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jueves, junio 04, 2020

El covid-19: el deseo de aniquilarlo por nocaut

Armando Moreno Sandoval ©

En la serie Viaje a las estrellas un respiro profundo es cuando el capitán Picard le ordena a la cabina de mando que la nave intergaláctica Enterprise viaje a la Velocidad Warp, que supere la velocidad de la luz. Es decir, superior a 300 mil kilómetros por segundo.

En la escuela nos enseñaron que un cuerpo que viaje a esa velocidad se vuelve añicos. Y es lo que puede pasar con la vacuna del covid-19.

Los científicos son cautos, pero los políticos que saben poco de ciencia todo lo quieren a la ligera. A mediados de mayo, el presidente estadounidense Donad Trump, preocupado por su reelección, pero pensando en los réditos que le podría dar la vacuna para el covid-19, anunció la llamada Operación Velocidad Warp.

Lo que él no ha querido entender es que darle el visto bueno a una vacuna experimental, sacarla a la calle y pincharle el antebrazo a la gente es un camino demasiado culebrero, así la vacuna en las tres primeras fases haya sido todo un éxito.  Veamos:

El virus respiratorio sincitial que es la infección pulmonar más frecuente en los niños, y que mata 60 mil cada año, cuando se hizo el ensayo con la vacuna experimental en 1966 dos niños murieron en EE. UU. La vacuna resultó peor que la enfermedad. A la fecha de hoy no hay vacuna, pero el virus sigue matando niños.

Otro lio con las vacunas experimentales es que algunas generan una mayor susceptibilidad al virus. Fue lo que sucedió con el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) provocado por un coronavirus hermano del covid-19 y que en 2002 mató a 800 personas. Cuando la vacuna experimental se les aplicó a los animales estos sufrieron inflamaciones que hasta la fecha no se sabe qué pasó.

El caso más preocupante sucedió con el rotavirus, el causante de la diarrea en los niños. Cuando la farmacéutica Pfizer (la misma del viagra) pinchó en 1998 a más de un millón de niños, un año después tuvo que retirarla del mercado, pues les había originado una obstrucción en el aparato digestivo. Lo curioso fue que la vacuna experimental que se había probado en 10 mil niños había sido todo un éxito. Hubo que rehacerla de nuevo, pero en la segunda vacuna los científicos optaron por probarla en 60 mil niños.

Con lo que se dice alrededor de las vacunas no sabe qué puede pasar. En 1984 cuando apareció el Sida se dijo que en dos años habría vacuna. A la fecha de hoy, han pasado 35 años y vacuna no hay. A la gente le ha tocado convivir con el virus del Sida.

Si bien en la TV se escucha en los noticieros afirmar que la vacuna está ya de un pelo, es engañar a la gente. Pues las vacunas no siempre han tenido una historia alentadora. Solo existen 26 enfermedades con vacunas. Lo que demuestra que hacerlas efectivas es un problemón. La vacuna de la malaria tardó 31 años, la del rotavirus 22 años, la del polio tardó 20 años, el virus del papiloma humano 15 años. Y así por el estilo.

No hay necesidad de poner a correr a la ciencia a la Velocidad Warp. Lo hecho hasta ahora con la ayuda de la Inteligencia Artificial, los Big Data y los modelos matemáticos es monumental. La ciencia ha dado pasos de gigantes.

Tan así que desde que apareció el covid-19, y desde que se dio a conocer su genoma, en estos primeros 5 meses del año 2020 se han desarrollado 125 posibles vacunas y 10 de ellas se están probando en humanos.

Para tener una idea de ese universo científico de las vacunas, hasta ahora solo hay 4 modelos de vacunas: a) las que se hacen a partir del mismo virus ( como las de la gripe, polio, sarampión, etc), b) a partir  de otros virus (como la vacuna del ébola), c) a partir de proteínas (como la de la Hepatitis B y el virus del papiloma humano) y c) las que se hacen a partir del material genético sean a partir del ARN o ADN y son las que van encabezando el pelotón.

Vacunas de ADN solo la estadounidense Inovio la está desarrollando. Aunque se probó una en seres humanos contra el SARS no existe ninguna en el mercado. Dicen que es segura y estable. El reto es que requeriría de una tecnología específica para administrar la vacuna.

Vacunas a partir del ARN la están desarrollando varias empresas farmacéuticas como la alemana BioNTech, la china Fosun Pharma, la española Centro Nacional de Biotecnología y las estadounidenses Pfizer y la Moderna Therapeuthis que va liderando el desarrollo de la vacuna. Tiene un grandísimo problema, no se ha creado la primera vacuna.

Las vacunas de ARN o ADN tienen en común que son sencillas de hacer, que su producción es rápida, masiva y de bajo costo. Se desconoce su eficacia.

Sin embargo, entre la comunidad científica hay varios puntos de vista. El científico español Juan Andrés, que trabaja en Moderna Therapeuthis, ha dicho que antes de diciembre la vacuna experimental ya estará. La vacuna en su fase dos fue todo un éxito. Dice que de los 45 voluntarios que le aplicaron dosis de 25, 100 y 200 microgramos, no solo generaron anticuerpos sino también neutralizantes que atacaron directamente al covid-19.

Pero Rafael Vilasanjuán, un analista del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) afirma tajantemente: “…en diciembre no habrá vacuna. No la habrá. Y en el hipotético caso de que tuviésemos una vacuna, no sería la vacuna”. Aunque él se refiere a la vacuna experimental, no obstante, sus palabras no son tan pesimistas. Pues, a renglón seguido dice que en enero de 2021 si la habrá y que la vacuna real estará en la calle dentro de dos años.

La comunidad científica coincide que producir una vacuna no es nada fácil.

La farmacéutica francesa Sanofi, una de las cuatro empresas en el mundo que monopolizan la fabricación de vacunas, calcula que producirla requiere entre seis meses y tres años. Insisten que la vacuna tiene que quedar bien hecha para garantizar que la vacuna no esté defectuosa o contaminada.

No obstante, los que ponen los bultos de dólares, quieren la vacuna ¡ya!

El mismo gobierno de Trump que le dio 1.200 millones de dólares a la Universidad de Oxford (Reino Unido), y que tiene una vacuna experimental bastante adelantada, quiere para enero de 2021 la bicoca de 300 millones de vacunas. El biólogo David Pulido Gómez que hace parte del equipo científico, dice que la farmacéutica AstraZeneca —la encargada de producirla— tiene la capacidad de sacar entre enero y septiembre 1000 millones de vacunas. Pero el problema real es que “la vacuna puede no funcionar”.

En todo caso, la presión por crear la vacuna reside en que el covid-19 es de fácil contagio, ayuda a matar y mata. Además de la Operación Velocidad Warp de Trump, está también el proyecto El Acelerador ACT compuesto por la Organización Mundial de la Salud, la Alianza Gavi, la CEPI, el mismo Bill Gates, que tienen como meta que la vacuna se desarrolle en tiempo récord.

Algunos críticos sostienen que acortar tiempos, como lo piden la Operación Velocidad Warp y el proyecto El Acelerador ACT trae problemas. La vacuna contra el ébola, la que más rápida se ha desarrollado hasta ahora, tardó cinco años.  Y con el covid-19 la idea es que se tenga antes de los 18 meses.

En fin, lo que dicen lo críticos es que quieren fabricar vacunas experimentales sin saber si funcionan. La pregunta que se hacen es por qué se quieren saltar los procedimientos. Una vez aprobada y fabricada la vacuna es necesario saber si es eficaz. Como lo señala el biólogo Pulido, es necesario que el virus haya contagiado a la comunidad. Se requiere que las personas que hayan sido vacunadas estén protegidas contra el virus. Sin embargo, en contra de la eficacia juega el confinamiento. Si bien el confinamiento es bueno porque detiene la infección, para la vacuna no lo sería, ya que al detenerse la transmisión se haría más difícil saber sobre su efectividad. En fin, como dice el biólogo, para saberlo se necesitaría contar con otros meses de más.

Pero otra cosa es hacerle seguimiento para observar si tiene efectos adversos y, como dicen los expertos puede durar entre 6 y 36 meses.

Mientras todo esto está pasando en los laboratorios y en las oficinas donde están los millones de dólares, Latinoamérica arropada por la miseria, el desempleo y el hambre está convirtiéndose poco a poco en el centro de la pandemia.

Su futuro con el covid-19 es incierto.

 

 


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