Armando Moreno Sandoval
Publicado en El Puente, Honda, año 10, No 115, noviembre-diciembre de 2008, p. 3
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convertiría en la primera potencia del mundo. En 1949, Harry Truman, en aquel entonces presidente de los Estados Unidos, en una conferencia en las Naciones Unidades invitaba al mundo a seguir la senda del desarrollo y el progreso.
Un año después a Colombia llegaría el profesor norteamericano Lauchin Currie. Traía consigo la idea de que el país debía industrializarse. Para ese entonces, el profesor Currie había pensado que para no despoblar totalmente el campo era necesario crear enclaves agroindustriales encaminados a generar un equilibrio entre los polos industriales y las pequeñas regiones. En el Tolima sólo Espinal y Armero fueron las llamadas a cumplir dicha labor.
Aunque Armero desde comienzos del siglo XX había tenido un desarrollo agroindustrial incipiente, es a partir de la segunda mitad del siglo XX que se convierte en la fuerza centrífuga que jalonaría la región del norte del Tolima. Tan así que el mismísimo James Carter, expresidente de Estados Unidos, en un periplo por las tierras de Armero le vaticinaba un futuro agroindustrial sin precedentes. Y no se equivocó.
La importancia de Armero es tal que, al igual que la Inglaterra del siglo XIX, logró crear clases sociales bien diferenciadas. Así como había clase obrera también desarrolló una elite económica y política que enfilaba todos los esfuerzos para que la región fuera cada día más próspera.
Con la tragedia del 13 de noviembre de 1985 y al desaparecer Armero, la fuerza centrífuga desaparecería sumiendo la región en el caos. Hoy 23 años después el norte del Tolima no encuentra la brújula. La razón consiste en que la elite social y económica que tenían los ideales del progreso y el cambio ha desaparecido. Si la región no ha podido forjar una nueva elite económica y social es porque quienes están llamados a trazar las directrices del cambio y del progreso —como es la clase política— han sido inferiores a los retos de la región.
Es por ello que casi un cuarto de siglo después, lo que se ha acentuado en la región es una dirigencia política con vocación al subdesarrollo, a la miseria y al atraso. Si no es así cómo explicar que las exenciones tributarias y arancelarias que había dispuesto el Estado para reactivar económicamente la zona afectada por la erupción del volcán del Ruiz no hayan sido aprovechadas. Una dirigencia política que fue incapaz de aprovechar el paternalismo del Estado para sacar adelante la región.
Triste señalar que de esa dirigencia política que tuvo Armero, la que existe hoy en día en el norte del Tolima es una fría caricatura carente de ideas y de propuestas. El ex político Ramiro Halima Peña, quien por más de treinta y cinco años le sirvió a la región y a su gente, argumentaba que más que ser concejal, alcalde, diputado o senador se necesitaba el don de la vocación.
No obstante, existe cierta unanimidad en señalar que de todos los municipios que conforman el norte del Tolima, Mariquita es el que ha tenido mayores cambios sociales y económicos. Quien mejor sintetiza este cambio es un amigo mío culto y adinerado que llegó a Mariquita hace más de cincuenta años. Decía él que si Mariquita ha visto prosperar a su gente económicamente la misma suerte no la ha tenido como municipio. Pues los negocios prósperos, los y las amantes, las casas lujosas, los buenos carros, el buen whisky y el derroche de dinero por doquier contrastan con los cinturones de miseria, la falta de un buen acueducto y alcantarillado, la ausencia de campos deportivos, de parques recreativos y, ante todo, la falta de una política agenciada desde la alcaldía para generar más empleo y desarrollo.
Este contraste entre una administración adormilada y un sector privado que avanza a zancadas, explica que lo que se está necesitando es una dirigencia política que esté a la altura de lo que es Mariquita hoy en día. Si en el norte del Tolima hay un municipio que en el futuro quiera convertirse en la fuerza centrifuga de lo que fue Armero hace 23 años, la gente debe pensar en relevar a quienes han hecho uso de los dineros públicos en los últimos quince años.
jueves, diciembre 11, 2008
Armero, 23 años después
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Opinión
(Mariquita, 1959). Profesor durante seis lustros en la Universidad del Tolima. En la Universidad Nacional de Colombia estudió Antropología. En la Universidad del Valle, Magister en Historia Andina y Doctor en Antropología Social y Cultural. Universidad Autónoma de Barcelona. (España).
Alejado de las aulas sigo investigando, y en mi blog escribiendo y publicando sobre diversos temas.
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