Centre of Latin American Studies de la
Universidad de Cambridge. Las entrevistas hechas a nueve destacados
historiadores fueron publicadas inicialmente en portugués en el cuaderno
«Mais», Folha de S. Paulo, Brasil. Pero,
la versión en libro y en el mismo idioma solo apareció en el 2000 y su
traducción al español en el 2005. No obstante, hace escasamente un año
arribaría a algunas librerías colombianas.
Si
la primera mitad del siglo XX puede considerarse como el inicio de una
revolución en la forma de pensar y escribir la historia, revolución esta que empezaría
desde la fundación de la revista Annales en
1929, algo parecido podría decirse también de lo que aconteció con el que hacer
de la historia durante la segunda mitad del siglo XX.
Aunque
nombres como Marc Bloch, Lucien Febvre —fundadores de Annales—, Jacques Le Goff, Georges Duby nos llevan a la primera
mitad del siglo XX, pues nos son excesivamente familiares, este libro de la
profesora Pallares-Burke es un encuentro con los historiadores de la segunda
mitad del siglo XX que también revolucionaron la forma de pensar y escribir la
historia y que la critica historiográfica europea ha dado en llamarla La nueva historia.
Aunque
La nueva historia en Colombia la
asociamos con el historiador Jaime Jaramillo y sus discípulos —como lo fueron
Germán Colmenares, Margarita Garrido, Jorge Orlando Melo, Marcos Palacios— poco
tiene que ver con La nueva Historia que
nos alude la profesora Pallares-Burke. Incluso, muy distinta, de aquella que se
consolidó a comienzos y durante la primera mitad del siglo XX alrededor de la
revista Annales.
Esta,
La nueva historia, hace referencia a una generación de
historiadores que, a pesar de que están en el ocaso de sus vidas, han pasado
inadvertidos en las facultades de Ciencias Humanas de las universidades
colombianas y me atrevería a decir, también, latinoamericanas.
Estos
historiadores son en su orden cronológico, del más veterano al más joven, Jack
Goody, Asa Briggs, Natalie Zemon Davis, Keith Thomas, Daniel Roche, Peter
Burke, Robert Darnton, Carlo Ginzburg y Quentin Skinner. Amén de otros
historiadores que, aunque no están en esta lista, también han estado en el
olvido en los cursos de antropología, historia y sociología de las facultades
de Ciencias Humanas en Colombia como es el caso del sinólogo británico Jonathan
D. Spence.
La
pregunta que surge es: ¿por qué estos nombres han pasado desapercibidos en la
formación de las nuevas generaciones de estudiosos de las Ciencias Humanas? La
respuesta es sencilla: porque sus planes de estudios aun siguen presos de la
generación de sociólogos, historiadores y antropólogos que hicieron gigantes a
estas disciplinas en la primera mitad del siglo XX. Léanse M. Weber, E.
Durkhein, B. Malinowsky.
Aunque
pareciera que el interés de este escrito
fuese hacer una crítica historiográfica a las disciplinas de las
Ciencias Humanas, pienso que no sobra. Más bien, si es un abrebocas para
preguntarnos por qué valdría la pena leer este libro. Existen muchas razones.
No voy a enumerarlas todas. Pero para mí, la principal es que ofrece a
cualquier estudioso de las Ciencias Humanas herramientas de carácter teórico y
metodológico para repensar el oficio de la antropología, la sociología y la
historia. Suficientes para preguntarnos el por qué esta revolución en la forma
de pensar y escribir la historia ha pasado desapercibida.
Pero
si alguien me preguntara por qué este libro de entrevistas de la profesora
Pallares-Burke, diría, y es un consejo que doy a mis estudiantes, es que antes
de aventurarse a leer la obra del autor, primero lean el autor. Porque a través
del autor, el estudioso ha de encontrar ese mundo subjetivo que motivo a ese
antropólogo, historiador o sociólogo a
escoger el oficio.
Como
este consejo de Robert Darnton, gran historiador del libro y de la lectura, que
decía a sus alumnos no echar en saco roto aquella otra literatura que a manera
de crónicas retrataban el bajo mundo del crimen. Insumo más que necesario,
según él, para pensar en el oficio de la escritura de la historia.
Pero
más allá de esa subjetividad que podemos encontrar en quien ejerce el oficio de
historiador, antropólogo o sociólogo, es que este libro es maravilloso por otra
sencilla razón. Es una fiesta de los saberes. Nos enseña que cualquier oficio
de las Ciencias Humanas sería imposible
si, quien lo va a ejercer, hace omisión del dialogo con otros saberes:
literatura, arte, política, ciencia, sociología, historia, antropología.