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sábado, diciembre 03, 2022

La existencia humana a través de las diferentes épocas o tiempos

José Orlando Velásquez Molina

José Orlando Velásquez
Cada generación tiene sus propios afanes. Hacia finales de la década del 60 del siglo XX era común ver en los zarzos de las casas de las fincas o de los pueblos ataúdes rústicos que daban terror observarlos. Pero uno siendo niño preguntaba a los adultos ¿para qué era? y contestaban: que para cuando él o algún familiar muriera, darle cristiana sepultura. O sea, que se iba preparando para cuando le llegase el día de partir de este mundo terrenal. Pasaron los años y todo fue cambiando y nuestros amigos entrados en años fueron guardando monedas de $50 en baúles para cuando fallecieran tuviese con qué costear el sepelio. Pero como no ha de faltar los hijos sobresalientes cuando el padre fallecía, en esos instantes de dolor el sobresaliente ingresaba a la casa y se alzaba con el botín, digo mal con el baúl y sin el más mínimo escrúpulo.

Laguna del Silencio
Llegamos a finales del siglo XX y comienzos del XXI y la humanidad mucho más organizada tiene servicios exequiales que se encargan de todo lo relacionado con la sepultura del difunto o la difunta, ya sea en bóveda o tierra, o, el servicio de cremación. Hasta aquí todo bien. Pero cuando uno escoge en vida la cremación muy pocos reflexionamos qué hacer con nuestras cenizas y no dejamos un testamento en el que decidimos la suerte de nuestras cenizas: si queremos engrosar las arcas de la curia o que nuestras cenizas tengan otro destino.

Mi testamento:

Cataratas del Medina
Yo, José Orlando Velásquez Molina, deseo que mis cenizas sean esparcidas en el territorio que me vio crecer, así: un puñado de las cenizas en el bosque municipal de Mariquita que hace parte de la reserva nacional protectora quebrada San Juan, El Peñón; un puñado en las cataratas del río Medina por ser el río donde aprendí a nadar y que lo disfrute durante mi existencia. Otro puñado en la hermosa laguna del Silencio, sitio encantador que invita a vivir y a escribir poesía, y por haber disfrutado de la pesca de sus mojarras, caloches, dentones y el introducido tucunaré. Otro puñado en la quebrada la Figueroa sitio al cual el sabio José Celestino Mutis se trasladaba en su mula para ver la quina amarilla de Mariquita (Tierra caliente).

Para los que lean este testamento y conozcan la región comprenderán que los sitios corresponden a los cuatro puntos cardinales y como mensaje a nuestras futuras generaciones: que amen y disfruten su región como yo lo hice”.

Como pueden ver estos cuatro puntos cardinales coinciden con los cuatro elementos, ya que mis cenizas pasarán por fuego, agua, aire y tierra.

sábado, octubre 22, 2022

Izquierda glamurosa

Armando Moreno Sandoval

A muchos les disgusta la postverdad, sobre todo a los intelectuales glamurosos que aun insisten en llamarse de izquierda. A mí personalmente me encanta, si es para resignificar los hechos y descubrir otras verdades.

Antes que anochezca (Tusquet Editores) la autobiografía del escritor cubano Reinaldo Arenas desvela otras verdades. Terminar sus 343 páginas implica correr el velo de la falsedad que, por más de medio siglo, se empeñaron en vendernos quienes aplaudían la revolución cubana sin tomar distancia de ella.

Algún esbirro de izquierda podría decir que la autobiografía de Reinaldo Arenas es una sartalada de mentiras. Tienen todo el derecho de pensarlo así. Pero lo que no pueden negar esos esbirros es que, si fueran falsedades, no existiría esas otras voces que siguen denunciando las atrocidades que llevo a cabo el castrismo y su revolución cubana.

Una de esas voces fue la del poeta y jesuita nicaragüense Ernesto Cardenal. Su libro En Cuba (Círculo de Lectores) escrito a raíz de una visita a comienzos de la década del 70 es una loa a la revolución cubana, no obstante, en el deja ver en lo que se convertiría ese sueño revolucionario décadas después: prisión para quienes pensaran diferente a la doctrina comunista, ausencia de libertad, persecución a homosexuales y lo más asquiento, cómo la niñez era raptada de sus familias para adoctrinarlos en la fe de la nueva sociedad. Del poeta Cardenal nadie puede chistar ni mu. Ayudó como militante del Frente Sandinista de Liberación a derribar la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua. Otra cosa es que esa revolución que ayudó a gestar hubiese terminado, como tantas otras revoluciones de derecha o izquierdistas, en otra tiranía.

Como lo han dicho miles de voces a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, y de lo que va del siglo XXI, lo cierto es, que la revolución cubana generó varios bandos. Uno de ellos es el que aplaude ciegamente los horrores de la revolución. De ese bando es que da testimonio el escritor Reinaldo Arenas. Pues en sus páginas da cuenta cómo esos intelectuales que vivían bajo la libertad en el capitalismo se hacían los de la vista gorda ante los horrores que se cometían a nombre de la revolución.

Por mis mejillas corrieron lagrimas al enterarme que esos escritores de meñique levantado cuando toman güisqui y que en mi juventud leí con devoción fueron incapaces de ser críticos con la revolución. Ahí están Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Ángel Rama, Mario Benedetti, Eduardo Galeano y Gabriel García Márquez, etc, etc. De este último dijo algo que genera miedo. Relató que en 1980 cuando se dio el desembarco de Mariel muchos cubanos que querían salir huyendo de Cuba a través del exilio fueron fusilados. García Márquez junto a Fidel Castro que presenció esos fusilamientos en vez de denunciarlos aplaudió ciegamente.

Lo que deja entrever también Reinaldo Arenas es ese comportamiento hipócrita del intelectual de izquierda y que hoy día se sigue reproduciendo como esa mala hierba que apesta: vivir en el capitalismo a sus anchas, pero haciéndole coquitos a la rebeldía social. ¿A qué viene esta reflexión? Pues el capitalismo que se nutre del mercado necesita de ese intelectual tibio, blandengue, de doble moral. Ya que ese comportamiento los hace super in. Para usar el lenguaje del siglo XXI los hace, según ellos, políticamente correctos.

Es lo que explica por qué la industria editorial capitalista apostó por esos escritores, ya que, al ser un escritor rebelde, que critica al capitalismo, que vive de él, pero que posa de comprometido con la causa revolucionaria, lo convierte en un postre de consumo para las ventas. Y detrás de esa farsa dantesca están los premios de literatura que se premian en el mundo capitalista y socialista. Por supuestos que los Nobel de literatura también, pues hacen parte de ese juego macabro.


Y fue exactamente lo que le pasó a Reinaldo Arenas. Primero bajo la dictadura de Fulgencio Batista y luego a partir de 1960 con el triunfo de la revolución hasta marzo de 1980 que huye aprovechando el desembarco de Mariel. Mientras vivió en Cuba bajo la persecución del régimen fue un escritor elogiado por la crítica literaria de Europa y Estados Unidos. Sus obras fueron traducidas a varios idiomas y, para colmo de males, sus novelas eran objeto de estudio en los Departamentos de Literatura en las universidades de elite gringas.

Pero la desgracia le llegó cuando puso el pie en el suelo capitalista. Al denunciar las atrocidades del régimen cubano, la izquierda intelectual glamurosa de caviar, güisqui, dólares y sofá le hicieron el feo, el quite. A medida que fue criticando al régimen castrista sus libros dejaron de ser objeto de estudio. El uruguayo Ángel Rama que vivió de gorra de los derechos de autor por la venta de libros del escritor Arenas, y que nunca le dio un dólar, dijo de él, que iba rumbo al ostracismo. Decía en el artículo que había sido un error haber abandonado a Cuba. Por supuesto, Rama vivía bajo la libertad que da el capitalismo.

A esta izquierda glamurosa le incomodaba que Arenas denunciara el autoritarismo castrista. Les causaba ronchas y malestar estomacal. Así descubrió que la tal izquierda era un pastiche, una imitación, una farsa. En fin, que eran unos impostores, algo así como es hoy en día la izquierda latinoamericana light y pupi de este siglo XXI.

Desde abril de 1980 que huye de Cuba hasta su muerte en New York en diciembre de 1990 descubrió en las entrañas del imperialismo gringo una fauna que en Cuba le era desconocida: los comunistas de lujo. Se refería a esos tíos pequeñoburgueses que llevan la revolución en el corazón, pero el capitalismo en el bolsillo. Esos mismos esbirros que para quedar bien en los cocteles usan un lenguaje que se hamaca entre la crítica al régimen y el aplauso a la revolución.

Los intelectuales glamurosos están en todo su derecho de hacerle loa a la revolución. Pero de lo que si estoy seguro es que no podrán negar que son genuflexos ante el poder. Cualquier poder, como lo dice Reinaldo Arenas, es reaccionario. No denunciar las sombras del poder es optar por el amaestramiento ideológico. Es optar por el bozal de la ideología que no permite mirar a los lados.

De los escritores e intelectuales que se quedaron viviendo a la sombra de la revolución dijo que se habían prestado para todo tipo de intrigas y componendas. Todo eso con el fin de aniquilar intelectual y físicamente a todo aquel que disintiera del régimen. Ahí en las páginas de su autobiografía los señalan como sayones al servicio del poder. Entre los más conocidos figuran Cintio Vitier, Nicolás Guillen, Fernández Retamar, Alejo Carpentier, etc, etc., y otros seres de mentalidad deforme que pasaron desapercibidos para el consumo capitalista.

Que no se equivoquen quienes piensan que el escritor Reinaldo Arenas fue un oportunista, un chisgarabís. Como Fidel Castro también echó tiros para obligar a huir de Cuba al dictador Fulgencio Batista. Dijo que no había habido ninguna revolución como le hicieron creer al mundo entero. Como dirían los postmodernos esta fue una construcción, un invento.

Maltratado por la izquierda capitalista e imperialista gringa pudo intuir sabiamente la diferencia entre el comunismo y el capitalismo. De esos sistemas, señaló: “…aunque los dos nos dan una patada en el culo, en el comunista te la dan y tienes que aplaudir, y en el capitalista te la dan y uno puede gritar…”.

Antes de terminar la declaración, y a sabiendas que causaría ronchas entre la izquierda glamurosa, dijo:

“… yo vine aquí a gritar”.

Siempre con la dignidad en alto no dejó de criticar la doble moral que caracteriza la izquierda que vive bajo la libertad del capitalismo. Acorralado por una enfermedad terminal que no lo dejaba en paz decidió suicidarse poniéndole así punto final a su vida.

miércoles, septiembre 21, 2022

Las tierras raras y el viejo nuevo Imperio

Armando Moreno Sandoval

Sabe Ud. ¿qué son las tierras raras? Ummm es muy posible que el lector se rasque la cabeza cavilando qué diablos es eso!


Pues bien. En días pasados la presidenta de la ComisiónEuropea, la señora Úrsula Von der Leyen, les decía a los asistentes de la Unión Europea que esta estaba rezagada frente a la extracción y al procesamiento de las tierras raras que, según los expertos, serán más importantes que el petróleo y el gas. Afirmaba también que estaban dependiendo energéticamente de otros. Ponía como ejemplo el gas ruso.

Si bien estas palabras hacían referencia al presente, el futuro que predecía era más incierto y negro.

La angustia que envolvían las palabras de la señora Úrsula Von der Leyen es que hacia un futuro cercano las tierras raras y otros minerales — como el litio, cobalto, titanio, bauxita— serán las materias primas que se van a utilizar para llevar a la cabo la transición energética hacia un mundo menos contaminante, más limpio.

Pero las tierras raras y los otros minerales no solo son para llevar a cabo la tan inevitable revolución verde, pues sin ellas sería imposible, sino que serán claves para la industria militar, aeronáutica, automotriz, espacial. Solo para que el lector tenga una idea, actualmente estas materias primas se usan para desarrollar chips para la realidad virtual, células de almacenamiento para instalaciones solares y todo lo digital que está en boga. Es más, el avance tecnológico que ha tenido, y que tendrá, el computador que usa, la tele para ver sus programas favoritos o el celular que tiene en sus manos, sería imposible sin estos minerales. etc, etc. Para decirlo en otras palabras: es el futuro.

Así como el petróleo generó toda una tecnológica para extraerlo y procesarlo, las tierras raras y los otros minerales requieren de nuevos conocimientos. Y es en este punto donde los organismos de la Unión Europea encargados de monitorear qué hacen los otros, terminaron dándose cuenta de que estaban quedándose rezagados del nuevo tren del progreso.

En este monitoreo de los organismos de inteligencia para fisgonear adelantos científicos y tecnológicos, descubrieron que el problema, como pasó con el petróleo y otras materias primas, no es dónde están los yacimientos, sino quién controla la actividad extractiva y su procesamiento. Lo que en nuestro entorno se conoce como cadena productiva: extracción, refinado, transformación y reciclado.

Aunque la recomposición de un nuevo imperialismo a través de una guerra mundial no es descartable, lo cierto es que por ahora el nuevo imperialismo se está dando por la vía de la ciencia y la tecnología. El ejemplo del petróleo es bien patético. El ayer enseñó que quienes tenían el petróleo eran los países pobres y miserables, pero quienes se beneficiaron de el fueron quienes desarrollaron la tecnología para extraerlo y refinarlo.

Esta historia con el petróleo es la misma que se está repitiendo con las tierras raras y los otros minerales.

El lio es que esta nueva realidad ha empezado a generar nuevas dependencias que puede estar atada a cualquiera de las distintas fases del proceso productivo. Un informe de la Comisión Europea del año 2020 demostró que, en el caso de las tierras raras, China roza el 90% del procesamiento global. Frente a las otras materias primas, China también es el primer procesador de titanio (45%), fósforo (74%), escandio (66%), entre muchos otros; y como si fuera poco también es el primer extractor de antimonio (74%), baritina (38%), fluorita (65%), etc. Ni hablar de lo qué están haciendo con el Hidrogeno.

Es muy posible, que, si Rusia no hubiese invadido a Ucrania generando una guerra insensata, la Unión Europa no se hubiese percatado de la ventaja que en estos nuevos temas les lleva la China al mundo.

¿Y Latinoamérica?

Existe una verdad irrefutable. Latinoamérica de lo que va de este siglo XXI, y parte del XX, ha estado gobernada, en su mayoría, por gobiernos de izquierda denominados progres. Lo paradójico es que esta izquierda la ha hundido en los mismos males que criticaban cuando decían que todo se debía al imperialismo yanqui: desempleo, hambre, miseria y más pobreza.

Latinoamérica ha dejado de existir para el mundo globalizado. No obstante, la gente sigue creyendo en las quimeras que le vende la izquierda progre. ¿Los han vuelto ciegos? Pero como dijo la señora Ursula Von der Leyen: “En la vida no basta con tener razón; es necesario que te la reconozcan”.

sábado, agosto 20, 2022

El hambre: entre la tecnología y la reforma agraria

 Armando Moreno Sandoval

La luna de miel del progresismo parece que acabará antes de tiempo. Las ideas del nuevo inquilino de la casa de Nariño, Gustavo Petro, han empezado a dar volteretas. Uno fue el discurso de posesión del 7 de agosto y otro lo que dijo una semana después en Cartagena ante la ANDI, el gremio empresarial colombiano. Quienes estuvieron allí lo aplaudieron por hipocresía. Algo han aprendido de los políticos, malabaristas en el engaño y la doble moral.

Más allá de las contradicciones de Petro, están también lo que expresan algunos subalternos suyos como es el caso de la ministra de Agricultura, la sibarita Cecilia López Montaño.  A ella le han encomendado la tarea de salvar a Colombia del hambre por la vía de la reforma agraria.

La desgracia de Colombia es que la gente que conoce de temas como el de la producción agrícola por lo general casi nunca llegan a un ministerio para trazar políticas de Estado. A los ministerios más bien llega gentes expertas en arengas políticas o en decir frases ampulosas para satisfacer montoneras desinformadas, así se hagan llamar doctores.

En aras del populismo, que no trae nada bueno para ninguna sociedad, la ministra Cecilia para justificar el déficit de producción agrícola, dio a entender que se resolvería regalando tierras por la vía de una reforma agraria.

Los expertos en producción agrícola han insistido que el lío no es regalando tierra para que sea productiva. Pues su producción depende de otros factores como el clima, las temporadas de lluvia y de sequía, la ausencia de vías terciarias en buen estado para sacar los productos de la finca, los intermediarios que son quienes fijan los precios al productor, la mentalidad premoderna del campesino, la migración del campo de la ciudad de las generaciones jóvenes, y, la más importante, cual es de que en Colombia la ciencia y la tecnología está en pañales. Frente a este panorama nada se saca con regalar tierra si no superamos estos líos. Ni mucho menos con frases populistas para impulsar la reforma agraria vía expropiación como cuando dice la ministra que en el país tiene más tierra una vaca que una familia campesina.

Creo que la carretica de la ministra Cecilia para que el país sea una despensa agrícola no es fácil. Solo el ítem
de ciencia y tecnología en la agricultura es suficiente para que todos los colombianos, sin excepciones, se rasquen la cabeza con un largo ahhhhhhhhhhh…

Cierto es que Colombia importa, entre 13 y 14 millones de toneladas de alimentos, es decir, el 30% de lo que consumimos. Pero la pregunta del millón es cómo, si los datos sobre rendimiento agrícola dicen otra cosa.

Según estudios de la Andi en Colombia el rendimiento del cultivo de la papa es de 21,4 toneladas por hectárea (tn/Ha), mientras en Argentina es 32,0 tn/Ha; Estados Unidos, 48,8 tn/Ha o Chile 24,7 tn/Ha. Pero no solo pasa con la papa. El arroz que es un cereal que los colombianos consumen todos los días, ni hablar. Países latinoamericanos como Brasil, Argentina, Perú o asiáticos como Vietnam o China en su producción superan a Colombia que escasamente tiene un rendimiento de 5 tn/Ha.

Lo mismo pasa cuando se compara el rendimiento productivo con otros cultivos como el cacao, el banano y la joya de la corona en la agricultura como el café.

Ni hablar del maíz tan esencial para bajarle el costo a la carne de cerdo, de pollo, de res, a los huevos y a la leche. La ministra Cecilia siempre habla a cuatro vientos que no podemos seguir importando maíz. Que tenemos que ser autosuficientes y que debemos pasar de 104.000 Ha a un millón de Has. Pero la pregunta es cómo y a qué horas…

Un estudio reciente demuestra que el rendimiento del maíz es igual de pobre como los demás productos. En el cuadro comparativo que trae el documento Maíz para Colombia. Visión 2030 señala que el rendimiento en el país es de 3.6 tn/Ha, mientras en Brasil es 5.6 tn/Ha; Argentina es 8.6 tn/Ha; Estados Unidos 11,0 tn/Ha.

Con estos rendimientos tan deprimentes a Colombia también le hace falta producción de conocimiento científico, el mismo que empezó a desarrollar occidente desde hace 200 años y que es tan esquivo en Colombia, así no gusten a los románticos que pregonan conocimientos alternativos propios de culturas prehispánicas y africanas.

Ejemplos de desarrollo agropecuario nos lo puede brindar Israel, un país más pequeño que el Departamentos del Tolima. La manera como corren la frontera del conocimiento da susto.

La empresa Soos, pionera en inteligencia artificial para la industria avícola, desarrolló hace poco un método que mediante ondas y vibraciones controla las células de incubación que afectan el proceso de desarrollo sexual de los embriones de pollo, transformando los embriones de macho en hembra, lo que evita la matanza de 7300 millones de pollitos macho por año.

Otra empresa es Tevel, que fabrica robot drones autónomos. Estos robots cosechan fruta por fruta siguiendo algoritmos que han maximizado la productividad y eficiencia del proceso.

Ni hablar de Nandi, una empresa que genera algoritmos de Inteligencia Artificial ha desarrollado un modelo para medir y mejorar la tasa de natalidad en el ganado y aumentar la previsibilidad sobre el proceso de preñez de las vacas.

Estos adelantos científicos y tecnológicos gústenos o no están orientados a aumentar la productividad y a paliar el hambre.

En Colombia está el departamento de la Guajira y allí todos los días se muere gente de hambre. Si bien es cierto que allí la agricultura escasea por sus condiciones desérticas, bueno recordar que los suelos de Israel fueron alguna vez peores o igual de desérticos a los de la Guajira.

Sería bueno recodarle al colombiano que la técnica del riego por goteo fue desarrollada por Israel, lo que les permitió transformar los suelos desérticos en territorio verde, pero, sobre todo aptos para la agricultura. Lo bueno de este sistema es que permite sortear dificultades y adaptarse a las necesidades de cada suelo.

Ejemplos como los descritos echan por tierra los delirios de la ministra de Agricultura. Así como está el campo en Colombia, un pedazo de tierra pueda que le sirva a la familia campesina para calmar el hambre, pero nunca para sacarlos de la pobreza.

Pero quienes aplauden estas propuestas tan feudales, se contentan con gritar que peor es nada…

sábado, julio 16, 2022

Miguel Samper Agudelo (1825-1899): precursor del republicanismo

 Armando Moreno Sandoval

Recuerdo la vez que, en un curso que impartí en el programa de Historia de la Universidad del Tolima, un estudiante inquieto que no tragaba entero, me inquirió diciéndome por qué la bibliografía que se leía en las asignaturas solo existía referencias de autores europeos. Le respondí que más que un problema de colonialismo mental y académico era la incapacidad que tenían las Ciencias Sociales para comprender nuestras mentalidades que, a decir verdad, son diversas.

Y es lo que explica en parte por qué los profesores que laboran en las universidades estatales lavan sus títulos académicos yéndose a cursar doctorados en universidades gringas o europeas. Y lo que es peor, cuando regresan y hablan, lo suelen hacer con un lenguaje enredado entre la lengua materna y la lengua en que adquirieron el doctorado. Este arribismo pequeño burgués por lo general se da entre los postgraduados en Ciencias Sociales. Es muy raro escuchar a un científico (en el campo de la física, biología, química o matemáticas, etc.) en estas nimiedades.

Esto no sucede solo en Colombia. Sucede en Latinoamérica, Asia, etc. Es el predominio del pensamiento europeo. Razón tenía el profesor Germán Colmenares cuando dijo en un curso de la Maestría en Historia Andina en la Universidad del Valle, que la historiografía colombiana era una extensión de la europea.

Aunque esta deuda por comprender nuestra realidad se ha venido saldando de vez en cuando con uno u otro texto, aún sigue siendo difícil hallar reflexiones que exploren el por qué Latinoamérica sigue dando vueltas como corcho en remolino. Por qué Latinoamérica sigue empantanada. Incluso uno podría atreverse a pensar para qué Ciencias Sociales si son incapaces de comprender nuestra forma de ser, de pensar, de actuar, esas maneras particulares de ver el mundo.

Alguien desde su propia orilla ideológica podría reprocharme que estoy pecando de arrogante. Respondería sin temor a equivocarme que, si en algo está fallando las Ciencias Sociales, es que quienes han encontrado en ellas un quehacer no son muy dados a la controversia, a disentir. Por el contrario, les gusta alimentar verdades absolutas.

Pienso que el libro Miguel Samper Agudelo. Un economista a contracorriente (Unión Editorial Colombia, 2022) de Mario Jaramillo que se presentó el pasado 3 de julio en la feria del libro de Honda (Tolima) es un abrebocas para reflexionar en torno del por qué Colombia no ha podido encontrar una buena brújula que la lleve a un buen puerto.

Más allá de caer en el cliché de que don Miguel Samper Agudelo vivió en Honda y tuvo sus negocios allí, la biografía tiene la particularidad de haber sido construida en una línea de tiempo que va desde la procedencia del apellido Samper hasta la muerte de don Miguel a finales del siglo XIX, exactamente en el año que comienza la Guerra de los Mil Días.

Una de las particularidades que tiene esta biografía es que fue escrita en contravía de las corrientes historiográficas que surgieron a partir de la década de los 80 del siglo XX, lo que se ha dado en llamar cultura popular, voces subalternas, etc.

Cuando digo contravía es porque, a mi manera de entender, Jaramillo le sirve en bandeja de plata al lector cómo pensaba la elite intelectual del siglo XIX.

Para escudriñar las ideas de don Miguel Samper, Jaramillo no solo se vale de los escritos del mismo biografiado, sino que recurre a fuentes secundarias tanto de la época como de quienes se han ocupado de comprender el siglo XIX, y así brindarnos una pintura de lo que fue dicho siglo.

Pero lo que más llama la atención es la manera como Jaramillo juiciosamente nos señala de quiénes fue que don Miguel Samper se nutrió intelectualmente para forjar luego sus propias ideas. Y por qué pensó así y no de otra manera. Brillante síntesis que nos hace Jaramillo ya que nos lleva a recrearnos a través de don Miguel Samper cuál eran las ideas que estaban en boga para la época. Es así como, a través del pensamiento de don Miguel Samper nos lleva a tropezarnos con las ideas de Ezequiel Rojas, Manuel Ancizar, François Quesnay, Adam Smith, Richard Cobden, William Gladstone, Juan de Mariana, Pierre Paul Leroy-Bealieu, John Stuart Mill y Alexis Tocqueville, entre otros.

Como en Colombia es muy dado que quien hace un comentario de un libro, una reseña, una crítica, más que a valorar el esfuerzo es a destruir, o, en el peor de los casos, a ningunear por qué no dijo esto o aquello, esta biografía tiene la particularidad de que al lector le instala la idea que para encontrar la brújula que antes mencioné, es necesario estudiar y comprender cómo fue que las elites pensaron a Colombia en el siglo XIX.

A medida que se lee el libro, Jaramillo deja unas rendijas que permite ir rumiando ideas halladas en otros libros. Piénsese para el caso nuestro El Pensamiento colombiano del siglo XIX de Jaime Jaramillo Uribe o este otro que las generaciones actuales poco han leído: Las ideas de Laureano Gómez de James D. Henderson.

Una de las tantas ideas que hay en el libro, y que es una enfermedad que aún existe en Colombia, es la afirmación que hacía don Miguel Samper a mediados del siglo XIX de la excesiva reglamentación y la exagerada desconfianza que tenía los dirigentes de los partidos políticos de las aptitudes ajenas.

Afirmación esta de don Miguel Samper que luego desarrollaría a mediados del siglo XX el historiador mejicano Edmundo O´Gorman en su libro La invención de América. Texto que curiosamente ha pasado desapercibido en las aulas de las universidades y que uno se pregunta por qué. ¿Mediocridad intelectual de los profesores? Vaya uno a saber…

Creo que Jaramillo sintetiza muy bien lo que O´Gorman da cuenta en su libro: que lo que hicieron las elites a través de las leyes, los códigos, los reglamentos, etc, etc, no tenía nada que ver con la realidad de la sociedad.  Es decir, que los Estados que surgieron estaban concebidos en el papel, pero que la sociedad iba por otro lado. Fueron Estados republicanos que se concibieron en el escritorio donde el grueso de la sociedad quedó excluida. Es lo que explica por qué a la muchedumbre poco le importó que era lo que esas elites estaban concibiendo.

Pero lo que da cuenta O´Gorman no es precisamente el pensamiento de don Miguel Samper. Fue la manera como las elites de mentalidad conservadora construyeron a Colombia. Que, a decir verdad, — y a excepción de las presidencias de Alfonso López Pumarejo— son las mismas mentalidades que se han instalado hasta este siglo XXI en el manejo del Estado.

Quienes han estudiado el pensamiento de don Miguel Samper dicen de él, que fue el precursor del republicanismo en Colombia. A pesar de que siempre estuvo a caballo entre su actividad empresarial y la política, pensaba que se debía construir un Estado donde este no se entrometiera en la vida privada de los ciudadanos. Un Estado liviano que no asfixiara al ciudadano con impuestos. Un Estado libre de los vericuetos de la reglamentación normativa. Un Estado que fuera garante de la creación de empresa, del libre mercado. Un Estado que garantizara la educación gratuita y la libertad de culto. Un Estado garante de la libertad política y el pensamiento.

Por supuesto que, en un siglo tan turbulento como fue el siglo XIX atrapado en guerras y en pasiones ideológicas, no siempre las ideas de don Miguel Samper catalogadas de revolucionarias triunfaron. Diversas fueron las leyes que él impulsó, pero vale una en particular cuando habiendo sido elegido a la Cámara de representantes por el Cantón de Mariquita, y siendo vicepresidente, se aprobó: la ley que abolió la esclavitud y que entró a regir a partir del 1 de enero de 1852.

Que no se equivoquen la dirigencia política de estos tiempos turbulentos del siglo XXI atrapados en los populismos de izquierda y derecha. La desgracia es que estos dirigentes siguen pensando la sociedad, el Estado y sus instituciones, exactamente como lo hacían las elites políticas retardatarias, reaccionarias y conservadoras que se opusieron a las ideas de don Miguel Samper en el siglo XIX. En nada hemos cambiado.

Seguimos dando tumbos…

martes, junio 07, 2022

El petrismo en el diván

 La pequeña burguesía y la izquierda pupí.

Armando Moreno Sandoval

Ohhh quien lo creyera… el viejo Carlos Marx, padre del comunismo, que tanto agradó a la pequeña burguesía está siendo canjeado por la filosofía postmoderna donde las clases explotadas y olvidadas casi no tienen cabida.  

Ver para creer, dijo el ciego.

Cuánta razón tenía Marx al desconfiar de la pequeña burguesía. Esa clase arribista de coctel, caviar y de buen whisky que, habla de la revolución en los cafés y alrededor de los manteles de los restaurantes cinco estrellas.

Si, así como se lee, es la mismísima izquierda pupí, cool, light que incapaz de seguir el proyecto revolucionario de los que dieron su vida en el monte —así estuviesen equivocados— prefirió acomodarse al neoliberalismo y a la repartición del billete que da el Estado.

Esta es la explicación del por qué la pequeña burguesía junto a la izquierda pupí, light prefirió acomodarse sin chistar palabra al proyecto de la Colombia Humana que lidera la Izquierda Progre petrista en Colombia.

La izquierda pupi, light, que tararea del Estado capitalista explotador, pero que viven de el, y que aún no ha leído los Manuscritos de Economía y Filosofía (Alianza Editorial, 1968) del viejo Marx, se sorprenderán que, como si fuera pitonisa, alertó que no se debía de confiar en la pequeña burguesía. La razón es sencilla de explicar: son traidores.

Si bien a Marx se le fue la mano al meter en un mismo costal sectores diferentes al proletariado —lo que él llamó el lumpen proletariado— un conocedor del marxismo, Antonio Gramsci, daría cuenta de una diversidad social que no encajaba en el lumpen proletariado y que él llamo culturas subalternas. Siiiiiii esas mismas que se resisten a que el capitalismo cultural y económico las devore, las destruya…. y que prefieren estar en la periferia que verse consumidas.

¡Pero quien lo creyera! ¡Ohhhh Dios mioooo! Estas culturas subalternas que el capitalismo quiso hacerlas desaparecer, ahora, la Izquierda Progre amangualada con la pequeña burguesía y los movimientos políticos que han brotado como yerba mala a raíz del ocaso de los Partidos Liberal y Conservador en Colombia, les hace el feo por considerarlas jugadoras de tejo, incultas, sucias, mal habladas, oliendo a feo y equivocadas. O sea, el pueblo raso.

Solo basta mirar las redes sociales para constatar cómo esa pequeña burguesía que viven a expensa del Estado se burla…

Esta Izquierda Progre de salón de té ha señalado desde hace rato que lo suyo ya no es la lucha de clases como lo pensara Marx. El clásico estudio de Ronald Inglehart, The Silent Revolution (1977) da cuenta que después del mayo del 68 para la izquierda lo suyo ya no es la clase obrera, los campesinos, ni los explotados de cualquier cuño. Lo suyo ya es otra carreta más sensible y que pulula en este siglo XXI: la libertad individual al extremo, la identidad de cualquier cosa y los estilos de vida libre.

Si bien esta carreta puede encajar para las sociedades europeas, en Latinoamérica la moda de asumir lo individual al extremo como signo de una verdadera libertad choca con una realidad bien distinta: la extrema desigualdad social.

Si leemos la sociedad colombiana a la luz de los planteamientos de Inglehart, vemos que quienes están en la Izquierda Progre alrededor del proyecto de la Colombia Humana son sectores sociales de estratos que van del cuatro al seis. Son profesionales con diversas titulaciones, artistas de lenguaje light, intelectuales, trabajadores de la cultura, profesores universitarios sobre todo de los programas de Humanidades y profesores de formación media. Son sectores sociales que no producen, solo prestan servicios, pero cuyos salarios dependen de los impuestos de los contribuyentes. Pequeña burguesía dada al whisky, al caviar, al sofá de plumas de aves en extinción y al humo de un buen habano.

Retomando a Inglehart, esta pequeña burguesía que representan los llamados valores auto-expresivos de un individualismo al extremo es la que se identifica con el discurso del populismo izquierdoso petrista.

Aunque la izquierda llamada progresista ha sido incapaz de enchufarse con los 20 millones de pobres, no obstante, le sigue hablando de salarios, de la lucha por la tierra, explotación, expropiación, reparto de riquezas, etc. Es decir, un lenguaje que recuerda a la vieja izquierda de la década del 60 del siglo XX. El lio es que no se ha dado cuenta que la sociedad cambió y que estos sectores sociales por estar atrapados en la pobreza andan en otro cuento.

Si la clase obrera, los desposeídos, los desarraigados, el populacho, la guacherna ya no miran a la izquierda es porque esta hace rato les dio la espalda. Se olvidó de ellos. Ahora estos sectores son atraídos por otros movimientos como la Liga de Gobernantes Anticorrupción de Rodolfo Hernández.  

Este desencanto es lo que explica por qué el candidato Rodolfo Hernández, de 78 años, contra todo pronóstico, con un lenguaje claro y conciso, logró enchufarse con los sectores populares que le hace el feo el petrismo.

El petrismo y la Izquierda Progre aún no ha entendido que el candidato Rodolfo Hernández es lo que se llama un outsider, y no el fascista y dictador que quieren colgarle la pequeña burguesía para confundir a la gente. Sobre todo los jóvenes, que despistados con las teorías de las filosofías postmodernas, son usados y tirados a la caneca de la basura como estropajos viejos.

Mientras Gustavo Petro acompaña los ademanes de las manos con frases largas, elaboradas y adornadas, es decir, con excesiva floritura, es un lenguaje que nada tiene que ver con las groserías que utilizan los sectores populares para comunicarse. En cambio, el lenguaje tosco, chabacano, grosero y patán de Rodolfo Hernández le llega directo a la gente. Habla con el mismo lenguaje que caracteriza a los 20 millones de pobres. Y es el mismo lenguaje que utilizan la juventud cuando se dirigen a sus amigos y amigas de “gonorrea”, “marica”, “malparido”, “malparida”, “meka”

Mientras Gustavo Petro tiene las características de un pequeño burgués arribista y que de por sí irrita a los sectores sociales populares, el viejito Rodolfo Hernández cada vez se parece más ellos. Por eso le votan. Porque lo ven como a uno de ellos.

Mientras los fans de Gustavo Petro son “políticamente correctos”, aburridos, fanáticos, antipáticos, ciegos, sordos y carentes de humor; quienes se suman a Rodolfo Hernández lo hacen porque se sienten identificados con él a través de lo que él expresa. La manera como él comunica.

Mientras al petrismo se le suma el establecimiento por el odio al Uribismo en aras de un proyecto de destrucción de la Democracia Liberal y el Estado de Derecho, al viejito le llegan a cambio de nada.

Pero la diferencia más tenaz es quién le habla al oído a los candidatos.

Mientras a Gustavo Petro le habla Alfonso Prada, un individuo del establecimiento burgués que toda la vida ha chupado de los impuestos del Estado y que ha jodido al pueblo vía impuestos; al viejito Rodolfo Hernández lo acompaña William Ospina. Un intelectual de izquierda, sano, sencillo, y para más envidia del petrismo, hijo de campesinos de una vereda del corregimiento de Padua, municipio de Herveo (Tolima).

Esta es la encrucijada en que esta la Izquierda Progre.

lunes, mayo 16, 2022

La rana Coquí

Eleutherodactylus johnstonei 

Armando Moreno Sandoval

El naturalista Orlando Velásquez Molina no tiene idea qué día llegó el tío Tito a Mariquita. Recuerda que era el año 1983 y que había llegado con una tracalada de familiares. Venían de Barranquilla. Desde hacía 30 años que no tenían contacto con la parentela que vivía en el interior del país. Venían a visitar a María Isabel Molina González, su mamá.

Al año siguiente, María Isabel, empacó maletas y se largó para Barranquilla. Quería devolverle la visita que le habían hecho sus parientes. Tras varias noches barranquilleras pudo percatarse que en el antejardín de la casa de sus parientes un largo cooooooquiiiiiiiií irrumpía los tímpanos del oído.

Supo por boca de sus familiares que se trataba de la rana Coquí, con tilde en la i.  Los escuchó decir que la ranita carga con el mito de morir lejos de su tierra. Que el Coooooo es para espantar a los machos y el quiiiiiiiií para atraer a las hembras. Y ahí el por qué de su sonoro Coooooquiiiiiií.

Los naturalistas han señalado que de la rana Coquí se desprenden dos ramas, una de ellas endémica de la isla de Puerto Rico y que ha sido clasificada como Eleutherodactylus coquí. La otra que fue registrada con el nombre de Eleutherodactylus johnstonei ha vagabundeado por las islas del caribe hasta llegar a las costas de Centroamérica, Venezuela, las Guayanas y a un pueblo del interior de Colombia llamado Mariquita (Tolima).

Como ambas especies a simple ojo no se distinguen la una de la otra, el sentido común de la gente para no enredase con tanta cientificidad ha terminado por llamarlas Coquí.

En Mariquita es muy común escuchar su sinfonía en los solares y antejardines de las casas, y en las calles en medio de los matorrales. También se le escucha cantando hasta en las últimas cuadras del pueblo. La ocupación del territorio se lo han venido ganando con paciencia. En épocas de lluvia es muy común verlas navegando por las acequias agarradas a cualquier hoja o a un pedazo de madera, o simplemente se dejan arrastrar por la corriente del agua hasta encontrar puerto seguro.

A la pata del cerro Lumbí llegó la rana Coquí porque cuando hicieron el centro comercial Los Panches, viajaron como turistas entre las volquetadas de tierra y grama. Allá, al igual que en los jardines y solares, se reprodujeron en un cerrar y abrir de ojos. Y es que la ranita, a diferencia de sus otros parientes, nunca es renacuajo. No necesitan un pozo de agua. Sus huevos los ponen en cualquier hoja o hueco húmedo. Y cuando salen del huevo, es como la mamá. La diferencia está en que al nacer es del tamaño de la uña meñique del pie.

Con solo tocar tierra la ranita desarrolla sus destrezas de insectívora. Con su lengua pegajosa comienza a cazar zancudos y a comerse cuanto bicho se le cruce por delante. A quienes dicen que la ranita cumple un control biológico. En la casa del naturalista Orlando zancudos no hay. Él dice que mejor insecticida como la rana no hay.

Como el sol la quema, el refugio preferido para pasar el día es un hueco con buena oscuridad. Eso sí, al empezar la noche la sinfonía se hace sentir hasta llegar el alba. Cualquier oído pompo puede captar que las ranitas se van turnando con su silbido unas tras otras. Pero cuando su piel detecta cierta humedad su silbido cambia, es continuo, unísono. Están avisando que va a llover.  El agua les estimula el canto, así que cualquier gota de agua les basta para emprender su silbido.

Esta ranita de dedos largos algunos las han llevado a sus cultivos de aguacate para que devoren los bichos que están en los árboles.

Otros al quedar encantados con su silbido las llevan como si fueran sus mascotas. Fue lo que le pasó al médico Arturo Castaño (q.e.p.d) que al llegar de visita a la casa de Orlando al escuchar las ranas en un dos por tres se enamoró de ellas. Sin pensarlo dos veces le dijo, empáqueme unas cuantas que me las llevo para la finca. Media hora después seis ranitas en un frasco de vidrio salían rumbo a la casa del médico. A la mañana siguiente, muy de temprano, como si fueron trofeos, salieron hacia su finca en la vereda de Palenque.

Varias semanas después al preguntársele qué había pasado con las ranas Coquí, el médico atinó a responder que habían desaparecido. No supo cómo. Meses después supo por boca de un vecino que un fulano fastidiado con el silbido de las ranitas había jugado al tiro al blanco con una escopeta de dos cañones. El vecino afirmaba haber escuchado seis disparos. El cooooooquiiiiiiiiiií de las ranitas jamás se volvió a escuchar.  

Pero no todo son disparos. En 1984, el tío Tito, convirtiendo en realidad el deseo de su sobrina María Isabel Molina González le empacaba en un frasco diez ranitas Coquí. Llegaron a Mariquita sin ningún rasguño. Al caer la noche un silbido agudo se esparció por el solar. Las ranitas de escasos dos centímetros de largo tenían un nuevo hogar.

María Isabel Molina G
Las ranitas traídas a Mariquita, quien lo creyera, eran las descendientes de otras ranitas que habían llevado en otro frasco a Barranquilla quince años atrás por Deyanira y Hermelinda, las hijas del tío Tito, en un paseo por Centroamérica.  

Deyanira y Hermelinda, tras varios días escuchando en el antejardín del hotel el silbido, preguntaron al conserje: qué es eso. Señalándole una ranita con el índice vieron que al silbar una bolsa se esponjaba. Enamoradas del silbido y de su tamaño le dijeron al conserje que al regreso a Barranquilla llevarían algunas como recuerdo. El conserje les empacó ocho. 

Dicen que es venenosa, pero nadie lo ha comprobado. Algunas gallinas al confundir las ranitas recién nacidas con granos de maíz salen espantadas y cacareando al verlas saltar. Lo mejor, dejarlas quietas. Aunque su silbido en un comienzo molesta, con el pasar de los días se convierte en somnífero.  

El naturalista Orlando Velásquez Molina dice que en el solar de su casa puede haber unas doscientas Coquí, sino más. Su fácil reproducción ha hecho que se multipliquen por miles. Su silbido agudo se le escucha por doquier.

En un trabajo de campo que se llevó a comienzos del siglo XXI en Mariquita sobre batracios descubrieron que habían cerca de 28 especies, incluyendo la rana Canguro que hasta la fecha no hay noticias de ella. La tala, los insecticidas, la sequía de las quebradas y pantanos, pero sobre todo el ser humano, las han extinguido.  Solo quedan unas pocas especies al borde de la extinción.  

 En un país como Colombia donde la naturaleza es un estorbo, por ahora se salva la rana Coquí que ha hecho de Mariquita su hábitat.

Raro que no le hayan salido enemigos. Ver para creer.

domingo, mayo 01, 2022

El imbatible Petro y la ultraderecha ahí

 Armando Moreno Sandoval

Por ahora, según las encuestas, Gustavo Petro es imbatible.

No obstante, con el soberano pueblo uno no sabe a qué atenerse. Existe un dicho de la sabiduría popular que dice que una cosa piensa el burro y otra el que lo está enjalmando. Este dicho refleja lo que, por un lado, dicen las cifras del 13 de marzo para el Congreso y, por otra, las de las encuestas que dan como archiganador al candidato Petro.

En estos tiempos de la postverdad la gente ya ni siquiera creen en las matemáticas. Hacer sumas y sacar porcentajes pareciera que fuera una perdedera de tiempo ya que el individuo al convertirse en rebaño tiene como verdad lo que le imponen y lo que cree. Pues en este siglo XXI más que el argumento o la razón son las emociones, el delirio, el fanatismo.

Sin ánimos de aguarle las creencias a los fanáticos de la derecha o de la izquierda tengo un montonón de dudas respecto al futuro de este circo llamado Colombia.

En el año del 2002 las torpezas de las Farc y de la izquierda reaccionaria y ortodoxa llevaron a la presidencia a Álvaro Uribe. Fue esa izquierda la que empujó a la gente a virar hacia gobiernos de derecha (incluyendo el de Juan Manuel Santos). Ahora, veinte años después, en este 2022, las encuestas, los medios y la derecha misma parecería que estuvieran empujando a Petro al triunfo.

Nadie sabe qué hay detrás de las encuestas. Solo quienes las diseñan saben por dónde va el veneno y cuáles sus intenciones.

La verdadera encuesta, y que es indiscutible, es la que se realiza el día de las elecciones.

Si tomamos los votos válidos del 13 de marzo para el Senado (15.222.291) y sustraemos los 2.302.847 del Pacto Histórico, más lo del Centro Esperanza (2.159.465) y Equipo por Colombia (3.989.642), la resta es una votación de electores rebeldes (3.488.426) que, seguramente, al no haber votado en las consultas presidenciales, lo estarían pensando para la primera vuelta presidencial.

La duda que asalta es cómo se van a comportar esos 3.488.426 electores en la primera vuelta presidencial del 29 de mayo, o, si las encuestadoras de tanto equivocarse van a salirse con la suya: que Petro arrasaría en primera vuelta.

Los votos de la consulta presidencial por el Centro Esperanza (2.159.465) y del Equipo por Colombia (3.989.642), que sumados arrojan 6.149.107 votos válidos, sugiere que mientras los candidatos ganadores de estas consultas tienen que hacer maromas para llevar electores a sus toldas, el único con votos asegurados es Gustavo Petro, candidato del Pacto Histórico, con 5.584.758 votos válidos.

Más allá de la votación que obtuvo el Pacto Histórico, lo cierto es que los electores tienen un “pero”.

El colombiano más que ser un individuo antisistema o antidemocrático, se caracteriza es por ser antigobierno cuando está por fuera de la rosca. Si no cómo se explica la corrupción como medio para ascender económicamente. El ejemplo más patético es el departamento del Chocó. Se olvida que en años anteriores con la descentralización administrativa quienes se robaban el presupuesto de los municipios, con la venía del populacho, eran los alcaldes y la burocracia municipal. Ya se olvidó que la famosa ley 550 fue creada por el Estado para intervenir las entidades descentralizadas y sanear sus finanzas.

Otro desmadre del colombiano es su manera de pensar a la hora de dar el voto. Quienes piensan votar por Petro suelen afirmar que lo hacen para que se arregle o se acabe este país. Y quienes piensan votar en contra suelen afirman que más vale malo conocido que bueno por conocer.

Laureano Gómez
Esta manera simplona de entender la política es lo de menos. Pensar que va ser la izquierda pupi neoliberal la que va darle el triunfo a Petro es de ilusos. Lo que si es cierto es que existe una ultraderecha colombiana que le está cantando aleluyas a Petro. Se dice que algunos votos que obtuvo Francia Márquez fueron de esa derecha. Es lo que se conoce como el voto útil. La idea era restarle votos a Petro y a obligarlo a dejarla como su fórmula vicepresidencial.

Esta ultraderecha, que no tiene nada que perder, entiende que, si Petro sale con un chorro de babas, el chance de ser gobierno dentro de cuatro años estaría a la vuelta.

Y no es raro que esto suceda. Así como hace 20 años la Farc y la izquierda reaccionaria llevaron a laderecha al poder, cuatro horribles años del gobierno de Petro sería la tormenta perfecta para que la ultraderecha se haga con el manejo del Estado.

A excepción del ultraconservador ultraderechista Laureano Gómez que fue presidente entre el 7 de agosto de 1950 y el 5 de noviembre de 1951, Colombia casi no ha sido gobernada por esas ideas. Lo cierto es que la ultraderecha en el mundo está de moda y en ascenso.

Si no creen pregúnteles a los civilizados franceses donde la ultraderechista Marie Le Pen perdió ganando el pasado 25 de abril.

viernes, abril 08, 2022

Los vientos triunfalistas del Pacto Histórico

 Armando Moreno Sandoval


Una de las razones en el siglo XIX para que las guerras civiles en Colombia nunca acabaran era que los pactos se hacían entre jefes. Unos cuantos se reunían bajo un toldo, ya fuera de día o de noche, y, en un cerrar de ojos, pactaban el fin de la guerra. Las consecuencias de este estilito propio de quienes se creen dueños de los “rebaños” humanos era que el “populacho” que servía de carne de cañón sintiéndose engañado, frustrado, traicionado, abría en un pestañeo un nuevo frente de combate.

Es lo que explica por qué durante buena parte del siglo XX y de lo que va el siglo XXI los grupos armados siguen tan campantes echando bala y matando a mansalva. Por mucha retórica que echen los políticos, intelectuales y pazólogos, todo parece indicar que existe un gen en el colombiano que se niega a aceptar autoridad alguna.

Lo que ha pasado en los últimos setenta años en Colombia con los grupos armados que vendían la felicidad a punta de secuestros y bala, así lo confirma. De nada han servido los procesos de paz con el EPL, el M-19 y las FARC-EP. Pues, gústenos o no, ahí están las famosas disidencias que, como sucedió en el siglo XIX, desconociendo la autoridad de sus “jefes” prefirieron desconocer los acuerdos para seguir con las mismas.  

Esto que ha pasado con los grupos armados se repite de igual manera con los partidos y movimientos políticos. Desde cuando el requetegodo Álvaro Gómez Hurtado con su Movimiento de Salvación Nacional y décadas más atrás Alfonso López Michelsen con su Movimiento Revolucionario Liberal le dieron por abrirle tronera a los Partidos Conservador y Liberal, las disidencias no han dejado de parar. Hay partidos y movimientos políticos para todos los gustos y disgustos.

Pero lo bueno de este desmadre de grupos políticos es que el “populacho” echa para donde le da la gana. Aunque en estos días hemos visto que, mientras los tales “jefes” por lo alto hablan de alianzas, las llamadas “bases” jalonadas por algunos “subjefes” creyéndose con autoridad migran hacia otros partidos. Es lo que está pasando con el Partido Liberal o la Alianza Verde que, sin que los altos “jefes” aún no han decido con cuál candidato a la presidencia se van a ir, los llamados “subjefes” han decido con quién irse. Fue lo que pasó en el Tolima con los “subjefes” del Partido Liberal que, en rebeldía con el gamonal mayor del liberalismo, hicieron rancho aparte.

Pero lo que no saben estos “subjefes” de pacotilla es que el “rebaño” no es dócil. Estos mismos “subjefes” en su delirio político al alinearse con tal o cual candidato a la presidencia pretenden hacerle creer al “rebaño” cuál es el ganador.

Una mirada a las cifras de las elecciones del pasado 14 de febrero para el Senado en Colombia demuestran que quienes trinan en twitter, whatsapp, facebook, etc, lo hacen siguiendo la alharaca de quienes van a una manifestación. Son pancartas virtuales que están alejadas de toda realidad.

Si bien es cierto que en esta era de la Postverdad el lenguaje al resignificar los hechos engaña y aturde a la gente, otra cosa es cuando se resignifican esos mismos hechos para cuestionar esa misma verdad que ciegamente intentan imponer.

En el departamento del Tolima el gran ganador fueron los votos no marcados, nulos y blancos que sumados dan 73.906 votos. Superados por el Partido Conservador con sus 178.300 votos, los demás partidos quedaron en pañales, que, como el Pacto Histórico solo alcanzó la cifra de 48.600 votos.

Una pesquisa aleatoria a tres municipios al norte del departamento del Tolima (Honda, Mariquita y Armero-Guayabal) indica que sus electores tienen otros sueños e ideas que no coinciden con lo que dicen los medios, los analistas convidados de piedra y los fans.

En estos tres municipios de un total de 27.704 electores potenciales los votos no marcados, nulos y blancos alcanzaron la cifra récord de 4.502 votos.

Pero lo que más interesa aquí es como se comportaron sus 24.434 electores con sus votos válidos en dichos municipios. Es curioso cómo solo tres partidos —el Partido Conservador con 5.640, el Centro Democrático con 6.127 y Cambio Radical con 3.988— alcanzaron la suma de 12.755 votos, equivalente al 80.58% de los votos válidos. Si contrastamos esta cifra con la votación del Pacto Histórico en los mismos tres municipios señalados —2.478 votos, equivalente al 19.42%— la pregunta que nos asaltaría es el porqué de la algarabía triunfalista en las toldas del Pacto Histórico cuando las cifras están reflejando otra realidad.

Aunque este comportamiento se refleja casi que, en todo Colombia, entre las muchas conclusiones a que se puede llegar es que, en tiempos en que se ha instalado la Postverdad en la sociedad, es sumamente dañino para la salud mental esos aires triunfalistas. Y, como dice el refrán popular, eso de ensillar la bestia sin haberla comprado no es nada bueno.

Este ejercicio electoral parroquial, pero demasiado importante porque nos muestra una tendencia, nos lleva a pensar en esos fans petristas que, al no razonar con cifras, están convencidos que lo que ellos dicen es la verdad.

Incluso, es muy posible que en el chip mental de los fans petristas no haya espacio para la derrota. ¡Que peligro!

jueves, marzo 17, 2022

El triunfo amargo del Pacto Histórico

 Armando Moreno Sandoval


El queridísimo Alex Rivillas, profesor de la Universidad del Tolima, tiene una máxima que dice, que, sin cifras no se puede hablar. Él sugiere que las cifras por si solas hablan.

En las redes sociales los anticapitalistas y enemigos de la democracia, pero sobre todo los fans y la izquierda fanática y reaccionaria de la Colombia Humana, gritan a todo pulmón que hubo fraude. En la testa que tienen no entienden el por qué los votos para el Congreso no coinciden con los de la consulta para presidencia.

Para empezar, es necesario señalar que para el senado hubo ocho listas abiertas, o preferentes, y ocho listas cerradas. De las listas abiertas, o preferentes, solo Fuerza Ciudadana se quemó. Y de las listas cerradas solo la del Pacto Histórico ganó. Las demás murieron.

Toca decirles a las generaciones actuales que en el siglo XX se luchó para que las listas cerradas desaparecieran porque eran sinónimo de corrupción, gamonalismo y caudillismo. La lista cerrada no corresponde a una sociedad libre, sino al chanchullo, al bolígrafo, al amiguismo y al clientelismo. Molesta que hayan sido los sectores de izquierda las que más berrearon para que se reviviera semejante monstruo paquidérmico.

La lista cerrada corresponde al viejo país. Al país de la corrupción en la política. Pues en ella el caudillo, el gamonal o el llamado líder del partido político le ponen en bandeja al elector una encerrona. La lista cerrada es un gancho ciego donde el elector no tiene idea por quién vota.

Y fue precisamente lo que pasó con la lista del Pacto Histórico al Congreso. Para la lista del Senado, solo para hablar de ella, colocaron gente indeseable que ya no gusta y que el elector rechazó por tránsfugas, corruptos y que ideológicamente dan volteretas como cualquier trapecista de gallera de mala muerte. Es el caso de Roy Barreras, Piedad Córdoba y Mario Benedetti. Molesta que cierta izquierda por estar alineados con sus intereses ideológicos los aplaude con furia y con buenos ojos. Pero eso sí hacen mutis de los procesos judiciales y de los escándalos que llevan a sus espaldas.

Tras el triunfo amargo de la lista del Pacto Histórico al Congreso ahora sus fans quieren hacerle creer al grueso de la sociedad colombiana que hubo fraude cuando, en realidad, ese desface descomunal entre los votos de la consulta presidencial y del congreso, lo que demuestra es la ausencia de organización política. O para decirlo con palabras más elegantes: fueron victimas de su propio invento.

De los 15.292.653 votos válidos para el senado, el Pacto Histórico le correspondió 2.085.937 que, en sí, es una votación bajísima si se compara con la de la consulta presidencial de Gustavo Petro (5.351.676). Este desmadre es lo que explica por qué la lista cerrada, al igual que la tal “cremallera”, es un embeleco que no atrapa votos. A no ser que la encabece el caudillo.


Sin ánimos de aguarle la fiesta a quienes creen que Petro podría ganar la Presidencia sobrado, las cifras como lo dice el profesor Rivillas dicen otra cosa.  El enredo fue su votación tan disímil. Si se comparan los votos que sacó el Pacto Histórico para la consulta (5.351.676) frente a los votos de Equipo por Colombia más los del Centro Esperanza que suman (5.908.511) lo que se aprecia es un empate quizás técnico. En otras palabras: nadie tiene ganada la Presidencia.

Aunque sus votos parecerían tener un techo y que solo tendrían que sumar, la pelea por la presidencia es otro cuento. Nadie sabe cómo se va a comportar el elector pues este es como el viento, cambia de parecer.

Pero hay otro peligro mucho mayor. Y son sus fans recalcitrantes que creen que Petro gana solo. En las redes sociales estos fanáticos ultras gritan sin pelos en la lengua que no necesita alianzas de ningún tipo porque todo lo demás le huele a podrido y ellos son los puros, los perfumados. Estas mentiras que solo ellos se las creen se desmienten si se comparan los votos válidos con los nulos, en blanco y los tarjetones sin marcar.

Si tenemos en cuenta los votos nulos (790.220) mas los blancos (987.137) y los tarjetones sin marcar (332.088), su suma da 2.109.445 votos y que supera la de cualquier lista para el congreso. Amén de la abstención que de un censo electoral de 38.819.901 ciudadanos aptos para votar solo lo hicieron 11.260.187, o sea, el 29.01 %. Quien realmente ganó las elecciones fue el ciudadano que aún no cree en el Congreso. Es este ciudadano el que tal vez va a decidir quién se quedará con la presidencia.

Solo los estúpidos creen que quien no vota, o el que tacha un tarjetón, o vota en blanco o quien entrega un tarjetón tal como lo recibió es un paparote sin oficio. Cuando deliran los enemigos de la libertad y de la democracia es este es el caballito de batalla que invocan para imponer el voto obligatorio.

Este ciudadano que se acerca a la mesa es el más informado, es el verdadero rebelde. Pues tiene en mente que la democracia en Colombia es un circo. Que quienes llegan allá solo se representan a sí mismos y que lo único que les atraen del congreso es el salario que devengaran en los cuatro años: $ 1.652.000.000

Y, por otra parte, las cifras demuestran que así gane probablemente la presidencia Gustavo Petro, carece de un partido organizado. Que lo que hay es una montonera de seres cansados de un Estado y de una derecha reaccionaria y retardataria incapaz de resolverle sus necesidades más elementales. En sí, lo que la gente siente es rabia y frustración.

En fin, la carrera por la presidencia hasta ahora ha empezado.