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domingo, marzo 31, 2024

El general José María Melo de Darío Ortiz Vidales

 

 Armando Moreno Sandoval

El tolimense chaparraluno José María Melo está de regreso desde que el presidente Gustavo Petro hace unos meses dijo que tocaba repatriar sus restos. Es el único expresidente que no está en suelo colombiano. Las voces en pro y en contra no se han hecho esperar. Hasta en Chiapas (México) donde murió ejecutado la madrugada del 1 de junio de 1860 por un pelotón de fusilamiento han tomado partido. De aquí no lo sacan, han dicho los lugareños. Lo consideran en esas tierras lejanas un héroe.  

Mientras las voces melistas se ponen de acuerdo, cierto es, que la historiografía tampoco lo está en cuanto a su pensamiento. Pues el ilustrísimo general Melo, que se sepa, prácticamente no dejó nada escrito como sí lo hicieron otros contemporáneos suyos como Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Salvador Camacho Roldán, José Manuel Groot, Aníbal Galindo y pare de contar porque la lista es larguísima.

No obstante, existe en el ámbito historiográfico una obra que puede considerársele fundacional ya que fue publicada en mayo de 1980, hace 44 años. Se trata la que escribió el chaparraluno Darío Ortiz Vidales: José María Melo. La razón de un rebelde.

Vidales es de los pocos intelectuales que ha dado el Tolima. Siendo muy joven, recién graduado de antropología en la Universidad Nacional de Colombia, lo conocí en Ibagué en compañía de excombatientes del M-19. Ese mediodía en un restaurante en la mitad de la calle 13 entre carreras 3 y 4 comimos frijoles con pezuña de marrano. De una erudición arrolladora, ese medio día hablaba del futuro del M-19. Con el correr de los tiempos, siendo ya profesor de la Universidad del Tolima, viéndolo bajar por la carrera 3 hacia la calle 15, me preguntaba cómo un hombre de conocimiento tan universales estaba atrapado por el licor.

Ahora que he leído de nuevo su libro, no entiendo cómo diablos para comprender el siglo XIX, este texto de Melo que nos ha dejado para la posteridad no es de consulta obligada por los colombianos, los tolimenses y el mundo.

El Melo de Ortiz Vidales tiene una lectura cadenciosa y tiene la virtud de dejarse leer sin contratiempos. Mas que retratarnos un Melo de carne y hueso, a la manera como se deben escribir las biografías, lo que se encuentra es un Melo que está inserto en la época que le tocó vivir.

Como de Melo no sabemos cuál era su manera de pensar, Ortiz Vidales en vez de especular, lo que hace es contextualizarlo en la época. Por ello, en su primera etapa de su vida, la de sus primeros veinte años, lo ubica peleando al lado o bajo las órdenes de Simón Bolívar en las guerras de Independencia.

Para ubicarlo en la época recurre a terceras personas. Algunas de ellas que estuvieron al lado de él, y otras, que sin haber sido participes en las batallas se atrevieron a dar cuenta de los hechos.

Otra de las épocas de Melo y qué poco da cuenta Vidales por carecer de fuentes escritas es cuando emigra desterrado hacia Europa, viviendo allí ve de primera mano los estragos que estaba causando la revolución industrial. Todo hace suponer que esa cotidianidad lleva a Melo a tomar partido por los desposeídos. Y es cuando uno entiende por qué a mediados del siglo XIX se alía con los artesanos para promover el levantamiento contra el libre comercio que la naciente burguesía neogranadina quería implantar e implementar.  

La manera como Vidales da cuenta de lo que estaba pasando a mediados del siglo XIX, es a mi manera de ver de una síntesis majestuosa. Nos explica cómo el libre comercio contra viento y marea dinamiza la economía, destruye las antiguas formas de producción y, como si fuera poco, da cuenta cómo fue el surgimiento del proletariado.

Si alguien quiere comprender ese periodo, Vidales, explica, echándole mano al marxismo, cómo la abolición del monopolio del Estanco del Tabaco es la causante de la consolidación de una burguesía y de un proletariado que quiere romper con las cadenas del pasado. Es decir, con las antiguas formas de producción. Ya que al liquidarlas liberó al indígena, al campesino de las relaciones de producción y ya libres de ataduras salen en manada para vender la fuerza del trabajo al mejor postor.

Leyéndolo uno entiende cómo la liberación de los esclavos era una exigencia de la naciente burguesía, ya que al abolirse el monopolio del tabaco da paso al surgimiento de la libre empresa y a la demanda de una mano de obra asalariada. Es lo que explica la necesidad de una sociedad sin esclavos. Igual pasó con la liquidación y la apropiación de las tierras comunales y los ejidos. Era necesario liberar esa mano de obra de esos medios de producción precapitalistas ya que los nuevos entornos productivos los esperaban con los brazos abiertos. Ahí están el comercio globalizado, la navegación a vapor, las fábricas, etc., etc.

Esta revolución que pudiera llamarse burguesa es la que genera a mediados del siglo XIX el inconformismo de quienes querían seguir atados al pasado. Pues las nuevas formas de producción que el libre comercio y la libertad de empresa generó, pues tenía que arrasar y destruir lo antiguo, es que aparece Melo junto a los artesanos para reivindicar exigencias como la de “Pan, trabajo o muerte”. Consigna que tuvo que generarle recuerdos en su pasado andariego por Europa, cuando los tejedores de Lyon (Francia), a decir de Vidales, enarbolaban pendones con el lema “vivir trabajando o morir luchando”. Pues el libre comercio destruía la economía artesanal a cambio de productos importados y, de paso, generando una mano de obra suelta y libre que la naciente burguesía necesitaba

Es en defensa del antiguo modo de producción, y como magistralmente lo explica Vidales en su libro, Melo con los llamados “democráticos” y los artesanos, y ante la falta de decisión del entonces presidente de la República el general José María Obando para salir en defensa de los más débiles, decide deponerlo a través de un golpe de Estado. Interpretado por algunos como una “dictadura social” que arranca con una guerra civil a partir del 17 de abril hasta el 4 de diciembre de 1854.

Vidales cree que Melo por estar defendiéndose con su ejército, los artesanos y los “democráticos” no pudo gobernar. Una situación como la que enfrentó era imposible saber qué pretendía.

Derrotado Melo por las fuerzas militares de la burguesía naciente y de los políticos amangualados a ella es que tiene que salir de nuevo desterrado. Los seis años siguientes que le quedan de vida, por los testimonios de quienes lo vieron o escucharon hablar de él, se le ve participando activamente como militar en los países de Centroamérica.

Vidales dice que de ese periodo se sabe poco. Algo así como titulares de prensa como cuando se le ve tomando bando al lado del presidente mejicano Benito Juárez para luchar contra William Walker, el mercenario gringo que quiso anexar a Centroamérica al naciente imperialismo del norte.

Aparte de las interpretaciones y controversias que genera el general Melo, lo que interesa por ahora es que en menos de dos años han salido dos libros que honran su memoria. Uno de ellos es el de José Evelio Páez Bonilla: General José María Melo. Prócer, Adalid, Precursor, Héroe, editado en el 2023. El más reciente es el de Heladio Moreno Moreno: General José María Melo, el rayo de América. La presencia de la masonería en las guerras de Independencia, editado este 2024.

Libros que, por supuesto, tendrán su espacio en la Feria del Libro de Bogotá.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante conocer el texto del maestro Vidales