Armando Moreno Sandoval
Por ahora, según las encuestas, Gustavo Petro
es imbatible.
En estos tiempos de la postverdad la
gente ya ni siquiera creen en las matemáticas. Hacer sumas y sacar porcentajes
pareciera que fuera una perdedera de tiempo ya que el individuo al convertirse
en rebaño tiene como verdad lo que le imponen y lo que cree. Pues en
este siglo XXI más que el argumento o la razón son las emociones, el delirio,
el fanatismo.
Sin ánimos de aguarle las creencias a los
fanáticos de la derecha o de la izquierda tengo un montonón de dudas respecto
al futuro de este circo llamado Colombia.
En el año del 2002 las torpezas de las Farc y
de la izquierda reaccionaria y ortodoxa llevaron a la presidencia a Álvaro
Uribe. Fue esa izquierda la que empujó a la gente a virar hacia gobiernos de
derecha (incluyendo el de Juan Manuel Santos). Ahora, veinte años después, en
este 2022, las encuestas, los medios y la derecha misma parecería que estuvieran
empujando a Petro al triunfo.
Nadie sabe qué hay detrás de las encuestas.
Solo quienes las diseñan saben por dónde va el veneno y cuáles sus intenciones.
La verdadera encuesta, y que es indiscutible,
es la que se realiza el día de las elecciones.
Si tomamos los votos válidos del 13 de marzo
para el Senado (15.222.291) y sustraemos los 2.302.847 del Pacto Histórico, más
lo del Centro Esperanza (2.159.465) y Equipo por Colombia (3.989.642), la resta
es una votación de electores rebeldes (3.488.426) que, seguramente, al no haber
votado en las consultas presidenciales, lo estarían pensando para la primera
vuelta presidencial.
La duda que asalta es cómo se van a comportar esos
3.488.426 electores en la primera vuelta presidencial del 29 de mayo, o, si las
encuestadoras de tanto equivocarse van a salirse con la suya: que Petro arrasaría
en primera vuelta.
Los votos de la consulta presidencial por el
Centro Esperanza (2.159.465) y del Equipo por Colombia (3.989.642), que sumados
arrojan 6.149.107 votos válidos, sugiere que mientras los candidatos ganadores de
estas consultas tienen que hacer maromas para llevar electores a sus toldas, el único
con votos asegurados es Gustavo Petro, candidato del Pacto Histórico, con
5.584.758 votos válidos.
Más allá de la votación que obtuvo el Pacto
Histórico, lo cierto es que los electores tienen un “pero”.
El colombiano más que ser un
individuo antisistema o antidemocrático, se caracteriza es por ser antigobierno
cuando está por fuera de la rosca. Si no cómo se explica la corrupción como
medio para ascender económicamente. El ejemplo más patético es el departamento
del Chocó. Se olvida que en años anteriores con la descentralización administrativa
quienes se robaban el presupuesto de los municipios, con la venía del
populacho, eran los alcaldes y la burocracia municipal. Ya se olvidó que la
famosa ley 550 fue creada por el Estado para intervenir las entidades
descentralizadas y sanear sus finanzas.
Otro desmadre del colombiano es su manera de
pensar a la hora de dar el voto. Quienes piensan votar por Petro suelen afirmar
que lo hacen para que se arregle o se acabe este país. Y quienes piensan votar
en contra suelen afirman que más vale malo conocido que bueno por conocer.
Laureano Gómez |
Esta ultraderecha, que no tiene
nada que perder, entiende que, si Petro sale con un chorro de babas, el chance
de ser gobierno dentro de cuatro años estaría a la vuelta.
Y no es raro que esto suceda. Así como hace 20
años la Farc y la izquierda reaccionaria llevaron a laderecha al poder, cuatro
horribles años del gobierno de Petro sería la tormenta perfecta para que la ultraderecha
se haga con el manejo del Estado.
A excepción del ultraconservador ultraderechista
Laureano Gómez que fue presidente entre el 7 de agosto de 1950 y el 5 de
noviembre de 1951, Colombia casi no ha sido gobernada por esas ideas. Lo cierto
es que la ultraderecha en el mundo está de moda y en ascenso.
Si no creen pregúnteles a los civilizados
franceses donde la ultraderechista Marie Le Pen perdió ganando el pasado 25 de
abril.
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