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viernes, abril 08, 2022

Los vientos triunfalistas del Pacto Histórico

 Armando Moreno Sandoval


Una de las razones en el siglo XIX para que las guerras civiles en Colombia nunca acabaran era que los pactos se hacían entre jefes. Unos cuantos se reunían bajo un toldo, ya fuera de día o de noche, y, en un cerrar de ojos, pactaban el fin de la guerra. Las consecuencias de este estilito propio de quienes se creen dueños de los “rebaños” humanos era que el “populacho” que servía de carne de cañón sintiéndose engañado, frustrado, traicionado, abría en un pestañeo un nuevo frente de combate.

Es lo que explica por qué durante buena parte del siglo XX y de lo que va el siglo XXI los grupos armados siguen tan campantes echando bala y matando a mansalva. Por mucha retórica que echen los políticos, intelectuales y pazólogos, todo parece indicar que existe un gen en el colombiano que se niega a aceptar autoridad alguna.

Lo que ha pasado en los últimos setenta años en Colombia con los grupos armados que vendían la felicidad a punta de secuestros y bala, así lo confirma. De nada han servido los procesos de paz con el EPL, el M-19 y las FARC-EP. Pues, gústenos o no, ahí están las famosas disidencias que, como sucedió en el siglo XIX, desconociendo la autoridad de sus “jefes” prefirieron desconocer los acuerdos para seguir con las mismas.  

Esto que ha pasado con los grupos armados se repite de igual manera con los partidos y movimientos políticos. Desde cuando el requetegodo Álvaro Gómez Hurtado con su Movimiento de Salvación Nacional y décadas más atrás Alfonso López Michelsen con su Movimiento Revolucionario Liberal le dieron por abrirle tronera a los Partidos Conservador y Liberal, las disidencias no han dejado de parar. Hay partidos y movimientos políticos para todos los gustos y disgustos.

Pero lo bueno de este desmadre de grupos políticos es que el “populacho” echa para donde le da la gana. Aunque en estos días hemos visto que, mientras los tales “jefes” por lo alto hablan de alianzas, las llamadas “bases” jalonadas por algunos “subjefes” creyéndose con autoridad migran hacia otros partidos. Es lo que está pasando con el Partido Liberal o la Alianza Verde que, sin que los altos “jefes” aún no han decido con cuál candidato a la presidencia se van a ir, los llamados “subjefes” han decido con quién irse. Fue lo que pasó en el Tolima con los “subjefes” del Partido Liberal que, en rebeldía con el gamonal mayor del liberalismo, hicieron rancho aparte.

Pero lo que no saben estos “subjefes” de pacotilla es que el “rebaño” no es dócil. Estos mismos “subjefes” en su delirio político al alinearse con tal o cual candidato a la presidencia pretenden hacerle creer al “rebaño” cuál es el ganador.

Una mirada a las cifras de las elecciones del pasado 14 de febrero para el Senado en Colombia demuestran que quienes trinan en twitter, whatsapp, facebook, etc, lo hacen siguiendo la alharaca de quienes van a una manifestación. Son pancartas virtuales que están alejadas de toda realidad.

Si bien es cierto que en esta era de la Postverdad el lenguaje al resignificar los hechos engaña y aturde a la gente, otra cosa es cuando se resignifican esos mismos hechos para cuestionar esa misma verdad que ciegamente intentan imponer.

En el departamento del Tolima el gran ganador fueron los votos no marcados, nulos y blancos que sumados dan 73.906 votos. Superados por el Partido Conservador con sus 178.300 votos, los demás partidos quedaron en pañales, que, como el Pacto Histórico solo alcanzó la cifra de 48.600 votos.

Una pesquisa aleatoria a tres municipios al norte del departamento del Tolima (Honda, Mariquita y Armero-Guayabal) indica que sus electores tienen otros sueños e ideas que no coinciden con lo que dicen los medios, los analistas convidados de piedra y los fans.

En estos tres municipios de un total de 27.704 electores potenciales los votos no marcados, nulos y blancos alcanzaron la cifra récord de 4.502 votos.

Pero lo que más interesa aquí es como se comportaron sus 24.434 electores con sus votos válidos en dichos municipios. Es curioso cómo solo tres partidos —el Partido Conservador con 5.640, el Centro Democrático con 6.127 y Cambio Radical con 3.988— alcanzaron la suma de 12.755 votos, equivalente al 80.58% de los votos válidos. Si contrastamos esta cifra con la votación del Pacto Histórico en los mismos tres municipios señalados —2.478 votos, equivalente al 19.42%— la pregunta que nos asaltaría es el porqué de la algarabía triunfalista en las toldas del Pacto Histórico cuando las cifras están reflejando otra realidad.

Aunque este comportamiento se refleja casi que, en todo Colombia, entre las muchas conclusiones a que se puede llegar es que, en tiempos en que se ha instalado la Postverdad en la sociedad, es sumamente dañino para la salud mental esos aires triunfalistas. Y, como dice el refrán popular, eso de ensillar la bestia sin haberla comprado no es nada bueno.

Este ejercicio electoral parroquial, pero demasiado importante porque nos muestra una tendencia, nos lleva a pensar en esos fans petristas que, al no razonar con cifras, están convencidos que lo que ellos dicen es la verdad.

Incluso, es muy posible que en el chip mental de los fans petristas no haya espacio para la derrota. ¡Que peligro!

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