Raúl Ramírez
Raúl Ramírez |
Vemos
y escuchamos las terribles historias del covid-19 como si fueran películas y no
vivencias. Todos revueltos, tal vez inducidos por la necesidad o tal vez por la
negligencia, abarrotamos los supermercados, los centros comerciales y las
calles del comercio. Hasta armamos fiestas familiares donde todos se
contagian. No solo es Colombia, así es
en todo el mundo.
De
repente una tos premonitoria altera la tranquilidad de mis días, en casa me
dicen: “pilas que esa tosecita es sospechosa”. Yo me hago el de las gafas y
digo: con pastillas de miel me la quito. Y me chupé dos sobres seguidos y nada.
Desde aquel 28 de abril la preocupación crecía; el 1 de mayo me agarró en la
calle un aguacero y me “lave” antes de conseguir un taxi. Obviamente la cosa se
puso peor, llamamos al médico familiar y ordenó exámenes que me tomé al día
siguiente y listo, nada que hacer. El médico anunció: “tienes Covid-19 SARS-CoV-2; aíslate inmediatamente”!
Los
síntomas tenían confundido al médico que no encontraba la simetría de las
cosas. No me dolía nada, ni coyunturas, ni el cuerpo, ni la cabeza, ni perdí el
olfato, ni tenía dificultad respiratoria; fue cuando concluyó que me había
atacado tal vez otra variante. Me indicó un tratamiento intravenoso de tres
medicamentos más vitamina C. Cinco días continuos. El apetito lo perdí y me
acompañaron unas horribles nauseas permanentes y una repugnancia total a la
comida, por lo cual duré seis días sin tomar alimentos tradicionales. Lo
intente varias veces, pero no me bajaba, además de sentir todo muy salado. Sentía que al masticar todo se me devolvía
por el esófago y no podía comer. Luego al llegar la noche me di cuenta de que
tampoco podía dormir, me dio insomnio. ¡Que desespero! La segunda noche igual y
va uno perdiendo la paciencia y siente deseos de salir corriendo.
¡Llamé
al médico y le dije: ¡ayúdeme, no puedo con esto! No quería hablar con nadie,
ni celular, ni mirar televisión, nada.
Me
sostuve con jugos de frutos rojos que el mismo Dr. me recomendó y que mi esposa
y mi hija con toda la paciencia y el cariño me prepararon; además de brindarme
todo su apoyo y su ayuda durante esos días infernales. Me sentía débil hasta
para bañarme.
Al
ver mi angustia el médico reforzó el tratamiento y comencé a dormir mejor y se
fueron retirando las náuseas, ¡qué maravilla! Comencé a comer de a poquitos y a
dormir despertando solo una vez en la noche.
Todo
comenzó un 28 de abril y hoy 18 de mayo, aunque me falta recuperar toda mi
vitalidad, siento una gran mejoría. Ahh! ¡No todas las historias tienen finales
felices, cuídate! El virus te está buscando y si te atrapa juega contigo a la
ruleta rusa… no sabemos qué pasará.
1 comentario:
Raul,. Hermano, no tenía idea; me alegro mucho, q pudo salir avante de este virus...gracias a Dios.
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