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domingo, junio 21, 2020

Arrancaplumas (Honda): disparate humano y covid-19

Armando Moreno Sandoval ©

Una escena de cine muy común es cuando el indeseado llega y la multitud quiere ¡lincharlo! ¡quemarlo! o ¡matarlo! Se ven en las películas de reyes y vasallos de la Edad Media o en películas de vaqueros del viejo Oeste gringo.

Fue exactamente lo que aconteció en Arrancaplumas, un barrio de Honda, el pasado 17 de junio.

La diferencia es que los actores son una comunidad del siglo XXI que vive a orillas del río Magdalena que, en un acto de insensatez, de crueldad y de violencia verbal quiso imponer su ley.

Desde que la antropología descubrió a los otros; —esos otros que a veces la izquierda con el populismo defiende, o, que la derecha reaccionaria les soba la barriga con jotos de comida y el bolsillo con ayudas económicas— llegó a la conclusión que las historias que contaban esos otros que llaman pueblo, cultura popular, estaban cargadas de crímenes, de injusticias, desatinos y desgracias.

Querer linchar, matar o quemar al indeseado es propio de eso que llamamos homo sapiens. Cuando apareció el covid-19 algunos despistados creyeron que una nueva humanidad iba a surgir. Cuan equivocados estaban.

Si en algo tenemos que agradecerle al covid-19 fue que sacó a la luz la pudrición que lleva adentro el ser humano. Ese sujeto egoísta, bulloso, ruin, insensato, soplón, llenador, aniquilador de vidas, camaján de bares de mala muerte, atracador de sonrisa moribunda, por ¡desgracia!  el covid-19 no lo pudo cambiar.

La escena de querer linchar, matar o quemar, por supuesto, no es solo de la gente de Arrancaplumas. Es del mundo entero. Lo que nos enseña las imagines es que esa gente miserable de Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Italia, España, etc. etc., además de hacerlo con sus propios coterráneos lo hacen con los extraños, con los diferentes.

Fue lo que hicieron con Georges Floyd en Estados Unidos. Aprovechando la pandemia del covid-19 el policía no tuvo más remedio que ahogarlo con la rodilla en la nuca. El llamado de auxilio “Me estoy ahogando” quedó en la indiferencia. Su muerte generó una ola de rebeldía. Los hipócritas, que por lo general se creen de buen corazón, se quejaban de la violencia de quienes reclamaban justicia. Olvidaban los hipócritas que la violencia no había llegado de Floyd, sino de los encargados de proteger la vida.

Pero en Arrancaplumas el que llegaba no era un extraño. Era uno de los mismos. El pecado fue tener contacto con un virus que, por cosas del azar, cualquiera puede contagiarse. Como el viejo cuento ruso: pues esos que hoy señalan con el dedo, mañana pueden ser los señalados. ¡No se les olvide! Pues son los mismos que, como lo dio a entender el Subcomandante de Policía, son los que se la pasan haciéndole la burla el covid-19: en montonera y sin mascarillas.

La antropología además de descubrir las historias miserables de los pueblos también da cuenta que la gente en un acto de soberbia, de estupidez, les da por creerse superior a otros. Fue lo que pasó con el nazismo, el fascismo, el comunismo que, a nombre de esas ideologías, le dieron por matar al otro. Y fue lo que se creyó la gente de Arrancaplumas por un instante: que eran de mejor familia.

Seguramente, a muchos habitantes del barrio de Arrancaplumas, al ver la rodilla de la ley en la nuca de Floyd les pudo haber generado indignación y rabia. Pero cuando les llegó el turno de comprender al otro, a uno de su mismo combo, al “parche”, al de su mismo barrio, la indignación y la rabia que había causado la muerte del morocho Floyd desapareció. ¿Por qué?

Cuando la insensatez de la gente descubrió que la cuarentena podía ser la disculpa lo echaron como perro con rabia de todos lados. No solo lo echaron del espacio físico: de los escombros, de la escuela, del “coso”. También lo echaron las palabras: “Lo ayudamos, pero que se vaya”, “lo ayudamos, pero donde no cause estragos”, “en la casa no lo reciben”, fueron las voces cansadas de una mujer con el peso de los años. “Que lo dejaran en otro sitio”, “que lo trasladen para otro lado” son las voces de alguien también pasado por el peso de los años. “No nos hacemos responsables de lo que pueda pasar”, la voz del alcalde. “El alcalde lo envío al “coso”, la voz del subcomandante de la Estación de Policía.

Como si se tratara de una serpiente que se atraganta comiéndose por la cola, al entrar la noche, las mismas voces que en Arrancaplumas lo habían echado a tropezones, llevaron al hombre sano de covid-19 al mismo sitio donde había partido. A un cuarto del hospital regional de San Juan de Dios

Ahora está a salvo ¿hasta cuándo?

En todo caso, las películas de terror son un bostezo si comparamos con lo que aconteció en Arrancaplumas. El mensaje que dieron es macabro.


domingo, junio 14, 2020

Las gotículas de saliva con covid-19 que ayudan a matar

Armando Moreno Sandoval  ©

El consenso científico es que se puede contagiar de covid-19, así la persona sea excesivamente preventiva. Aunque suene paradójico es cierto.

Hasta hace unos pocos meses el consenso de los epidemiólogos era que para que una persona se contagiara era necesario el contacto próximo con el individuo contagiado. Pero algunos estudios de caso están demostrando que no se necesita el contacto directo, sino que basta que cualquiera entre en contacto con una superficie contagiada así sea de cobre, acero, cartón o plástico. La razón es que el covid-19 es un virus excesivamente sedentario y su periodo de contagio está entre 4 y 72 horas. Pero no todo es alegría, se han encontrado en mascarillas quirúrgicas virus que han podido sobrevivir hasta 7 días.

Que el virus permanezca en superficies fijas hasta 72 horas o 7 días es lo de menos.

Otros estudios de caso han demostrado que el covid-19 se está transmitiendo a través del aire, y que, por su fácil contagio, su nicho predilecto son las montoneras, los sitios cerrados y sin ventilación.

Aunque los científicos se rascan la cabeza, ya que algunos les asalta la duda, los ejemplos los ponen a pensar.

En la población de Cheoan (Corea del Sur) un monitor de baile contagió a 112 de personas. El estudio sugirió que el flujo de aíre del ejercicio pudo haber contagiado a los bailarines. El 24 de enero en la comida de Año Nuevo en un restaurante en Guangzhou (China), quienes estaban cerca comiendo a un individuo con covid-19, terminaron contagiados. Lo preocupante es que algunos comensales que estaban a más de 4 metros también resultaron contagiados. El otro caso fue la señora que contagió en un bus a 23 personas. En Mariquita, un pueblo que queda en el centro de Colombia, celebrando el Día de la Madre, en una fiesta con cerca de 40 invitados, un portador del virus contagió algunos de sus invitados. El portador murió, sobreviven otros que dieron positivo. No se sabe qué puede pasar.

Pero si en estos casos fueron unos pocos los muertos, algunos investigadores sostienen que la alta mortandad que se dio en España, Italia, Francia y New York obedeció a que el virus se transmitió por el aire al quedar encerrado en los ascensores. Esos países como la ciudad de New York, conocida como “la ciudad de los rascacielos”, se caracterizan por poseer el mayor numero de ascensores por individuos.

Esta tesis la contrastan con otros países, donde casi no hubo muertos. Es el ejemplo de Alemania donde sus habitantes viven dispersos en edificios bajos y sin ascensor. O Corea del Sur y China que a pesar de que sus habitantes viven en edificios con ascensores el uso de la mascarilla fue decisivo para contener los contagios. Algo que no hicieron los españoles, italianos, franceses y neoyorquinos.  

Aunque se sabe que el virus se transmite en espacios confinados y cerrados, las recomendaciones para minimizar el riesgo de contagio no son suficientes. El lío está en que la gente no las acata, sobre todo en los países pobres donde la pandemia del covid-19 está haciendo de las suyas.  Añádasele que pocos saben que el medio más eficaz para transmitir el virus son las gotículas de saliva.

Un individuo asintomático o sintomático al hablar exhala entre 100 y 600 gotículas dependiendo de su vocalización. Hablar en voz alta o a gritos el triple de gotículas. El toser está entre 1.000 y 3.000 gotículas y un estornudo está en 40 mil gotículas de todos los tamaños.

Aunque la Organización Mundial de la Salud recomienda una distancia mínima de 2 metros para hacerle el quite a las gotículas, en la práctica no es suficiente. Pues el contacto con la gotícula portadora del covid-19 podría darse a mayores distancias. Para sustentar lo dicho los investigadores han clasificado las gotículas en grandes y ligeras.

Aunque la mayoría de las gotículas que exhala la gente son gordas, estas en su mayoría caen como arena en el suelo entre cero centímetros y 2 metros. Son las que arrastran las suelas de los zapatos, las chancletas, el pie descalzo o la cotiza. Las arrastra el rico, el pobre y el miserable. No sucede lo mismo con las gotículas livianas que por su tamaño de menos de 5 micras pueden extenderse hasta 6 u 8 metros de distancia. Lo feo no es la distancia, sino que pueden permanecer en el aire entre una y tres horas. Son las que se respiran y las que llegan derechito a los pulmones. Son las más peligrosas. Sin embargo, se disuelven con rapidez en el aire. De inmediato. De ahí la importancia que las casas y los apartamentos de los edificios estén con las ventanas y las puertas abiertas. Que estén aireadas.

La ventilación y el viento ayuda a disolver el virus.

Lidia Morawska, directora del Laboratorio Internacional de Calidad del Aire y Salud (de referencia para la OMS) de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Brisbane (Australia), y  una de las primeras defensoras de la transmisión de la covid-19 por vía aérea, al referirse a un conocido caso supercontagiador, el de un ensayo de un coro en EE UU a comienzos de marzo, señala que aunque se tomaron todas las precauciones higiénicas y de distancia, sin saludos ni abrazos, después de dos horas y media cantando en un recinto cerrado, el 87% del coro se contagió. Dos de ellos murieron.

Desconocer la aireación y la ventilación tiene sus riesgos. Fue lo que pasó en Cheoan (Corea del Sur), en el restaurante en China, en el bus, en España, Italia, Francia y New York.

Los estudios también han demostrado que el contagio al interior de las casas es 19 veces más probable que al aire libre. Una gotícula en un sitio encerrado puede durar entre 25 y 50 minutos. Mientras que en un lugar con ventilación y aireado las gotículas livianas pueden durar hasta 30 segundos.

Fue lo que sucedió en el Día de la Madre en Mariquita —segundo domingo de mayo de 2020—. Un pueblo de escasos 33 mil habitantes y que a mediados de junio se encuentra sitiado por el virus: 14 contagiados y un muerto.


jueves, junio 04, 2020

El covid-19: el deseo de aniquilarlo por nocaut

Armando Moreno Sandoval ©

En la serie Viaje a las estrellas un respiro profundo es cuando el capitán Picard le ordena a la cabina de mando que la nave intergaláctica Enterprise viaje a la Velocidad Warp, que supere la velocidad de la luz. Es decir, superior a 300 mil kilómetros por segundo.

En la escuela nos enseñaron que un cuerpo que viaje a esa velocidad se vuelve añicos. Y es lo que puede pasar con la vacuna del covid-19.

Los científicos son cautos, pero los políticos que saben poco de ciencia todo lo quieren a la ligera. A mediados de mayo, el presidente estadounidense Donad Trump, preocupado por su reelección, pero pensando en los réditos que le podría dar la vacuna para el covid-19, anunció la llamada Operación Velocidad Warp.

Lo que él no ha querido entender es que darle el visto bueno a una vacuna experimental, sacarla a la calle y pincharle el antebrazo a la gente es un camino demasiado culebrero, así la vacuna en las tres primeras fases haya sido todo un éxito.  Veamos:

El virus respiratorio sincitial que es la infección pulmonar más frecuente en los niños, y que mata 60 mil cada año, cuando se hizo el ensayo con la vacuna experimental en 1966 dos niños murieron en EE. UU. La vacuna resultó peor que la enfermedad. A la fecha de hoy no hay vacuna, pero el virus sigue matando niños.

Otro lio con las vacunas experimentales es que algunas generan una mayor susceptibilidad al virus. Fue lo que sucedió con el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) provocado por un coronavirus hermano del covid-19 y que en 2002 mató a 800 personas. Cuando la vacuna experimental se les aplicó a los animales estos sufrieron inflamaciones que hasta la fecha no se sabe qué pasó.

El caso más preocupante sucedió con el rotavirus, el causante de la diarrea en los niños. Cuando la farmacéutica Pfizer (la misma del viagra) pinchó en 1998 a más de un millón de niños, un año después tuvo que retirarla del mercado, pues les había originado una obstrucción en el aparato digestivo. Lo curioso fue que la vacuna experimental que se había probado en 10 mil niños había sido todo un éxito. Hubo que rehacerla de nuevo, pero en la segunda vacuna los científicos optaron por probarla en 60 mil niños.

Con lo que se dice alrededor de las vacunas no sabe qué puede pasar. En 1984 cuando apareció el Sida se dijo que en dos años habría vacuna. A la fecha de hoy, han pasado 35 años y vacuna no hay. A la gente le ha tocado convivir con el virus del Sida.

Si bien en la TV se escucha en los noticieros afirmar que la vacuna está ya de un pelo, es engañar a la gente. Pues las vacunas no siempre han tenido una historia alentadora. Solo existen 26 enfermedades con vacunas. Lo que demuestra que hacerlas efectivas es un problemón. La vacuna de la malaria tardó 31 años, la del rotavirus 22 años, la del polio tardó 20 años, el virus del papiloma humano 15 años. Y así por el estilo.

No hay necesidad de poner a correr a la ciencia a la Velocidad Warp. Lo hecho hasta ahora con la ayuda de la Inteligencia Artificial, los Big Data y los modelos matemáticos es monumental. La ciencia ha dado pasos de gigantes.

Tan así que desde que apareció el covid-19, y desde que se dio a conocer su genoma, en estos primeros 5 meses del año 2020 se han desarrollado 125 posibles vacunas y 10 de ellas se están probando en humanos.

Para tener una idea de ese universo científico de las vacunas, hasta ahora solo hay 4 modelos de vacunas: a) las que se hacen a partir del mismo virus ( como las de la gripe, polio, sarampión, etc), b) a partir  de otros virus (como la vacuna del ébola), c) a partir de proteínas (como la de la Hepatitis B y el virus del papiloma humano) y c) las que se hacen a partir del material genético sean a partir del ARN o ADN y son las que van encabezando el pelotón.

Vacunas de ADN solo la estadounidense Inovio la está desarrollando. Aunque se probó una en seres humanos contra el SARS no existe ninguna en el mercado. Dicen que es segura y estable. El reto es que requeriría de una tecnología específica para administrar la vacuna.

Vacunas a partir del ARN la están desarrollando varias empresas farmacéuticas como la alemana BioNTech, la china Fosun Pharma, la española Centro Nacional de Biotecnología y las estadounidenses Pfizer y la Moderna Therapeuthis que va liderando el desarrollo de la vacuna. Tiene un grandísimo problema, no se ha creado la primera vacuna.

Las vacunas de ARN o ADN tienen en común que son sencillas de hacer, que su producción es rápida, masiva y de bajo costo. Se desconoce su eficacia.

Sin embargo, entre la comunidad científica hay varios puntos de vista. El científico español Juan Andrés, que trabaja en Moderna Therapeuthis, ha dicho que antes de diciembre la vacuna experimental ya estará. La vacuna en su fase dos fue todo un éxito. Dice que de los 45 voluntarios que le aplicaron dosis de 25, 100 y 200 microgramos, no solo generaron anticuerpos sino también neutralizantes que atacaron directamente al covid-19.

Pero Rafael Vilasanjuán, un analista del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) afirma tajantemente: “…en diciembre no habrá vacuna. No la habrá. Y en el hipotético caso de que tuviésemos una vacuna, no sería la vacuna”. Aunque él se refiere a la vacuna experimental, no obstante, sus palabras no son tan pesimistas. Pues, a renglón seguido dice que en enero de 2021 si la habrá y que la vacuna real estará en la calle dentro de dos años.

La comunidad científica coincide que producir una vacuna no es nada fácil.

La farmacéutica francesa Sanofi, una de las cuatro empresas en el mundo que monopolizan la fabricación de vacunas, calcula que producirla requiere entre seis meses y tres años. Insisten que la vacuna tiene que quedar bien hecha para garantizar que la vacuna no esté defectuosa o contaminada.

No obstante, los que ponen los bultos de dólares, quieren la vacuna ¡ya!

El mismo gobierno de Trump que le dio 1.200 millones de dólares a la Universidad de Oxford (Reino Unido), y que tiene una vacuna experimental bastante adelantada, quiere para enero de 2021 la bicoca de 300 millones de vacunas. El biólogo David Pulido Gómez que hace parte del equipo científico, dice que la farmacéutica AstraZeneca —la encargada de producirla— tiene la capacidad de sacar entre enero y septiembre 1000 millones de vacunas. Pero el problema real es que “la vacuna puede no funcionar”.

En todo caso, la presión por crear la vacuna reside en que el covid-19 es de fácil contagio, ayuda a matar y mata. Además de la Operación Velocidad Warp de Trump, está también el proyecto El Acelerador ACT compuesto por la Organización Mundial de la Salud, la Alianza Gavi, la CEPI, el mismo Bill Gates, que tienen como meta que la vacuna se desarrolle en tiempo récord.

Algunos críticos sostienen que acortar tiempos, como lo piden la Operación Velocidad Warp y el proyecto El Acelerador ACT trae problemas. La vacuna contra el ébola, la que más rápida se ha desarrollado hasta ahora, tardó cinco años.  Y con el covid-19 la idea es que se tenga antes de los 18 meses.

En fin, lo que dicen lo críticos es que quieren fabricar vacunas experimentales sin saber si funcionan. La pregunta que se hacen es por qué se quieren saltar los procedimientos. Una vez aprobada y fabricada la vacuna es necesario saber si es eficaz. Como lo señala el biólogo Pulido, es necesario que el virus haya contagiado a la comunidad. Se requiere que las personas que hayan sido vacunadas estén protegidas contra el virus. Sin embargo, en contra de la eficacia juega el confinamiento. Si bien el confinamiento es bueno porque detiene la infección, para la vacuna no lo sería, ya que al detenerse la transmisión se haría más difícil saber sobre su efectividad. En fin, como dice el biólogo, para saberlo se necesitaría contar con otros meses de más.

Pero otra cosa es hacerle seguimiento para observar si tiene efectos adversos y, como dicen los expertos puede durar entre 6 y 36 meses.

Mientras todo esto está pasando en los laboratorios y en las oficinas donde están los millones de dólares, Latinoamérica arropada por la miseria, el desempleo y el hambre está convirtiéndose poco a poco en el centro de la pandemia.

Su futuro con el covid-19 es incierto.