INTRODUCCIÓN
Armando Moreno Sandoval
Universidad del Tolima
Debo señalar que mi libro Minería y sociedad en la jurisdicción de Mariquita: reales de minas de Las Lajas y Santa Ana, y que presento a la comunidad en general, se hizo prácticamente a partir de las fuentes documentales del Archivo General de la Nación. La razón esta en que la mayoría de los trabajos sobre minería tratan sobre la explotación aurífera y, muy poco, de la minería argentífera.
En cuanto a la minería de la antigua jurisdicción de Mariquita, valga recordar que además del ya conocido trabajo clásico del historiador español Julián Ruiz Rivera, La plata de Mariquita en el siglo XVII: mita y producción, en los últimos años ha habido un interés en la minería de los reales de Santa Ana y Las Lajas, en particular los trabajos del historiador Heraclio Bonilla y de la historiadora Mónica Contreras .
Debo señalar que este trabajo de investigación toca aspectos que ayudan a entender cómo fue la actividad minera, tales como los aspectos sociales y administrativos de los reales, el uso de las tecnologías, el debate en torno al poblamiento de las minas, los métodos de beneficiar el metal, la crisis demográfica aborigen; como también, en las diferentes opiniones que tenían los funcionarios sobre la suerte de los mitayos y del futuro mismo de la explotación minera.
Considero que este trabajo es un complemento al de Julián Ruiz Rivera. Si Ruiz Rivera tomó para su interpretación datos procedentes de fuentes fiscales para reconstruir el monto de maravedíes y así determinar el monto de marcos de plata producido y señalar de este modo los altibajos de la producción de plata, o de tomar visitas para hacer recuentos demográficos y llegar a la conclusión que la producción de plata dependía de la cantidad de mano de obra mitaya, en mi caso, he preferido un material que el profesor Juan Friede había llamado documentos menores, es decir, aquellos que hacen alusión a los pleitos por posesión entre dueños de minas, pleitos por sucesiones, inventarios de minas e ingenios, probanzas, pleitos entre funcionarios, o los informes sobre dueños de minas, mineros, funcionarios o mitayos. Son fuentes que no ofrecen datos cuantificables pero que, a mi entender, ofrece otros datos confiables ya que el ejercicio de interpretar depende enteramente de las múltiples lecturas que se le hace al documento.
El trabajo esta dividido en seis capítulos. El primero hace alusión al escenario donde se desarrollo la explotación. También trata sobre las vías de comunicación. Hace énfasis especial en la construcción del camino de Santa fe a Mariquita, que se inicia a mediados de la segunda mitad del siglo XVI, y su posterior continuidad; como también el papel que desempeñaron los mercaderes, pues, ayuda a entender la dinámica que tuvieron los reales frente al comercio.
El segundo y el tercero tratan aspectos que tienen que ver con los conflictos que se suscitaron con la posesión, registro y explotación de las minas, y que de algún modo influyó en la explotación minera. También hace alusión a los informes que presentaban los funcionarios, los dueños de minas, pero en especial lo que aconteció en las alcaldías mayores de Alonso de Orozco y Andrés Pérez de Pisa, y en particular éste último, ya que su gestión como se podrá apreciar fue cuestionada por funcionarios, dueños de minas y por la corona misma.
En los capítulos cuartos, quinto y sexto contempla aspectos como el de las técnicas, los métodos y la producción. Debo señalar que estos capítulos se soportan en buena parte en la obra de Bakawell sobre Zacatecas. Si retomo a este autor obedece a que los datos que hacen referencias a las técnicas y métodos en las fuentes documentales tienen una gran coincidencia con las empleadas en Zacatecas en Méjico.
También trato aspectos que tienen que ver con el desarrollo de la tecnología en el siglo XVI, de cómo los mineros asimilaban los cambios tecnológicos, o si ellos estaban al tanto de los adelantos tecnológicos de la época, lo cual sirvió para explicarnos que los volúmenes de extracción, como el rendimiento que daba la plata en bruto estaban asociadas también a los adelantos tecnológicos de la época.
Desafortunadamente los registros por real no se encuentran, como tampoco se encuentra cuál fue el método que más se impuso. Este problema no se pudo aclarar, pero, lo que sí está claro es que los dos métodos, el de función y amalgamación, además de que fueron tema de discusión entre los funcionarios y mineros de la época, se empleaban indistintamente.
En cuanto a la aplicación de las técnicas y métodos, la lectura de las fuentes indican que los mineros y beneficiadores estaban un poco atrasados respecto de los avances científico-técnicos de la época. Infortunadamente el Nuevo Reino de Granada no gozó de hombres de ciencia que dieran cuenta de cómo mejorar la producción minera como sí aconteció en otras latitudes. Por ejemplo, la historia de la ciencia ha señalado como inventor del “beneficio por patio” a Bartolomé Medina, quien vivió en la Nueva España. Su método lo probó en Zacatecas. Igual aconteció en el Perú con Alonso Barba quien en 1637 escribió una obra monumental para la historia de la minería titulada El arte de los metales.
A cambio de hombres que estuvieran al tanto de los conocimientos científicos y tecnológicos de la época, lo que sí se dio, como lo señalo en el capitulo IV, fueron funcionarios que pensaban en cómo reglamentar el funcionamiento de las minas. Es posible intuir en algunos funcionarios una actitud reglamentarista, en el sentido de querer establecerle leyes a cualquier problema. Tan así es que cada funcionario que visitaba los reales terminaba por pregonar sus propias ordenanzas. Esto puede tener varias explicaciones: una, que la situación social y económica de las minas era muy cambiante, obligando a los visitadores a repensar en las ordenanzas anteriores. Lo que conllevaría, según lo señalado, a deducir que efectivamente las ordenanzas eran un reflejo de lo que estaba aconteciendo en el medio. La otra posibilidad es considerar que el funcionario en un afán por justificar la visita, o porque no el de hacer valer su autoridad, le daba por reglamentar nuevas ordenanzas. Sean cuales fueren las pretensiones, antes de que se erigieran los reales de Santa Ana y Las Lajas, al trabajo en las minas se le aplicaron las ordenanzas de 1570, que tuvieron un carácter general para todo el Nuevo Reino de Granada. Luego vendrían las de Antonio González en 1593, la de Enríquez en 1609, las de Juan de Borja en 1612 y las de Gabriel de Carvajal en 1627, todas ellas tuvieron una aplicación particular.
Es necesario señalar que en 1719, definitivamente, se produce la suspensión de la mita y sólo hasta finales de la década de los 80’s, con José Celestino Mutis y Juan José D´Elhúyar se activan de nuevo las minas. Con las guerras de Independencia su explotación de nuevo caería en el abandono. Sólo hasta la segunda mitad del siglo XIX, con ingleses y alemanes, las minas volverían a ser reactivadas laboralmente, investigaciones que están a la espera de realizarse.
Finalmente, debo agradecer al departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del Tolima el tiempo necesario para realizar la investigación.
Sería insensato de mi parte desconocer la colaboración de los funcionarios del Archivo General de la Nación en Bogotá, con ellos tengo una deuda de gratitud.
Universidad del Tolima, septiembre del 2006
Armando Moreno Sandoval
Universidad del Tolima
Debo señalar que mi libro Minería y sociedad en la jurisdicción de Mariquita: reales de minas de Las Lajas y Santa Ana, y que presento a la comunidad en general, se hizo prácticamente a partir de las fuentes documentales del Archivo General de la Nación. La razón esta en que la mayoría de los trabajos sobre minería tratan sobre la explotación aurífera y, muy poco, de la minería argentífera.
En cuanto a la minería de la antigua jurisdicción de Mariquita, valga recordar que además del ya conocido trabajo clásico del historiador español Julián Ruiz Rivera, La plata de Mariquita en el siglo XVII: mita y producción, en los últimos años ha habido un interés en la minería de los reales de Santa Ana y Las Lajas, en particular los trabajos del historiador Heraclio Bonilla y de la historiadora Mónica Contreras .
Debo señalar que este trabajo de investigación toca aspectos que ayudan a entender cómo fue la actividad minera, tales como los aspectos sociales y administrativos de los reales, el uso de las tecnologías, el debate en torno al poblamiento de las minas, los métodos de beneficiar el metal, la crisis demográfica aborigen; como también, en las diferentes opiniones que tenían los funcionarios sobre la suerte de los mitayos y del futuro mismo de la explotación minera.
Considero que este trabajo es un complemento al de Julián Ruiz Rivera. Si Ruiz Rivera tomó para su interpretación datos procedentes de fuentes fiscales para reconstruir el monto de maravedíes y así determinar el monto de marcos de plata producido y señalar de este modo los altibajos de la producción de plata, o de tomar visitas para hacer recuentos demográficos y llegar a la conclusión que la producción de plata dependía de la cantidad de mano de obra mitaya, en mi caso, he preferido un material que el profesor Juan Friede había llamado documentos menores, es decir, aquellos que hacen alusión a los pleitos por posesión entre dueños de minas, pleitos por sucesiones, inventarios de minas e ingenios, probanzas, pleitos entre funcionarios, o los informes sobre dueños de minas, mineros, funcionarios o mitayos. Son fuentes que no ofrecen datos cuantificables pero que, a mi entender, ofrece otros datos confiables ya que el ejercicio de interpretar depende enteramente de las múltiples lecturas que se le hace al documento.
El trabajo esta dividido en seis capítulos. El primero hace alusión al escenario donde se desarrollo la explotación. También trata sobre las vías de comunicación. Hace énfasis especial en la construcción del camino de Santa fe a Mariquita, que se inicia a mediados de la segunda mitad del siglo XVI, y su posterior continuidad; como también el papel que desempeñaron los mercaderes, pues, ayuda a entender la dinámica que tuvieron los reales frente al comercio.
El segundo y el tercero tratan aspectos que tienen que ver con los conflictos que se suscitaron con la posesión, registro y explotación de las minas, y que de algún modo influyó en la explotación minera. También hace alusión a los informes que presentaban los funcionarios, los dueños de minas, pero en especial lo que aconteció en las alcaldías mayores de Alonso de Orozco y Andrés Pérez de Pisa, y en particular éste último, ya que su gestión como se podrá apreciar fue cuestionada por funcionarios, dueños de minas y por la corona misma.
En los capítulos cuartos, quinto y sexto contempla aspectos como el de las técnicas, los métodos y la producción. Debo señalar que estos capítulos se soportan en buena parte en la obra de Bakawell sobre Zacatecas. Si retomo a este autor obedece a que los datos que hacen referencias a las técnicas y métodos en las fuentes documentales tienen una gran coincidencia con las empleadas en Zacatecas en Méjico.
También trato aspectos que tienen que ver con el desarrollo de la tecnología en el siglo XVI, de cómo los mineros asimilaban los cambios tecnológicos, o si ellos estaban al tanto de los adelantos tecnológicos de la época, lo cual sirvió para explicarnos que los volúmenes de extracción, como el rendimiento que daba la plata en bruto estaban asociadas también a los adelantos tecnológicos de la época.
Desafortunadamente los registros por real no se encuentran, como tampoco se encuentra cuál fue el método que más se impuso. Este problema no se pudo aclarar, pero, lo que sí está claro es que los dos métodos, el de función y amalgamación, además de que fueron tema de discusión entre los funcionarios y mineros de la época, se empleaban indistintamente.
En cuanto a la aplicación de las técnicas y métodos, la lectura de las fuentes indican que los mineros y beneficiadores estaban un poco atrasados respecto de los avances científico-técnicos de la época. Infortunadamente el Nuevo Reino de Granada no gozó de hombres de ciencia que dieran cuenta de cómo mejorar la producción minera como sí aconteció en otras latitudes. Por ejemplo, la historia de la ciencia ha señalado como inventor del “beneficio por patio” a Bartolomé Medina, quien vivió en la Nueva España. Su método lo probó en Zacatecas. Igual aconteció en el Perú con Alonso Barba quien en 1637 escribió una obra monumental para la historia de la minería titulada El arte de los metales.
A cambio de hombres que estuvieran al tanto de los conocimientos científicos y tecnológicos de la época, lo que sí se dio, como lo señalo en el capitulo IV, fueron funcionarios que pensaban en cómo reglamentar el funcionamiento de las minas. Es posible intuir en algunos funcionarios una actitud reglamentarista, en el sentido de querer establecerle leyes a cualquier problema. Tan así es que cada funcionario que visitaba los reales terminaba por pregonar sus propias ordenanzas. Esto puede tener varias explicaciones: una, que la situación social y económica de las minas era muy cambiante, obligando a los visitadores a repensar en las ordenanzas anteriores. Lo que conllevaría, según lo señalado, a deducir que efectivamente las ordenanzas eran un reflejo de lo que estaba aconteciendo en el medio. La otra posibilidad es considerar que el funcionario en un afán por justificar la visita, o porque no el de hacer valer su autoridad, le daba por reglamentar nuevas ordenanzas. Sean cuales fueren las pretensiones, antes de que se erigieran los reales de Santa Ana y Las Lajas, al trabajo en las minas se le aplicaron las ordenanzas de 1570, que tuvieron un carácter general para todo el Nuevo Reino de Granada. Luego vendrían las de Antonio González en 1593, la de Enríquez en 1609, las de Juan de Borja en 1612 y las de Gabriel de Carvajal en 1627, todas ellas tuvieron una aplicación particular.
Es necesario señalar que en 1719, definitivamente, se produce la suspensión de la mita y sólo hasta finales de la década de los 80’s, con José Celestino Mutis y Juan José D´Elhúyar se activan de nuevo las minas. Con las guerras de Independencia su explotación de nuevo caería en el abandono. Sólo hasta la segunda mitad del siglo XIX, con ingleses y alemanes, las minas volverían a ser reactivadas laboralmente, investigaciones que están a la espera de realizarse.
Finalmente, debo agradecer al departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del Tolima el tiempo necesario para realizar la investigación.
Sería insensato de mi parte desconocer la colaboración de los funcionarios del Archivo General de la Nación en Bogotá, con ellos tengo una deuda de gratitud.
Universidad del Tolima, septiembre del 2006