El tolimense chaparraluno José María Melo está de regreso desde que el presidente Gustavo Petro hace unos meses dijo que tocaba repatriar sus restos. Es el único expresidente que no está en suelo colombiano. Las voces en pro y en contra no se han hecho esperar. Hasta en Chiapas (México) donde murió ejecutado la madrugada del 1 de junio de 1860 por un pelotón de fusilamiento han tomado partido. De aquí no lo sacan, han dicho los lugareños. Lo consideran en esas tierras lejanas un héroe.
Mientras
las voces melistas se ponen de acuerdo, cierto es, que la historiografía
tampoco lo está en cuanto a su pensamiento. Pues el ilustrísimo general Melo,
que se sepa, prácticamente no dejó nada escrito como sí lo hicieron otros
contemporáneos suyos como Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Salvador
Camacho Roldán, José Manuel Groot, Aníbal Galindo y pare de contar porque la
lista es larguísima.
No
obstante, existe en el ámbito historiográfico una obra que puede considerársele
fundacional ya que fue publicada en mayo de 1980, hace 44 años. Se trata la que
escribió el chaparraluno Darío Ortiz Vidales: José María Melo. La razón
de un rebelde.
Vidales
es de los pocos intelectuales que ha dado el Tolima. Siendo muy joven, recién
graduado de antropología en la Universidad Nacional de Colombia, lo conocí en
Ibagué en compañía de excombatientes del M-19. Ese mediodía en un restaurante
en la mitad de la calle 13 entre carreras 3 y 4 comimos frijoles con pezuña de marrano.
De una erudición arrolladora, ese medio día hablaba del futuro del M-19. Con el
correr de los tiempos, siendo ya profesor de la Universidad del Tolima,
viéndolo bajar por la carrera 3 hacia la calle 15, me preguntaba cómo un hombre
de conocimiento tan universales estaba atrapado por el licor.
Ahora
que he leído de nuevo su libro, no entiendo cómo diablos para comprender el
siglo XIX, este texto de Melo que nos ha dejado para la posteridad no es de
consulta obligada por los colombianos, los tolimenses y el mundo.
El
Melo de Ortiz Vidales tiene una lectura cadenciosa y tiene la virtud de dejarse
leer sin contratiempos. Mas que retratarnos un Melo de carne y hueso, a la
manera como se deben escribir las biografías, lo que se encuentra es un Melo
que está inserto en la época que le tocó vivir.
Como
de Melo no sabemos cuál era su manera de pensar, Ortiz Vidales en vez de
especular, lo que hace es contextualizarlo en la época. Por ello, en su primera
etapa de su vida, la de sus primeros veinte años, lo ubica peleando al lado o
bajo las órdenes de Simón Bolívar en las guerras de Independencia.
Para
ubicarlo en la época recurre a terceras personas. Algunas de ellas que estuvieron
al lado de él, y otras, que sin haber sido participes en las batallas se
atrevieron a dar cuenta de los hechos.
Otra
de las épocas de Melo y qué poco da cuenta Vidales por carecer de fuentes escritas
es cuando emigra desterrado hacia Europa, viviendo allí ve de primera mano los
estragos que estaba causando la revolución industrial. Todo hace suponer que
esa cotidianidad lleva a Melo a tomar partido por los desposeídos. Y es cuando
uno entiende por qué a mediados del siglo XIX se alía con los artesanos para
promover el levantamiento contra el libre comercio que la naciente burguesía
neogranadina quería implantar e implementar.
La
manera como Vidales da cuenta de lo que estaba pasando a mediados del siglo
XIX, es a mi manera de ver de una síntesis majestuosa. Nos explica cómo el
libre comercio contra viento y marea dinamiza la economía, destruye las
antiguas formas de producción y, como si fuera poco, da cuenta cómo fue el
surgimiento del proletariado.
Si
alguien quiere comprender ese periodo, Vidales, explica, echándole mano al
marxismo, cómo la abolición del monopolio del Estanco del Tabaco es la causante
de la consolidación de una burguesía y de un proletariado que quiere romper con
las cadenas del pasado. Es decir, con las antiguas formas de producción. Ya que
al liquidarlas liberó al indígena, al campesino de las relaciones de producción
y ya libres de ataduras salen en manada para vender la fuerza del trabajo al
mejor postor.
Leyéndolo
uno entiende cómo la liberación de los esclavos era una exigencia de la naciente
burguesía, ya que al abolirse el monopolio del tabaco da paso al surgimiento
de la libre empresa y a la demanda de una mano de obra asalariada. Es lo que
explica la necesidad de una sociedad sin esclavos. Igual pasó con la
liquidación y la apropiación de las tierras comunales y los ejidos. Era
necesario liberar esa mano de obra de esos medios de producción precapitalistas
ya que los nuevos entornos productivos los esperaban con los brazos abiertos. Ahí
están el comercio globalizado, la navegación a vapor, las fábricas, etc., etc.
Esta revolución que pudiera llamarse burguesa es la que genera a mediados del siglo XIX el inconformismo de quienes querían seguir atados al pasado. Pues las nuevas formas de producción que el libre comercio y la libertad de empresa generó, pues tenía que arrasar y destruir lo antiguo, es que aparece Melo junto a los artesanos para reivindicar exigencias como la de “Pan, trabajo o muerte”. Consigna que tuvo que generarle recuerdos en su pasado andariego por Europa, cuando los tejedores de Lyon (Francia), a decir de Vidales, enarbolaban pendones con el lema “vivir trabajando o morir luchando”. Pues el libre comercio destruía la economía artesanal a cambio de productos importados y, de paso, generando una mano de obra suelta y libre que la naciente burguesía necesitaba
Es
en defensa del antiguo modo de producción, y como magistralmente lo explica
Vidales en su libro, Melo con los llamados “democráticos” y los artesanos, y
ante la falta de decisión del entonces presidente de la República el general
José María Obando para salir en defensa de los más débiles, decide deponerlo a
través de un golpe de Estado. Interpretado por algunos como una “dictadura
social” que arranca con una guerra civil a partir del 17 de abril hasta el
4 de diciembre de 1854.
Vidales
cree que Melo por estar defendiéndose con su ejército, los artesanos y los
“democráticos” no pudo gobernar. Una situación como la que enfrentó era
imposible saber qué pretendía.
Derrotado
Melo por las fuerzas militares de la burguesía naciente y de los políticos
amangualados a ella es que tiene que salir de nuevo desterrado. Los seis años
siguientes que le quedan de vida, por los testimonios de quienes lo vieron o
escucharon hablar de él, se le ve participando activamente como militar en los
países de Centroamérica.
Vidales
dice que de ese periodo se sabe poco. Algo así como titulares de prensa como
cuando se le ve tomando bando al lado del presidente mejicano Benito Juárez para
luchar contra William Walker, el mercenario gringo que quiso anexar a Centroamérica
al naciente imperialismo del norte.
Aparte
de las interpretaciones y controversias que genera el general Melo, lo que
interesa por ahora es que en menos de dos años han salido dos libros que honran
su memoria. Uno de ellos es el de José Evelio Páez Bonilla: General José
María Melo. Prócer, Adalid, Precursor, Héroe, editado en el 2023. El
más reciente es el de Heladio Moreno Moreno: General José María Melo, el
rayo de América. La presencia de la masonería en las guerras de Independencia,
editado este 2024.
Libros
que, por supuesto, tendrán su espacio en la Feria del Libro de Bogotá.