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lunes, diciembre 21, 2020

Cuando se piensa que el pobre es el culpable

 Armando Moreno Sandoval 

Generaciones enteras crecieron, y siguen creciendo, alrededor de Cantinflas, El Chavo y Chespirito. Lo bueno de estas producciones es que muestran un lado amable de la pobreza. El mensaje que daban era recordarle a la sociedad que había pobres.


No todas las culturas con sus idiomas tienen palabras para referirse a los pobres. Algunas ni siquiera tienen un equivalente. Pobre que viene del latín pauperis significa el “que produce poco”. Un significado que a través del tiempo fue cambiando hasta llegar a la connotación que le damos hoy día: un ser despreciable, desagradable, asquiento, al que toca hacerle el quite, etc., etc.

El Chavo
En el idioma español una palabra para explicar el asco, el rechazo, el fastidio al que no tiene nada no existe. Encontrar la palabra le valió años de dedicación a la filósofa Adela Cortina, especialista en Ética y Filosofía política, y profesora en la Universidad de Valencia (España). La palabra le llegó por el lado del griego aporos que significa el rechazo al pobre, el que no tiene nada. Y que mejor que aporofobia para designar ese rechazo al que está jodido.

La filósofa Adela Cortina, quien inventó aporofobia, cree que la verdadera fobia o rechazo proviene cuando esos otros son pobres en la acepción más amplia de la palabra (sean exdrogos, drogadictos, ladronzuelos de carteras, desempleados, destechados, harapientos, hambrientos, etc, etc). Es decir, a los que eufemísticamente en Colombia llaman “vaciados”.

No obstante, el contraste está, y es lo que sucede en Europa o en Estados Unidos, cuando el extranjero llega con bultos de dinero o es rico, pues lo que se ve es que se le tiende la alfombra roja. Al fin y al cabo, lo que importan son los dólares. Entonces lo que se rechaza no es al extranjero, sino su condición: el de ser pobre, miserable, y es lo que sucede con el inmigrante, el refugiado que sale de su país a jugársela en busca de un empleo que, por lo general, son miserables.

La aporofobia más desdichada es cuando se rechaza a la gente pobre en su propia casa, en su propio barrio. Si en algo tenemos que agradecerle al Covid-19 fue el de haber desnudado ese comportamiento social aporofóbico que muchos no quieren reconocer pero que lo llevan escondido. Y fue lo sucedió en días pasados en el municipio de Honda (Tolima) con Brandon Andredi Rojas alias Dinosaurio.

La música, sobre todo la llamada salsa urbana, nos ha reseñado hasta la saciedad personajes delincuenciales que salen y entran de la cárcel como si fuese un hotel. Fue lo que pasó con Dinosaurio.

Cuando a Dinosaurio se le cambió la prisión domiciliaria por la prisión intramural la reacción de la gente fue de alegría, de plácemes. La típica aporofobia hipócrita y de doble moral. Dinosaurio había encarnado tanto el miedo y el odio que “la gente de bien”, “de dedo parado”, o, de los que se creen “de mejor familia”, terminaron por anhelarle la llamada “limpieza social”.

Cantinflas, El Chavo o Chespirito encarnan la compasión y la empatía hacia el pobre. El Estado de Bienestar que se construyó después de la II Guerra Mundial en el siglo XX para reducir la pobreza fue aniquilado por el modelo neoliberal de Ronald Reagan y Margareth Teacher. Hoy día el neoliberalismo está desbocado. Los ricos son más ricos y los pobres más pobres. La pobreza ahora genera miedo, tan así que la empatía y la compasión se perdió.

Escuchar a los “de dedo parado” da risa. Son tan miserables que la caridad ya no cabe en ellos. No se toman la molestia de pensar el porqué de la pobreza. Prefieren odiarla. Convencidos que los pobres son los culpables de su pobreza no entienden que esta es el resultado de unas condiciones estructurales que dejan a muchos en el asfalto, en el suelo, en la miseria. Más bien creen que ser pobre es fruto de un error individual o de una culpa personal; y es cuando la gente al anular la empatía comienza a percibirlos como una amenaza. Por esta vía terminan justificando que se les persiga o se les mate.

El rechazo al pobre se ha vuelto tan cotidiano que ver regueros de muertos a causa de esta parece normal. Era tan fuerte el rechazo que sentía Dinosaurio de la sociedad que, ya en la cárcel, abandonado y solo, ocho días después, se ató una sábana al pescuezo suplicando el suicidio.

Entre tanto las redes sociales o los medios escritos y televisivos aplauden decisiones como la Dinosaurio.

Uno menos, piensan algunos.

miércoles, diciembre 02, 2020

El embrujo de Villa de Leyva

 Armando Moreno Sandoval

Villa de Leyva 

Toparse con casas de tejas de barro que invitan a dialogar con el recién llegado, caminar con sigilo por sus calles, me llevaron a pensar cuáles serían las ideas que le asaltaron a Venero de Leyva en 1571 para fundar un pueblo en un valle rodeado de montañas escarpadas y frías.

Aunque a primera vista da la sensación de que las ideas que vuelan por sus calles son las mismas de antaño, solo basta observar a sus gentes para empezar a pensar que en Colombia no hay otro pueblo como Villa de Leyva.

En la escuela nos enseñaron que las ideas que cambiaban al mundo primero habían llegado por las costas. Ahí están el Mediterráneo con sus culturas que van desde Grecia hasta Italia; el Japón Imperial y la China milenaria. Estas culturas nos corroboran la tesis que así fue.

No obstante, la realidad nos enseña que toda regla tiene su excepción. Desde que se posa el pie sobre las calles empedradas la sensación que da es que, Villa de Leyva no requeriría de un museo porque ella misma es un museo. No es un museo cualquiera. Ya que, en vez de estar atrapada en la añoranza del pasado, sus calles y su gente, a pesar de los avatares del tiempo, son un torbellino de ideas que marchan al ritmo del siglo XXI.

Café Don Velásquez

Escuchar acentos, maneras de pensar, nos permite descubrir emprendimientos que solo pueden darse en un pueblo donde la procedencia de sus gentes también cuenta. Son los ejemplos de la Librería Cervantes y el Café Velásquez.

En un siglo XXI donde lo digital devora el papel, lo de la Librería Cervantes parecería un contrasentido cultural. Y fue lo que vivió Felipe Rojas con el exalcalde Víctor Hugo Forero la vez que le llevó la inquietud de abrir un local con estanterías llenas de libros. Ante la propuesta el exalcalde prefirió echarle candado a las nuevas ideas prefiriendo ver como seres brutos, ignorantes e incultos a quienes lo eligieron.

—Aquí no se lee— fue lo que le dio a entender el exalcalde Forero al librero

Si por los políticos fuera, el mundo sería un permanente fracaso. Este siglo XXI ha enseñado que la democracia liberal tal como hasta ahora se ha conocido hay que reinventarla. Que los políticos con sus ideologías de cualquier cuño son una engañifa. La prosperidad de la gente y la gobernabilidad de los pueblos no se le puede dejar a inútiles con poder. Fue lo que vivió el librero Rojas en su primer intento por instalar una librería en Villa de Leyva.

Librería Cervantes

Se ha dicho que quien persiste, tarde o temprano, tendrá su premio. Solo bastó la pandemia desatada por el covid-19 para que el librero Rojas tuviese una segunda oportunidad. Sin pensarlo dos veces, y cuando se creía que toda iniciativa estaría condenada al fracaso, ni corto ni perezoso tomó su carro y cogió rumbo a Villa Leyva.

Preguntando allí y allá, esa misma cultura cosmopolita que caracteriza al habitante de Villa de Leyva, le abrió sus puertas. El dueño del local al escucharlo hablar de libros no tuvo otra que sonreír y decirle:

—El local es tuyo.

Aunque en proporciones menos quijotescas otra propuesta de emprendimiento, y gracias al covid-19, es el Café Velásquez de Alejo Velásquez, su propietario, que, con su charla, su sonrisa y su bigote ralo hace más grata la estadía.

Tan así que pasar una tarde noche en medio de diferentes ritmos musicales saboreando tortas, pasteles, viendo el tablero de un ajedrez, una partida de dominó o quedar lelo viendo libar una cerveza artesanal es una delicia que solo estaba reservada a los dioses. Pero no. En Villa Leyva los dioses no existen. Han sido reemplazado por hombres y mujeres de carne y hueso que, en su peregrinaje, atravesando la Plaza Mayor, no tienen otra que inclinarse ante la majestuosidad de este pueblo que invita a volver una y otra vez.

Con la Librería Cervantes y el Café Velásquez, dos sitios que emergieron en medio de la pandemia del covid-19, es una forma de decirnos que como Villa de Leyva no hay otra.

 

 

sábado, septiembre 05, 2020

Obituario: José Celestino Bruno Mutis y Bosio

212 años del fallecimiento del sabio: 11/09/1808-11/09/2020

José Orlando Velásquez

Hay que destacar que el mayor regalo que Reino alguno le haya hecho a posesión alguna de ultramar fue el estudio de las Ciencias Naturales en América donde se dejan sentadas las bases del conocimiento científico, las cátedras de matemáticas, filosofía, astronomía, mineralogía y el estudio de la flora de cada Nuevo Reino descubiero para el beneficio de la farmacopea europea.

Sin albergar resentimiento alguno contra los españoles que fueron los que nos conquistaron y colonizaron y, por ende, fueron los primeros en explotar nuestros recursos naturales como el oro y la mano de obra de los indígenas, hay que reconocer que quien haya sido el conquistador o colonizador que fuera vendrían a lo mismo, llámese como se llame!

Para honrar el legado que el sabio Mutis le dejó a las generaciones venideras, que mejor que las siguientes lecturas para honrar su memoria.

Estas son:




sábado, agosto 15, 2020

Por qué el covid-19 mata a los ricos

 Armando Moreno Sandoval

Hasta no encontrar una vacuna efectiva, por ahora, el que nos está protegiendo del virus es el mismo sistema inmunológico del cuerpo humano. Si no la hubiera, con el tiempo derrotaría al virus y le pondría punto final a la pandemia. El sistema inmunológico es tan maravilloso que tiene la capacidad de enfrentar cualquier patógeno que llegue por muy extraño o nuevo que sea como es el virus Sars-Cov-2.

Mientras tanto para bajarle la velocidad de propagación al virus es necesario el lavado de manos, el tapabocas, la distancia social, evitar montoneras y dejar de estornudar en las calles porque si la persona que lo hace, y si es asintomática, esas gotitas que quedan flotando en el aire pueden contagiar a otros.

El consenso que existe en los portales científicos es que nunca en la historia de la ciencia se había producido una avalancha de artículos en torno a una enfermedad.

Curioso que, pese a los miles de artículos, poco se sepa del virus. Tan así que los científicos no tienen idea cómo es la guerra entre el sistema inmunológico y el virus. Se sabe que es como un ejército con diferentes frentes de batalla donde células disímiles están interconectadas entre sí. Que algunas atacan directamente la infección, mientras que otras como directores de orquesta guían a otras células encargadas de liberar sustancias para interferir en la infección.

Para entender lo dicho es necesario saber que el sistema inmunológico tiene dos frentes de defensa. El primero es el que se conoce como respuesta inmunitaria innata y que responde a infecciones de forma genérica. Este frente tiene la particularidad de que no genera inmunidad a largo plazo o protección.  Es tan efectivo que aniquila al patógeno en su primer encuentro.

Cuando los científicos dicen que virus del covid-19 no es tan letal, como si sucede con otros coronavirus, es porque para aniquilarlo al sistema inmunológico solo le basta con activar la respuesta inmunitaria innata. Es lo que explica que el 80% de las personas que se contagian no sientan síntomas, o que sean muy leves.

El otro frente de defensa se conoce como respuesta adaptativa. Es el frente encargado de activar de manera rápida la respuesta inmunitaria innata. Es una línea de defensa especializada y en ella hace parte lo que se conoce como los anticuerpos.

No obstante, el lío que han encontrado los científicos con los anticuerpos producidos en respuesta al virus (Sars-Cov-2) es que tienden a disminuir en pocos meses. Aunque parezca un mal chiste esto podría decir que el cuerpo quedaría desprotegido, sin defensas. La científica Margarita del Val ante esta duda, dice: “No hay que asustarse, todo el resto de la inmunidad está activada”. Pues aparte de los anticuerpos, dice ella, hay otras células que han aprendido a reconocer el virus para contenerlo.

Dos investigaciones independientes, la primera de la revista Nature , que vio la luz el pasado 29 de julio, y la segunda publicada en Science el 4 de agosto parecen estar encontrando las respuestas al por qué solo un puñado mueren y otros siguen tan campantes por las calles esparciendo el virus sin sentir ninguna molestia, dolor o malestar.

Habitante en Ibagué. Carrera 3
Ibagué, calle 3
Pero la pregunta del millón es esta: por qué el sistema inmunológico no protege a todos por igual. Es la pregunta por resolver y que tiene desconcertados a los científicos.

Así los anticuerpos bajen de nivel, los estudios efectuados apuntan que los linfocitos, que hacen parte del sistema inmunológico, al parecer son los que nos están protegiendo. Aunque existen dos tipos de linfocitos, las células B y las células T, son las células T las que juegan un papel determinante en la protección por ser células de memoria larga.  Es decir, que estas células por tener memoria al llegar el patógeno que ya ha había invadido con anterioridad al cuerpo, lo que hace es reconocerlo, bloquearlo y destruirlo, generando así inmunidad.

¿Pero por qué sucede esto? Para empezar, es necesario comprender que la fiebre, la influenza, el malestar, la gripa, los gargajos y los mocos de la nariz son producidos por cuatro tipos de coronavirus que causan estos catarros y que han convivido con el ser humano hace muchísimo tiempo.

Han dicho los científicos del Instituto Inmunológico de La Jolla, en California (EE. UU) que el parecido entre estos cuatro coronavirus y el coronavirus causante del covid-19 puede ser ventajoso. Según el estudio que realizaron las células T encargadas de reconocer los coronavirus del catarro también reconocen el virus que causa el covid-19.

Aunque hace falta más investigación todo parece sugerir que los coronavirus de la gripa, los gargajos, el sonarse la nariz para sacar los mocos, tuviera un cierto papel protector contra el covid-19. Y como lo dice Daniela Weiskopf, codirectora de la investigación, es lo que “podría explicar por qué algunas personas al contagiarse de covid-19 muestran síntomas más moderados, mientras que otros se ponen severamente enfermos”.

Así como están las cosas, la conclusión a que se puede llegar es que el virus es selectivo. Pero esa

Ibagué, calle 15 con carrera 5
Ibagué, calle 15 con carrera 5
selectividad la gente de dedo parado y que todo lo coge con la punta de los dedos, a veces, pregunta con sorna qué pasa con la gente de la calle que no se muere.

Las investigaciones alrededor de las células T sugieren que los pordioseros, los que hurgan las canecas en busca de comida, los que duermen en la calle en medio de excrementos, gatos y perros tendrían menos riesgo de que el covid-19 los mate. Es gente que por sus condiciones de vida son los que más han convivido con los cuatro coronavirus del catarro. Por tanto, están inmunizados. Cosa contraria sucedería con los estratos de cuatro para arriba que por tener una vida en completa asepsia estarían más propensos a que el virus los contagie y los mate.

Es lo que vemos también en países ricos como Chile, EE. UU, Alemania, Inglaterra o Francia donde el virus ha hecho de las suyas. La cantidad de gente vieja que se ha muerto en esos países tiene una explicación científica y es que cuando se llega a una edad avanzada las células T comienzan a menguar dejando al cuerpo desprotegido. Y si tiene alguna comorbilidad (cáncer, diabetes, etc.) peor.

Cosa contraria sucedería con la gente joven y adulta. Pues uno se podría preguntar qué pasa en esas sociedades que, si tienen un nivel de vida tan elevado, qué es lo que ha causado que siga muriendo tanta gente. La respuesta estaría en que son sociedades que por ser ricas y vivir en completa asepsia han dejado al cuerpo sin muchas defensas para enfrentar virus nuevos.

La montonera de muertos en Latinoamérica tendría otra explicación. Los estudios científicos (sobre todo la biología molecular y la antropología física) han demostrado que el genocidio de la población aborigen a partir de la emigración europea hace más de 500 años no fue tanto por la hoguera, el puñal, la espada o el arcabuz. Los responsables fueron los virus y bacterias (fiebre, gripa, gonorrea, sífilis, entre otras).  

Es exactamente lo que está sucediendo en este siglo XXI con el covid-19. La mayor mortandad está en los países con un alto porcentaje de ADN amerindio y una población aborigen que aún vive en un ambiente prístino. Lo vemos en México, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil y en los países centroamericanos

Ibagué, carrera 5 con calle 14
No es la pobreza la que está matando la población autóctona y aborigen como sugieren los países imperialistas europeos, sino su sistema inmunológico que al carecer de anticuerpos para reconocer virus nuevos no saben cómo defenderse.

La ironía es que esta vez no fueron los europeos con sus virus y bacterias que menguaron a la población aborigen desde que llegaron hace más de 500 años. En este siglo XXI fueron los chinos que con su irresponsabilidad fueron incapaces de alertar al mundo de pensamiento liberal y democrático que un virus nuevo se les había salido de las manos.

A este régimen dictatorial y autárquico es que la izquierda antidemocrática y reaccionaria latinoamericana le hace loa. Si hay que buscar un culpable es al gobierno chino. Y no como piensa el despistado de Evo Morales (expresidente de Bolivia), que el virus es una conspiración del imperialismo estadounidense para acabar con la gente pobre.

domingo, agosto 02, 2020

Charles W. Bergquist, historiador estadounidense. Colombianólogo (1942-2020). Obituario

Su partida deja un sabor amargo

Armando Moreno Sandoval

En este siglo XXI donde la post verdad, más las intolerancias de cualquier cuño, que están tomando las riendas de este mundo, la partida del historiador colombianista Charles Bergquist deja un sabor amargo.

Cuando mi amigo, el historiador hondano Tiberio Murcia me informó que Charles Bergquist había muerto me remonté a mis años de estudio en la Universidad de Valle cuando cursaba la Maestría en Historia Andina. Uno de mis profesores era, este otro gran historiador ya olvidado, Germán Colmenares. Gracias a él, que nos puso a leer Café y conflicto en Colombia 1886-1910. La Guerra de los Mil Días sus antecedentes y consecuencias, pude apreciar además de la rigurosidad de su método para escribir historia, que la historia bien investigada y escrita daba luces para entender cómo es que se ha tejido esta sociedad colombiana.

En noviembre de 1992, como ponente en el VII Congreso de Historia que realizó la Universidad Industrial en Santander, pude enterarme de que Charles Bergquist había estado en Ibagué, en noviembre de 1987 en el VI Congreso de Historia celebrado en la Universidad del Tolima. Congreso que, en ese entonces, reunió a un selecto grupo de historiadores que por boca de Germán Colmenares los llamaba colombianólogos. Ellos fueron Catherine Le Grand, Charles Bergquist, Frank Safford y Cristopher Abel.

1987. VI Congreso de Historia. Universidad del Tolima. Ibagué.

El profesor César Fonseca quien en esa época era estudiante, y que estuvo metido de cabeza en la organización del Congreso, el recuerdo que tiene de Bergquist era el de un ser humano humilde, buena gente y despreocupado. Tan así que sintiéndose abrumado de tanta generosidad y atenciones, prefirió optar por una estancia sencilla y sin tantas atenciones.

Sí me desconcertó que, en las memorias del Congreso realizado en la Universidad del Tolima, y que habiendo sido invitado como conferencista central su ponencia no la hubiesen tenido en cuenta en la publicación. Haberla omitido me lleva a pensar que el editor era un profundo desconocedor de los aportes historiográficos de Charles Bergquist.

Si menciono este hecho escabroso obedece porque dos años después del congreso en Ibagué, es decir, en 1989, la revista de Estudios Sociales de la FAES sorprendería con un ensayo corto de Bergquist titulado La historia laboral latinoamericana desde una perspectiva comparada. Observaciones acerca del carácter insidioso del imperialismo cultural. Este texto que en este 2020 cumple 33 años parece haber sido olvidado en los cursos de los programas de Historia.

Personalmente el ensayo me llama la atención porque para esa época, por lo que concierne a Europa, la Historia estaba presa de nuevas formas narrativas. El renacer de la narrativa de Lawrence Stone que decía que había que reinventar la escritura de la historia parecería ser cosa del pasado.  

Recuerdo que en la venta de libros del viejo Berna a la entrada del edificio de Sociología de la Universidad Nacional los beltseller era El Queso y los gusanos de Carlos Ginzburg, El año mil de Georges Duby, Montaillou de Emmanuel Le Roy Ladurie, entre otros. Ni hablar de El regreso de Martín Guerre de Natalie Z. Davis. La historia narrada de Natalie Z. Davis que fue llevada a la pantalla grande, al ser presentada en las salas de cine de Bogotá, los mismos profesores que me daban clase solían decir, sin una palabra más o una palabra menos, que así era que se debía de contar la Historia. ¡Eso si era Historia! ¡Lo otro era enredijos!

Mientras todo esto pasaba, Charles Bergquist seguía produciendo historia de los obreros, pero, sobre todo, seguía fiel a su método de trabajo. En el ensayo mencionado criticaba que los historiadores al hacer historia cayeran presos de teorías eurocéntricas pues habían sido creadas para otro devenir histórico. Sin embargo, cuando estuvo en boga la “nueva” historia social y cultural que daba cuenta de los estudios laborales de los países europeos, no tuvo reparo en criticar que en nada había servido que los historiadores se hubieran alejado un poco de los paradigmas eurocéntricos ortodoxos si habían caído atrapados en un nuevo embrujo teórico. Se refería, nada más, ni nada menos, que a Edward Thompson y a su monumental obra La clase obrera en Inglaterra.

Aunque Bergquist reconoció el aporte de Thompson para estudiar los obreros, en cuanto se refiere a la cultura, en sí lo que decía era que esta forma de hacer historia debía también estar sometida a la crítica. La razón, que la historia de los obreros de los países subdesarrollados no se podía hacer recurriendo a las mismas herramientas teóricas que los historiadores europeos o norteamericanos utilizaban para leer la clase obrera de sus respectivos países.

Ojalá que en las universidades colombianas y sus programas de Historia les dé por crear la cátedra Charles W. Bergquist. El conjunto de su obra da luces para entender qué nos pasó. Es posible que su historia académica, la que obedece al rigor del método y de sus fuentes, no guste a muchos sectores radicalizados de la política. En estos momentos que Colombia necesita nuevos aires para construir un país diferente que bueno retomar sus ideas.

Si hay algo que tenía Bergquist era su capacidad de síntesis para hablar de lo que ha sido Colombia. Nadie como él, es lo que yo creo. Y que mejor que la entrevista que dio para El Espectador en junio de 2014. Él nos dice que el gran fracaso de no haber construido una republica en el siglo XIX obedeció a que el liberalismo no pudo imponer su visión liberal. De ahí las guerras civiles que azotaron el siglo XIX. Y que solo la visión liberal se aceptó a partir de 1910.

Ojalá la izquierda leyera a los académicos y que dejaran de pensar que la felicidad se puede bajar de los cielos a punta de balas y berrinches.  Su lectura sobre la izquierda es esclarecedora. Hermoso cuando afirma que si ésta no ha prosperado es porque siempre ha estado un poco equivocada en cuanto a la manera de comprender a los obreros. La razón: la izquierda cree en la existencia de una clase obrera parecida a los países del Atlántico norte. Cree en el obrero de Carlos Marx. Si hubiese entendido que el obrero era otro, seguramente hubiese optado por una izquierda democrática y se hubiera evitado el error de haber creído en la lucha armada.

El otro gran error de la izquierda fue creer en la Violencia como una revolución abortada, cuando la realidad era otra. No entendieron que la contienda era entre godos y liberales.

En fin, así se haya ido para siempre, tenemos Charles W. Bergquist para rato. Nos quedan sus libros, sus ensayos, entrevistas, artículos. Y que mejor que leerlos en estos tiempos tan obscuros.


domingo, julio 12, 2020

Luis Arturo Castaño Ocampo: La vida de un médico en 60 historias

Armando Moreno Sandoval

Publicado en El Puente, marzo de 2015, p. 6

Un hijo de Casabianca, municipio al norte el Tolima, hace muchos años se radica en Mariquita para ejercer con vocación su profesión de médico. Recientemente hizo  el lanzamiento de su libro  “La vida de un médico en 60 historias” 

No recuerdo cómo surgió la amistad con el médico Luis Arturo Castaño Ocampo. De eso ya bastantes años. Lo que si recuerdo fue una amistad de esas que surgen alrededor del intercambio de libros, del comentario del libro, del dialogo, pero, sobre todo, de expresar ideas diferentes, así se esté en desacuerdo.

Más allá de los libros, en una sociedad como la nuestra donde el pan de cada día es la intolerancia, es difícil encontrar a alguien con valores y, lo más difícil, que haya cultivado la moral y la ética. Estos dos rasgos tan difíciles hoy en día, y sin temor a equivocarme, están en este hombre maravilloso y humano.

No basta que yo exprese estas ideas. La inmensa solidaridad que ha expresado el pueblo de Mariquita por estos días hacia el médico Castaño es una demostración fehaciente que a él se le quiere por lo que en sí representa como persona. Los adjetivos cargados de cariño para con él han sido  infinitos y, ni hablar del dolor y la tristeza, que han sentido las mismísimas personas.

Aunque su faceta más conocida es la del médico, pues la ha ejercido en su vida diaria como un apostolado, el lado humano que él ha cultivado en esa profesión se puede apreciar también en su reciente libro: “La vida de un médico en 60 historias”.  Seguramente lo que más entusiasma a la gente es el de haberle ido descubriendo poco a poco otras facetas que, para algunos, seguramente habían pasado desapercibidas. Y lo que la gente ha descubierto es a un ser polifacético que, con el mismo esmero que cultivó su profesión, también lo tuvo para con la música, la poesía, la prosa y, por qué no, como él mismo lo reconoce, su gusto por el aguardiente cuando podía saborearlo.

De su prosa están sus textos que, a manera de relatos, dan cuenta de  lo que es  la mentalidad rural o urbana de una sociedad. Son textos con una gran factura antropológica. Aunque inéditos, he tenido la oportunidad de leerlos y, ojalá, en una mañana no tan lejano, otros ojos tenga la oportunidad de reflexionarlos, ya que en ellos está más que reflejado lo complejo que son los entresijos de la condición humana.

Tampoco podríamos pasar por alto, como él mismo lo reitera, su pasión por la música y el labrar de los versos con la paciencia del escultor. Sin olvidar, por supuesto, el oficio de hortelano, que no es más que un regreso a las raíces de su niñez y juventud.

Alguna vez hablando del tiempo antropológico en los seres humanos, le comentaba que cuando se es niño las distancias generacionales son abismales. Para un niño de 10 años alguien de 15 o 20 años es demasiada distancia. Pero con el correr de los tiempos, a medida que ese niño va envejeciendo, esa distancia generacional se van acortando. E inclusive llega un momento es que las fronteras generacionales prácticamente desaparecen.

Sin embargo, ello tiene una paradoja. Por mucho que las distancias se acorten o desaparezcan, el choque generacional ha de persistir. No basta el peso de los años para posesionarse frente al otro. El choque de edades solo se puede superar si las generaciones anteriores logran trasmitir experiencia, sabiduría, y si enseñan la tolerancia a las ideas,  la diferencia y el respeto al otro.

Todas estas cualidades que son propias de la modernidad  y de un pensamiento libre de ataduras y de imposiciones las he encontrado en el médico Castaño. Cuando habló con él dejó a un lado  mí experiencia y  formación académica y me convierto en su discípulo. Hace rato que vi en él no a la persona a quien le puedo “robar” una idea, si no que he encontrado en él a un maestro.

Con él me siento a gusto por lo que trasmite. Una catarata de conocimiento, de aprendizaje y de experiencia que sale a flote no solo cuando habla sino que están también en sus textos escritos publicados e inéditos.

Comparto con él la idea de que el paso por este mundo es efímero y partimos de el, el día menos pensado. “Esa es la realidad”, me lo ha dicho varias veces. Estoy seguro que, además de sus amigos, de su familia, de los muchísimos conocidos que tiene, o, para aquel que sabe quién es pero que aún no ha tenido la oportunidad de compartir un saludo, anhelan con mucho cariño tenerlo, como ayer, recorriendo de nuevo las calles, sonriendo, visitando a sus enfermos y amigos, pero, sobre todo, compartiendo un nuevo día con todos aquellos que lo quieren  y lo aman.

Fuerza… maestro! Aun no  es hora de partir..!


sábado, julio 04, 2020

Aporofobia, la otra pandemia que azota a la humanidad

 Armando Moreno Sandoval

Muchas generaciones crecieron, y siguen creciendo, alrededor de Cantinflas, El Chavo y Chespirito. Lo bueno de estas producciones por capítulos es que muestran un lado amable de la pobreza. Curioso que, tanto Mario Moreno Cantinflas como Roberto Gómez Bolaños El Chavo, hayan sido quienes escribieron los guiones. El mensaje que daban era recordarle a la sociedad que había pobres.

El lío está en que no todas las culturas con sus idiomas tienen palabras para referirse a los pobres. Hay culturas que ni siquiera tienen un equivalente. Si bien es cierto que pobre viene del latín pauperis que significaba el “que produce poco”, su significado fue cambiando a través del tiempo hasta llegar a la connotación que le damos hoy día: un ser despreciable, desagradable, asquiento, al que toca hacerle el quite, etc., etc.

Por fortuna los lingüistas y los filósofos del lenguaje, en la segunda mitad del siglo XX, llegaron a la sabia conclusión que no era la realidad la que construía el lenguaje, sino que era al revés: era el lenguaje el que construía la realidad.

Con este aporte de los filósofos del lenguaje, la filósofa española Adela Cortina durante más de 20 años se dio a la tarea de explicarse el por qué el rechazo hacia los pobres. El otro lío era que no había una palabra en español para explicar ese asco, ese rechazo, ese fastidio que genera la pobreza, que, hoy en día, sienten algunos que se creen “de dedo parado”, “gente de bien”. Encontrar la palabra le valió años de dedicación, hasta que le llegó por el lado del griego aporos que significa el rechazo al pobre, el que no tiene nada. Y que mejor que aporofobia para designar ese rechazo al que está jodido.

Aunque crear la palabra era fundamental para dar cuenta del comportamiento de la sociedad frente al pobre, la cuestión era entender el por qué. Lo que ha demostrado la filósofa Cortina, especialista en Ética y Filosofía política, y profesora en la Universidad de Valencia (España) es que la verdadera fobia o rechazo proviene cuando esos otros son pobres en la acepción más amplia de la palabra (sean drogos, ladronzuelos de carteras, desempleados, destechados, harapientos, hambrientos, etc, etc). Es decir, a los que eufemísticamente, algunos, haciéndole coro a las políticas del Estado neoliberal llaman “habitantes de la calle”. Porque si hay algo cierto es que el Estado neoliberal al ser incapaz de reducir la pobreza quiere acabarla cambiándole de nombre. ¡Vaya ironía!

No obstante, el contraste está, y es lo que sucede en Europa o en Estados Unidos, cuando el extranjero llega con bultos de dinero o es rico, pues lo que se ve es que se le tiende la alfombra roja. Al fin y al cabo, lo que importan son los dólares. Ni siquiera importa su procedencia. Por la biblia sabemos que por el dinero baila el perro, sino que le pregunten a Judas que vendió a Jesucristo por unas cuantas monedas. El dinero, ya lo sabemos, es el vector que altera la escala social. Entonces lo que se rechaza no es al extranjero, sino su condición: el de ser pobre, miserable, y es lo que sucede con el inmigrante, el refugiado.

El ejemplo más grotesco es cuando los europeos le hacen la venía a los jeques árabes musulmanes forrados de dólares. Se pueden instalar con sus yates frente a las costas del mediterráneo y no pasa nada. Pero cuando son los africanos árabes musulmanes lo que intentan en sus pateras tocar las playas del mediterráneo, esos mismos que le hacen la venía a los jeques les importa un rábano dejarlos ahogar en medio del mar.

Otro ejemplo aberrante es del presidente estadounidense Donald Trump. El muro es para los mejicanos que son pobres, no para los canadienses que son ricos.

La aporofobia más desdichada es cuando se rechaza a la gente pobre en su propia casa, en su propio país. Si en algo tenemos que agradecerle al covid-19 fue el de haber desnudado ese comportamiento social aporofóbico que muchos no quieren reconocer pero que lo llevan escondido.

Sin embargo, existe una aporofobia que es hipócrita, de doble moral. Es la reacción de “la gente de bien”, “de dedo parado”, o, de los que se creen “de mejor familia”, cuando la aporofobia se manifiesta en las entrañas de sus propios pueblos.  La odian tanto que terminan queriendo linchar al que la denuncia.

En todo caso las escenas que salen por las redes sociales o la tele señalando comportamientos aporofóbicos son espeluznantes. La llamada “limpieza social”, la más horrible de todas, es una de ellas. O a quienes llaman “desechables”, para referirse a los que deambulan por las calles buscando sobras de comida en los basureros para calmar por un rato el hambre.

Cantinflas, El Chavo o Chespirito encarnan la compasión y la empatía hacia el pobre. El Estado de Bienestar que se construyó después de la II Guerra Mundial en el siglo XX y que tenía como meta reducir la pobreza fue aniquilado por el modelo neoliberal de Ronald Reagan y Margareth Teacher. Hoy día el neoliberalismo está desbocado. Los ricos son más ricos y los pobres más pobres. La pobreza ahora genera miedo, tan así que la empatía y la compasión se perdió.

Escuchar a los que se creen “de dedo parado” da risa. Su cerebro se volvió tan miserable que la caridad ya no cabe en ellos, sin embargo, hipócritamente dicen creer en el Dios cristiano. Les pudo más la ideología del neoliberalismo que explicarse el porqué de la pobreza. Prefieren odiarla. Convencidos que los pobres son los culpables de su pobreza no entienden que esta es el resultado de unas condiciones estructurales que dejan a muchos en el asfalto, en el suelo, en la miseria. Más bien creen que ser pobre es fruto de un error individual o de una culpa personal; y es cuando la gente al anular la empatía comienza a percibirlos como una amenaza. Amén de ignorarlos y por qué no justificar que se les persiga o se les mate.

Solo basta ojear las redes sociales, los medios escritos y televisivos para cerciorarnos que la aparofobia junto con el racismo es más común de lo que la gente cree. Tan así que se tiende a creer que siempre ha sido así.


domingo, junio 21, 2020

Arrancaplumas (Honda): disparate humano y covid-19

Armando Moreno Sandoval ©

Una escena de cine muy común es cuando el indeseado llega y la multitud quiere ¡lincharlo! ¡quemarlo! o ¡matarlo! Se ven en las películas de reyes y vasallos de la Edad Media o en películas de vaqueros del viejo Oeste gringo.

Fue exactamente lo que aconteció en Arrancaplumas, un barrio de Honda, el pasado 17 de junio.

La diferencia es que los actores son una comunidad del siglo XXI que vive a orillas del río Magdalena que, en un acto de insensatez, de crueldad y de violencia verbal quiso imponer su ley.

Desde que la antropología descubrió a los otros; —esos otros que a veces la izquierda con el populismo defiende, o, que la derecha reaccionaria les soba la barriga con jotos de comida y el bolsillo con ayudas económicas— llegó a la conclusión que las historias que contaban esos otros que llaman pueblo, cultura popular, estaban cargadas de crímenes, de injusticias, desatinos y desgracias.

Querer linchar, matar o quemar al indeseado es propio de eso que llamamos homo sapiens. Cuando apareció el covid-19 algunos despistados creyeron que una nueva humanidad iba a surgir. Cuan equivocados estaban.

Si en algo tenemos que agradecerle al covid-19 fue que sacó a la luz la pudrición que lleva adentro el ser humano. Ese sujeto egoísta, bulloso, ruin, insensato, soplón, llenador, aniquilador de vidas, camaján de bares de mala muerte, atracador de sonrisa moribunda, por ¡desgracia!  el covid-19 no lo pudo cambiar.

La escena de querer linchar, matar o quemar, por supuesto, no es solo de la gente de Arrancaplumas. Es del mundo entero. Lo que nos enseña las imagines es que esa gente miserable de Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Italia, España, etc. etc., además de hacerlo con sus propios coterráneos lo hacen con los extraños, con los diferentes.

Fue lo que hicieron con Georges Floyd en Estados Unidos. Aprovechando la pandemia del covid-19 el policía no tuvo más remedio que ahogarlo con la rodilla en la nuca. El llamado de auxilio “Me estoy ahogando” quedó en la indiferencia. Su muerte generó una ola de rebeldía. Los hipócritas, que por lo general se creen de buen corazón, se quejaban de la violencia de quienes reclamaban justicia. Olvidaban los hipócritas que la violencia no había llegado de Floyd, sino de los encargados de proteger la vida.

Pero en Arrancaplumas el que llegaba no era un extraño. Era uno de los mismos. El pecado fue tener contacto con un virus que, por cosas del azar, cualquiera puede contagiarse. Como el viejo cuento ruso: pues esos que hoy señalan con el dedo, mañana pueden ser los señalados. ¡No se les olvide! Pues son los mismos que, como lo dio a entender el Subcomandante de Policía, son los que se la pasan haciéndole la burla el covid-19: en montonera y sin mascarillas.

La antropología además de descubrir las historias miserables de los pueblos también da cuenta que la gente en un acto de soberbia, de estupidez, les da por creerse superior a otros. Fue lo que pasó con el nazismo, el fascismo, el comunismo que, a nombre de esas ideologías, le dieron por matar al otro. Y fue lo que se creyó la gente de Arrancaplumas por un instante: que eran de mejor familia.

Seguramente, a muchos habitantes del barrio de Arrancaplumas, al ver la rodilla de la ley en la nuca de Floyd les pudo haber generado indignación y rabia. Pero cuando les llegó el turno de comprender al otro, a uno de su mismo combo, al “parche”, al de su mismo barrio, la indignación y la rabia que había causado la muerte del morocho Floyd desapareció. ¿Por qué?

Cuando la insensatez de la gente descubrió que la cuarentena podía ser la disculpa lo echaron como perro con rabia de todos lados. No solo lo echaron del espacio físico: de los escombros, de la escuela, del “coso”. También lo echaron las palabras: “Lo ayudamos, pero que se vaya”, “lo ayudamos, pero donde no cause estragos”, “en la casa no lo reciben”, fueron las voces cansadas de una mujer con el peso de los años. “Que lo dejaran en otro sitio”, “que lo trasladen para otro lado” son las voces de alguien también pasado por el peso de los años. “No nos hacemos responsables de lo que pueda pasar”, la voz del alcalde. “El alcalde lo envío al “coso”, la voz del subcomandante de la Estación de Policía.

Como si se tratara de una serpiente que se atraganta comiéndose por la cola, al entrar la noche, las mismas voces que en Arrancaplumas lo habían echado a tropezones, llevaron al hombre sano de covid-19 al mismo sitio donde había partido. A un cuarto del hospital regional de San Juan de Dios

Ahora está a salvo ¿hasta cuándo?

En todo caso, las películas de terror son un bostezo si comparamos con lo que aconteció en Arrancaplumas. El mensaje que dieron es macabro.


domingo, junio 14, 2020

Las gotículas de saliva con covid-19 que ayudan a matar

Armando Moreno Sandoval  ©

El consenso científico es que se puede contagiar de covid-19, así la persona sea excesivamente preventiva. Aunque suene paradójico es cierto.

Hasta hace unos pocos meses el consenso de los epidemiólogos era que para que una persona se contagiara era necesario el contacto próximo con el individuo contagiado. Pero algunos estudios de caso están demostrando que no se necesita el contacto directo, sino que basta que cualquiera entre en contacto con una superficie contagiada así sea de cobre, acero, cartón o plástico. La razón es que el covid-19 es un virus excesivamente sedentario y su periodo de contagio está entre 4 y 72 horas. Pero no todo es alegría, se han encontrado en mascarillas quirúrgicas virus que han podido sobrevivir hasta 7 días.

Que el virus permanezca en superficies fijas hasta 72 horas o 7 días es lo de menos.

Otros estudios de caso han demostrado que el covid-19 se está transmitiendo a través del aire, y que, por su fácil contagio, su nicho predilecto son las montoneras, los sitios cerrados y sin ventilación.

Aunque los científicos se rascan la cabeza, ya que algunos les asalta la duda, los ejemplos los ponen a pensar.

En la población de Cheoan (Corea del Sur) un monitor de baile contagió a 112 de personas. El estudio sugirió que el flujo de aíre del ejercicio pudo haber contagiado a los bailarines. El 24 de enero en la comida de Año Nuevo en un restaurante en Guangzhou (China), quienes estaban cerca comiendo a un individuo con covid-19, terminaron contagiados. Lo preocupante es que algunos comensales que estaban a más de 4 metros también resultaron contagiados. El otro caso fue la señora que contagió en un bus a 23 personas. En Mariquita, un pueblo que queda en el centro de Colombia, celebrando el Día de la Madre, en una fiesta con cerca de 40 invitados, un portador del virus contagió algunos de sus invitados. El portador murió, sobreviven otros que dieron positivo. No se sabe qué puede pasar.

Pero si en estos casos fueron unos pocos los muertos, algunos investigadores sostienen que la alta mortandad que se dio en España, Italia, Francia y New York obedeció a que el virus se transmitió por el aire al quedar encerrado en los ascensores. Esos países como la ciudad de New York, conocida como “la ciudad de los rascacielos”, se caracterizan por poseer el mayor numero de ascensores por individuos.

Esta tesis la contrastan con otros países, donde casi no hubo muertos. Es el ejemplo de Alemania donde sus habitantes viven dispersos en edificios bajos y sin ascensor. O Corea del Sur y China que a pesar de que sus habitantes viven en edificios con ascensores el uso de la mascarilla fue decisivo para contener los contagios. Algo que no hicieron los españoles, italianos, franceses y neoyorquinos.  

Aunque se sabe que el virus se transmite en espacios confinados y cerrados, las recomendaciones para minimizar el riesgo de contagio no son suficientes. El lío está en que la gente no las acata, sobre todo en los países pobres donde la pandemia del covid-19 está haciendo de las suyas.  Añádasele que pocos saben que el medio más eficaz para transmitir el virus son las gotículas de saliva.

Un individuo asintomático o sintomático al hablar exhala entre 100 y 600 gotículas dependiendo de su vocalización. Hablar en voz alta o a gritos el triple de gotículas. El toser está entre 1.000 y 3.000 gotículas y un estornudo está en 40 mil gotículas de todos los tamaños.

Aunque la Organización Mundial de la Salud recomienda una distancia mínima de 2 metros para hacerle el quite a las gotículas, en la práctica no es suficiente. Pues el contacto con la gotícula portadora del covid-19 podría darse a mayores distancias. Para sustentar lo dicho los investigadores han clasificado las gotículas en grandes y ligeras.

Aunque la mayoría de las gotículas que exhala la gente son gordas, estas en su mayoría caen como arena en el suelo entre cero centímetros y 2 metros. Son las que arrastran las suelas de los zapatos, las chancletas, el pie descalzo o la cotiza. Las arrastra el rico, el pobre y el miserable. No sucede lo mismo con las gotículas livianas que por su tamaño de menos de 5 micras pueden extenderse hasta 6 u 8 metros de distancia. Lo feo no es la distancia, sino que pueden permanecer en el aire entre una y tres horas. Son las que se respiran y las que llegan derechito a los pulmones. Son las más peligrosas. Sin embargo, se disuelven con rapidez en el aire. De inmediato. De ahí la importancia que las casas y los apartamentos de los edificios estén con las ventanas y las puertas abiertas. Que estén aireadas.

La ventilación y el viento ayuda a disolver el virus.

Lidia Morawska, directora del Laboratorio Internacional de Calidad del Aire y Salud (de referencia para la OMS) de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Brisbane (Australia), y  una de las primeras defensoras de la transmisión de la covid-19 por vía aérea, al referirse a un conocido caso supercontagiador, el de un ensayo de un coro en EE UU a comienzos de marzo, señala que aunque se tomaron todas las precauciones higiénicas y de distancia, sin saludos ni abrazos, después de dos horas y media cantando en un recinto cerrado, el 87% del coro se contagió. Dos de ellos murieron.

Desconocer la aireación y la ventilación tiene sus riesgos. Fue lo que pasó en Cheoan (Corea del Sur), en el restaurante en China, en el bus, en España, Italia, Francia y New York.

Los estudios también han demostrado que el contagio al interior de las casas es 19 veces más probable que al aire libre. Una gotícula en un sitio encerrado puede durar entre 25 y 50 minutos. Mientras que en un lugar con ventilación y aireado las gotículas livianas pueden durar hasta 30 segundos.

Fue lo que sucedió en el Día de la Madre en Mariquita —segundo domingo de mayo de 2020—. Un pueblo de escasos 33 mil habitantes y que a mediados de junio se encuentra sitiado por el virus: 14 contagiados y un muerto.


jueves, junio 04, 2020

El covid-19: el deseo de aniquilarlo por nocaut

Armando Moreno Sandoval ©

En la serie Viaje a las estrellas un respiro profundo es cuando el capitán Picard le ordena a la cabina de mando que la nave intergaláctica Enterprise viaje a la Velocidad Warp, que supere la velocidad de la luz. Es decir, superior a 300 mil kilómetros por segundo.

En la escuela nos enseñaron que un cuerpo que viaje a esa velocidad se vuelve añicos. Y es lo que puede pasar con la vacuna del covid-19.

Los científicos son cautos, pero los políticos que saben poco de ciencia todo lo quieren a la ligera. A mediados de mayo, el presidente estadounidense Donad Trump, preocupado por su reelección, pero pensando en los réditos que le podría dar la vacuna para el covid-19, anunció la llamada Operación Velocidad Warp.

Lo que él no ha querido entender es que darle el visto bueno a una vacuna experimental, sacarla a la calle y pincharle el antebrazo a la gente es un camino demasiado culebrero, así la vacuna en las tres primeras fases haya sido todo un éxito.  Veamos:

El virus respiratorio sincitial que es la infección pulmonar más frecuente en los niños, y que mata 60 mil cada año, cuando se hizo el ensayo con la vacuna experimental en 1966 dos niños murieron en EE. UU. La vacuna resultó peor que la enfermedad. A la fecha de hoy no hay vacuna, pero el virus sigue matando niños.

Otro lio con las vacunas experimentales es que algunas generan una mayor susceptibilidad al virus. Fue lo que sucedió con el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) provocado por un coronavirus hermano del covid-19 y que en 2002 mató a 800 personas. Cuando la vacuna experimental se les aplicó a los animales estos sufrieron inflamaciones que hasta la fecha no se sabe qué pasó.

El caso más preocupante sucedió con el rotavirus, el causante de la diarrea en los niños. Cuando la farmacéutica Pfizer (la misma del viagra) pinchó en 1998 a más de un millón de niños, un año después tuvo que retirarla del mercado, pues les había originado una obstrucción en el aparato digestivo. Lo curioso fue que la vacuna experimental que se había probado en 10 mil niños había sido todo un éxito. Hubo que rehacerla de nuevo, pero en la segunda vacuna los científicos optaron por probarla en 60 mil niños.

Con lo que se dice alrededor de las vacunas no sabe qué puede pasar. En 1984 cuando apareció el Sida se dijo que en dos años habría vacuna. A la fecha de hoy, han pasado 35 años y vacuna no hay. A la gente le ha tocado convivir con el virus del Sida.

Si bien en la TV se escucha en los noticieros afirmar que la vacuna está ya de un pelo, es engañar a la gente. Pues las vacunas no siempre han tenido una historia alentadora. Solo existen 26 enfermedades con vacunas. Lo que demuestra que hacerlas efectivas es un problemón. La vacuna de la malaria tardó 31 años, la del rotavirus 22 años, la del polio tardó 20 años, el virus del papiloma humano 15 años. Y así por el estilo.

No hay necesidad de poner a correr a la ciencia a la Velocidad Warp. Lo hecho hasta ahora con la ayuda de la Inteligencia Artificial, los Big Data y los modelos matemáticos es monumental. La ciencia ha dado pasos de gigantes.

Tan así que desde que apareció el covid-19, y desde que se dio a conocer su genoma, en estos primeros 5 meses del año 2020 se han desarrollado 125 posibles vacunas y 10 de ellas se están probando en humanos.

Para tener una idea de ese universo científico de las vacunas, hasta ahora solo hay 4 modelos de vacunas: a) las que se hacen a partir del mismo virus ( como las de la gripe, polio, sarampión, etc), b) a partir  de otros virus (como la vacuna del ébola), c) a partir de proteínas (como la de la Hepatitis B y el virus del papiloma humano) y c) las que se hacen a partir del material genético sean a partir del ARN o ADN y son las que van encabezando el pelotón.

Vacunas de ADN solo la estadounidense Inovio la está desarrollando. Aunque se probó una en seres humanos contra el SARS no existe ninguna en el mercado. Dicen que es segura y estable. El reto es que requeriría de una tecnología específica para administrar la vacuna.

Vacunas a partir del ARN la están desarrollando varias empresas farmacéuticas como la alemana BioNTech, la china Fosun Pharma, la española Centro Nacional de Biotecnología y las estadounidenses Pfizer y la Moderna Therapeuthis que va liderando el desarrollo de la vacuna. Tiene un grandísimo problema, no se ha creado la primera vacuna.

Las vacunas de ARN o ADN tienen en común que son sencillas de hacer, que su producción es rápida, masiva y de bajo costo. Se desconoce su eficacia.

Sin embargo, entre la comunidad científica hay varios puntos de vista. El científico español Juan Andrés, que trabaja en Moderna Therapeuthis, ha dicho que antes de diciembre la vacuna experimental ya estará. La vacuna en su fase dos fue todo un éxito. Dice que de los 45 voluntarios que le aplicaron dosis de 25, 100 y 200 microgramos, no solo generaron anticuerpos sino también neutralizantes que atacaron directamente al covid-19.

Pero Rafael Vilasanjuán, un analista del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) afirma tajantemente: “…en diciembre no habrá vacuna. No la habrá. Y en el hipotético caso de que tuviésemos una vacuna, no sería la vacuna”. Aunque él se refiere a la vacuna experimental, no obstante, sus palabras no son tan pesimistas. Pues, a renglón seguido dice que en enero de 2021 si la habrá y que la vacuna real estará en la calle dentro de dos años.

La comunidad científica coincide que producir una vacuna no es nada fácil.

La farmacéutica francesa Sanofi, una de las cuatro empresas en el mundo que monopolizan la fabricación de vacunas, calcula que producirla requiere entre seis meses y tres años. Insisten que la vacuna tiene que quedar bien hecha para garantizar que la vacuna no esté defectuosa o contaminada.

No obstante, los que ponen los bultos de dólares, quieren la vacuna ¡ya!

El mismo gobierno de Trump que le dio 1.200 millones de dólares a la Universidad de Oxford (Reino Unido), y que tiene una vacuna experimental bastante adelantada, quiere para enero de 2021 la bicoca de 300 millones de vacunas. El biólogo David Pulido Gómez que hace parte del equipo científico, dice que la farmacéutica AstraZeneca —la encargada de producirla— tiene la capacidad de sacar entre enero y septiembre 1000 millones de vacunas. Pero el problema real es que “la vacuna puede no funcionar”.

En todo caso, la presión por crear la vacuna reside en que el covid-19 es de fácil contagio, ayuda a matar y mata. Además de la Operación Velocidad Warp de Trump, está también el proyecto El Acelerador ACT compuesto por la Organización Mundial de la Salud, la Alianza Gavi, la CEPI, el mismo Bill Gates, que tienen como meta que la vacuna se desarrolle en tiempo récord.

Algunos críticos sostienen que acortar tiempos, como lo piden la Operación Velocidad Warp y el proyecto El Acelerador ACT trae problemas. La vacuna contra el ébola, la que más rápida se ha desarrollado hasta ahora, tardó cinco años.  Y con el covid-19 la idea es que se tenga antes de los 18 meses.

En fin, lo que dicen lo críticos es que quieren fabricar vacunas experimentales sin saber si funcionan. La pregunta que se hacen es por qué se quieren saltar los procedimientos. Una vez aprobada y fabricada la vacuna es necesario saber si es eficaz. Como lo señala el biólogo Pulido, es necesario que el virus haya contagiado a la comunidad. Se requiere que las personas que hayan sido vacunadas estén protegidas contra el virus. Sin embargo, en contra de la eficacia juega el confinamiento. Si bien el confinamiento es bueno porque detiene la infección, para la vacuna no lo sería, ya que al detenerse la transmisión se haría más difícil saber sobre su efectividad. En fin, como dice el biólogo, para saberlo se necesitaría contar con otros meses de más.

Pero otra cosa es hacerle seguimiento para observar si tiene efectos adversos y, como dicen los expertos puede durar entre 6 y 36 meses.

Mientras todo esto está pasando en los laboratorios y en las oficinas donde están los millones de dólares, Latinoamérica arropada por la miseria, el desempleo y el hambre está convirtiéndose poco a poco en el centro de la pandemia.

Su futuro con el covid-19 es incierto.