Armando Moreno Sandoval
En este siglo XXI los libros ya no
llegan en avión, ni en barco. Internet y las web alojan en plataformas
digitales lo que en el nuevo lenguaje se llama el libro digital (el ebook).
Mientras la discusión continúa entre los amigos del papel y el bando prodigital, cierto es que las editoriales no siempre están interesadas en que toda la producción literaria, científica y tecnológica sea editada en papel.
Mientras esta sea la realidad, las
ferias de libros en Latinoamérica serán un buen pasatiempo. La razón sencilla
de entender: muchos y excelentes temas por estas tierras nunca verán el papel.
Tras pocos años de haberme
pensionado como profesor de la Universidad del Tolima, me he convencido de que
para saber dónde está la frontera del conocimiento no basta buscarlo en las
ediciones de papel, sino que este está en las bases de datos digitales.
Con mucha nostalgia estoy
abandonando el papel por lo digital. El lío está en que, si uno está ávido de
conocimiento de frontera, el único remedio es lo digital.
Lo que me pasó en días recientes fue
de maravillas. Y sucedió con El último sapiens, el libro escrito
por el periodista José Antonio Ruiz con prólogo del profesor Pedro Guillén. El
tema tratado es un ensayo de divulgación científica que explora el futuro de la
especie humana.
El libro se enfoca en cómo los
avances tecnológicos y científicos, especialmente en la manipulación genética,
están llevando al Homo sapiens a un punto de inflexión evolutiva.
En el apartado “La era de la
manipulación genética y el futuro humano”, los autores subrayan que, por
primera vez desde que se desarrolló el método científico, la humanidad tiene la
capacidad de alterar su propia evolución de manera intencionada. Esto se debe a
la secuenciación del genoma humano y a las nuevas técnicas de manipulación
genética.
Los autores argumentan que estas
tecnologías no solo permiten curar enfermedades genéticas, sino que también
abren la puerta a un futuro donde podríamos mejorar nuestras capacidades
físicas y cognitivas, creando un nuevo tipo de ser humano que, valga la paradoja,
ya no será Homo sapiens, sino otra cosa.
En el ítem que aborda la evolución
natural y la dirigida, los autores sostienen que, aunque tradicionalmente la
evolución ha sido un proceso ciego, impulsado por la selección natural, ahora
está entrando en una nueva fase, la dirigida. En este escenario, la especie
humana podría decidir deliberadamente qué características genéticas potenciar y
cuáles eliminar. Este poder sin precedentes plantea profundas preguntas éticas
sobre el tipo de sociedad que queremos construir y si deberíamos interferir con
el curso natural de la vida.
De ahí que los autores se
pregunten: ¿Qué pasará con la desigualdad si solo una parte de la población
tiene acceso a las mejoras genéticas? ¿Cómo definiremos lo que significa ser
“humano” cuando la línea entre lo natural y lo artificial se vuelva borrosa?
¿Podríamos llegar a un punto en que los humanos modificados consideren a los no
modificados como una especie inferior, tal como el Homo sapiens dominó a otras
especies de homínidos?
Así como están las cosas con los
avances científicos y tecnológicos, El último sapiens es un
llamado de atención sobre el poder que la humanidad ha adquirido y la necesidad
de una reflexión profunda sobre el futuro que estamos creando. Advierte que las
decisiones que tomemos hoy, en relación con la tecnología y la ética,
determinarán si nos convertimos en los artífices de una nueva era o si, por el
contrario, nos convertimos en la última versión de nuestra propia especie.
Sin embargo, hay quienes creen que
los posthumanos ya están deambulando por las calles sin que nos demos cuenta.
Algunos chistosos creen que en el mundo existen ya laboratorios clandestinos
donde algunos científicos se están divirtiendo a expensas de los genes.
La razón es muy simple de
explicar. Los que quieren que se les deje en paz y con manos libres se quejan
de que la ética y la moral se interponen cuando se trata de hacer nuevos
experimentos. Entonces, para evitar tanto grito en el cielo, prefieren el silencio
y el anonimato que el premio Nobel.
En todo caso, así suene a ciencia
ficción, el Homo sapiens está empezando a crear las herramientas científicas
que lo llevarán en un futuro a ser una especie en extinción… por decisión
propia.
Como afirma José Antonio Ruiz: “Si
empezamos a crear una estirpe diferente al Homo sapiens, el Homo sapiens
comenzará inevitablemente a ser una especie en proceso progresivo y paulatino
de extinción”.
Esta afirmación no es una metáfora
ni una hipótesis futurista: es una advertencia basada en hechos científicos
actuales. El último sapiens no será víctima de una catástrofe natural, sino de
su propia ambición biotecnológica.
Entretanto, la autonomía humana
está en peligro de convertirse en una ilusión. La neurotecnología y la
inteligencia artificial están comenzando a intervenir en los procesos mentales
más íntimos: emociones, decisiones, percepciones. Si estas tecnologías se
integran sin límites éticos claros, la voluntad individual podría quedar
subordinada a algoritmos, implantes o sistemas de control cognitivo.
La pregunta que deja el libro es
brutal: ¿Puede seguir siendo libre una mente intervenida?
Pues la autonomía, piedra angular
de la dignidad humana, corre el riesgo de diluirse en un futuro donde las
decisiones ya no sean enteramente nuestras, sino el resultado de una
programación externa.
Como diría Cantinflas:
"¿Quién dijo miedo?".