Armando Moreno Sandoval ©
El consenso científico es
que se puede contagiar de covid-19, así la persona sea excesivamente
preventiva. Aunque suene paradójico es cierto.
Hasta hace unos pocos meses el consenso de los epidemiólogos era que para que una persona se contagiara era necesario el contacto próximo con el individuo contagiado. Pero algunos
estudios de caso están demostrando que no se necesita el contacto directo, sino
que basta que cualquiera entre en contacto con una superficie contagiada así sea
de cobre, acero, cartón o plástico. La razón es que el covid-19 es un virus excesivamente
sedentario y su periodo de contagio está entre 4 y 72 horas. Pero no todo es
alegría, se han encontrado en mascarillas quirúrgicas virus que han podido
sobrevivir hasta 7 días.
Que el virus permanezca
en superficies fijas hasta 72 horas o 7 días es lo de menos.
Otros estudios de caso
han demostrado que el covid-19 se está transmitiendo a través del aire, y que,
por su fácil contagio, su nicho predilecto son las montoneras, los sitios cerrados y sin
ventilación.
Aunque los científicos se
rascan la cabeza, ya que algunos les asalta la duda, los ejemplos los ponen a
pensar.
En la población de Cheoan
(Corea del Sur) un monitor de baile contagió a 112 de personas. El estudio sugirió
que el flujo de aíre del ejercicio pudo haber contagiado a los bailarines. El
24 de enero en la comida de Año Nuevo en un restaurante en Guangzhou (China),
quienes estaban cerca comiendo a un individuo con covid-19, terminaron
contagiados. Lo preocupante es que algunos comensales que estaban a más de 4
metros también resultaron contagiados. El otro caso fue la señora que contagió
en un bus a 23 personas. En Mariquita, un pueblo que queda en el centro de Colombia,
celebrando el Día de la Madre, en una fiesta con cerca de 40 invitados, un
portador del virus contagió algunos de sus invitados. El portador murió, sobreviven otros que dieron positivo. No se sabe qué puede pasar.
Pero si en estos casos
fueron unos pocos los muertos, algunos investigadores sostienen que la alta
mortandad que se dio en España, Italia, Francia y New York obedeció a que el
virus se transmitió por el aire al quedar encerrado en los ascensores. Esos países
como la ciudad de New York, conocida como “la ciudad de los rascacielos”, se
caracterizan por poseer el mayor numero de ascensores por individuos.
Esta tesis la contrastan con
otros países, donde casi no hubo muertos. Es el ejemplo de Alemania donde sus
habitantes viven dispersos en edificios bajos y sin ascensor. O Corea del Sur y
China que a pesar de que sus habitantes viven en edificios con ascensores el
uso de la mascarilla fue decisivo para contener los contagios. Algo que no
hicieron los españoles, italianos, franceses y neoyorquinos.
Aunque se sabe que el
virus se transmite en espacios confinados y cerrados, las recomendaciones para
minimizar el riesgo de contagio no son suficientes. El lío está en que la gente
no las acata, sobre todo en los países pobres donde la pandemia del covid-19 está
haciendo de las suyas. Añádasele que pocos
saben que el medio más eficaz para transmitir el virus son las gotículas de
saliva.
Un individuo asintomático
o sintomático al hablar exhala entre 100 y 600 gotículas dependiendo de su vocalización.
Hablar en voz alta o a gritos el triple de gotículas. El toser está entre 1.000
y 3.000 gotículas y un estornudo está en 40 mil gotículas de todos los tamaños.
Aunque la Organización
Mundial de la Salud recomienda una distancia mínima de 2 metros para hacerle el
quite a las gotículas, en la práctica no es suficiente. Pues el contacto con la
gotícula portadora del covid-19 podría darse a mayores distancias. Para sustentar
lo dicho los investigadores han clasificado las gotículas en grandes y ligeras.
Aunque la mayoría de las
gotículas que exhala la gente son gordas, estas en su mayoría caen como arena
en el suelo entre cero centímetros y 2 metros. Son las que arrastran las suelas
de los zapatos, las chancletas, el pie descalzo o la cotiza. Las arrastra el
rico, el pobre y el miserable. No sucede lo mismo con las gotículas livianas
que por su tamaño de menos de 5 micras pueden extenderse hasta 6 u 8 metros de
distancia. Lo feo no es la distancia, sino que pueden permanecer en el aire entre
una y tres horas. Son las que se respiran y las que llegan derechito a los
pulmones. Son las más peligrosas. Sin embargo, se disuelven con rapidez en el
aire. De inmediato. De ahí la importancia que las casas y los apartamentos de
los edificios estén con las ventanas y las puertas abiertas. Que estén aireadas.
La ventilación y el viento
ayuda a disolver el virus.
Lidia Morawska,
directora del Laboratorio Internacional de Calidad del Aire y Salud (de
referencia para la OMS) de la Universidad de Tecnología de Queensland, en
Brisbane (Australia), y una de las primeras defensoras de la transmisión de la covid-19 por vía
aérea, al referirse a un conocido caso supercontagiador, el de un ensayo de un
coro en EE UU a comienzos de marzo, señala que aunque se tomaron todas las
precauciones higiénicas y de distancia, sin saludos ni abrazos, después de dos
horas y media cantando en un recinto cerrado, el 87% del coro se contagió. Dos
de ellos murieron.
Desconocer la aireación y
la ventilación tiene sus riesgos. Fue lo que pasó en Cheoan (Corea del Sur), en
el restaurante en China, en el bus, en España, Italia, Francia y New York.
Los estudios también han
demostrado que el contagio al interior de las casas es 19 veces más probable
que al aire libre. Una gotícula en un sitio encerrado puede durar entre 25 y 50
minutos. Mientras que en un lugar con ventilación y aireado las gotículas livianas
pueden durar hasta 30 segundos.
Fue lo que sucedió en el Día
de la Madre en Mariquita —segundo domingo de mayo de 2020—. Un pueblo de
escasos 33 mil habitantes y que a mediados de junio se encuentra sitiado por el
virus: 14 contagiados y un muerto.
Armando, buenas noches; los casos de el bus, el coro, el restaurante, el ascensor; confirman el argumento del contagio por repetidas “cargas vírales” recibidas en un lapso de tiempo corto. El círculo epidemiológico lo que hace es precisar el riesgo mayor de contagio por la cercanía y la permanencia alrededor del virus en el tiempo. Lo de Mariquita representa algo típico del acontecer nacional; falta de protocolos para toma de decisiones, incertidumbre para actuar por falta de conocimiento, privilegio de la imagen, medidas represivas de resultado cortoplacista, carencia de experticia en el área científica ... El drama real apenas inicia: sistema de salud precario, curva pandémica en ascenso, liderazgo fallido, recursos mal invertidos, ineficiencia logística para reaccionar, organismos de socorro desprotegidos. Como reza el adagio popular, “no es lo mismo hablar del diablo que verlo venir”.
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