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martes, noviembre 30, 2010

Alcaldías: gravitando entre la desidia y el abandono

Editorial

El pasado 31 de octubre se cumplió el tiempo para que los funcionarios públicos que han de aspirar a cargos de elección popular renuncien. Pero también esta fecha señala el pistoletazo que da inicio a la campaña electoral que terminará en octubre del 2011 con la elección de los nuevos gobernadores, diputados, alcaldes y concejales.

Estas elecciones tienen un tinte que las hacen especiales debido a que son regionales. La elección que genera más pasión y odio es la de alcaldes. La razón es muy sencilla de explicar: quien salga elegido tiene un podercito que gira alrededor del presupuesto. Desgraciadamente en Colombia este podercito que genera controlar el presupuesto ha llevado a un mar de corrupción y a un desangre en las finanzas.

La mayoría de los municipios que han pasado, están o van a llegar a la ley 550 obedece porque los funcionarios que administraron el presupuesto público lo manejaron como si la plata fuera de ellos. Si hay un municipio para mostrar como ejemplo ese es Mariquita. Para nadie es un secreto que cuando llegó a la alcaldía de Mariquita un señor llamado William Rubio Galeano, en complicidad con el concejo de la época, se dio el lujo de endeudar al municipio por más de 10 mil millones de pesos. Años después el municipio entraría en la ley 550 y los contribuyentes mansamente sin decir ni pio pagaron dicha deuda. Incluso fue reelegido.

Otro municipio que no se queda atrás y que está punto de entrar en la ley 550 es Honda. Los hondanos podrían preguntarse en dónde están invertidos los empréstitos que hicieron los entonces alcaldes Hernán Naranjo y Fabio Torres. O para volvernos más serios, qué ha pasado con los dineros del acueducto regional que desde la época de ex-alcalde Alonso Montero se empezó la obra y todavía no se ha terminado.

Lo que molesta del despilfarro de miles de millones de pesos es que el Estado colombiano fue incapaz de averiguar quiénes podrían haber sido los responsables de tan abultado abuso y desgreño administrativo. No ha habido culpables. Pero lo que sí es cierto es que tanto Mariquita como Honda desde hace unos años para acá han estado gravitando entre la desidia y el abandono.

Ya es hora que quienes ejercen el derecho al voto se concienticen por elegir alcaldes idóneos y con hojas de vida intachables. Es hora de que se deje de votar con el corazón. Es hora que se deje de decir que se va a votar por el “supuesto” amigo. Más bien, ha llegado la hora que se vote con el peso que da la razón. Pues en este ejercicio sano el ciudadano habría de votar por aquel que ha de representar los verdaderos intereses del municipio.

Y no como ha sucedido hasta ahora, que el ciudadano sin valorar lo que significa el voto, termina por elegir a quien fue segundo en las pasadas elecciones. O en el peor de los casos al charlatán, al payaso de la democracia, al lenguaraz, al ladrón de cuello blanco y perfumado, al timador de la palabra, o, para decirlo sin pelos en la lengua: eligen al quien quiere enriquecerse con el dinero de los contribuyentes. Por desgracia este es el retrato de la gran mayoría de los municipios de Colombia.

En Honda como en Mariquita hay quienes insisten en querer volver a la alcaldía. La pregunta es para qué. En Honda el señor Alonso Montero demostró que como alcalde pocón, pocón. En Mariquita una señora que la tuvo el actual alcalde Juan Carlos Acero en su administración, y para más señas hermana del exalcalde William Rubio Galeano, quiere aspirar a la alcaldía. Ellos están en todo el derecho de ser candidatos. Pero con el prontuario de estos dos ex alcaldes —uno apoyando y el otro aspirando— es poco halagador el panorama de estos dos municipios.

No obstante, en Honda hay un aspirante a la alcaldía que demostró cuando fue funcionario en la gobernación del Tolima que tiene todas las credenciales para ser un buen alcalde. Se llama Edilberto Pava Cevallos y ojalá los hondanos valoren la hoja de vida de este joven hondano que podría enderezar la ya bastante alicaída Honda.

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