Armando Moreno Sandoval ©
En
la serie Viaje a las estrellas un respiro profundo es cuando el capitán Picard
le ordena a la cabina de mando que la nave intergaláctica Enterprise viaje
a la Velocidad Warp, que supere la velocidad de la luz. Es decir,
superior a 300 mil kilómetros por segundo.
En
la escuela nos enseñaron que un cuerpo que viaje a esa velocidad se vuelve
añicos. Y es lo que puede pasar con la vacuna del covid-19.
Los
científicos son cautos, pero los políticos que saben poco de ciencia todo lo
quieren a la ligera. A mediados de mayo, el presidente estadounidense Donad Trump,
preocupado por su reelección, pero pensando en los réditos que le podría dar la
vacuna para el covid-19, anunció la llamada Operación Velocidad Warp.
Lo
que él no ha querido entender es que darle el visto bueno a una vacuna
experimental, sacarla a la calle y pincharle el antebrazo a la gente es un
camino demasiado culebrero, así la vacuna en las tres primeras fases haya sido
todo un éxito. Veamos:
El
virus respiratorio sincitial que es la infección pulmonar más frecuente en los
niños, y que mata 60 mil cada año, cuando se hizo el ensayo con la vacuna
experimental en 1966 dos niños murieron en EE. UU. La vacuna resultó peor que
la enfermedad. A la fecha de hoy no hay vacuna, pero el virus sigue matando
niños.
Otro
lio con las vacunas experimentales es que algunas generan una mayor
susceptibilidad al virus. Fue lo que sucedió con el síndrome respiratorio agudo
severo (SARS) provocado por un coronavirus hermano del covid-19 y que en 2002
mató a 800 personas. Cuando la vacuna experimental se les aplicó a los animales
estos sufrieron inflamaciones que hasta la fecha no se sabe qué pasó.
El
caso más preocupante sucedió con el rotavirus, el causante de la diarrea en los
niños. Cuando la farmacéutica Pfizer (la misma del viagra) pinchó en 1998 a más
de un millón de niños, un año después tuvo que retirarla del mercado, pues les
había originado una obstrucción en el aparato digestivo. Lo curioso fue que la
vacuna experimental que se había probado en 10 mil niños había sido todo un
éxito. Hubo que rehacerla de nuevo, pero en la segunda vacuna los científicos
optaron por probarla en 60 mil niños.
Con
lo que se dice alrededor de las vacunas no sabe qué puede pasar. En 1984 cuando
apareció el Sida se dijo que en dos años habría vacuna. A la fecha de hoy, han
pasado 35 años y vacuna no hay. A la gente le ha tocado convivir con el virus
del Sida.
Si
bien en la TV se escucha en los noticieros afirmar que la vacuna está ya de un
pelo, es engañar a la gente. Pues las vacunas no siempre han tenido una
historia alentadora. Solo existen 26 enfermedades con vacunas. Lo que demuestra
que hacerlas efectivas es un problemón. La vacuna de la malaria tardó 31 años,
la del rotavirus 22 años, la del polio tardó 20 años, el virus del papiloma
humano 15 años. Y así por el estilo.
No
hay necesidad de poner a correr a la ciencia a la Velocidad Warp.
Lo hecho hasta ahora con la ayuda de la Inteligencia Artificial, los Big Data y
los modelos matemáticos es monumental. La ciencia ha dado pasos de gigantes.
Tan así que desde que apareció el covid-19, y desde que se dio a conocer su genoma, en estos primeros 5 meses del año 2020 se han desarrollado 125 posibles vacunas y 10 de ellas se están probando en humanos.
Para tener una idea de ese universo científico de las vacunas, hasta ahora solo hay 4 modelos de vacunas: a) las que se hacen a partir del mismo virus ( como las de la gripe, polio, sarampión, etc), b) a partir de otros virus (como la vacuna del ébola), c) a partir de proteínas (como la de la Hepatitis B y el virus del papiloma humano) y c) las que se hacen a partir del material genético sean a partir del ARN o ADN y son las que van encabezando el pelotón.
Vacunas de ADN solo la estadounidense Inovio la está desarrollando. Aunque se probó una en seres humanos contra el SARS no existe ninguna en el mercado. Dicen que es segura y estable. El reto es que requeriría de una tecnología específica para administrar la vacuna.
Vacunas
a partir del ARN la están desarrollando varias empresas farmacéuticas como la
alemana BioNTech, la china Fosun Pharma, la española Centro Nacional de
Biotecnología y las estadounidenses Pfizer y la Moderna Therapeuthis que va
liderando el desarrollo de la vacuna. Tiene un grandísimo problema, no se ha
creado la primera vacuna.
Las
vacunas de ARN o ADN tienen en común que son sencillas de hacer, que su
producción es rápida, masiva y de bajo costo. Se desconoce su eficacia.
Sin
embargo, entre la comunidad científica hay varios puntos de vista. El
científico español Juan Andrés, que trabaja en Moderna Therapeuthis, ha dicho
que antes de diciembre la vacuna experimental ya estará. La vacuna en su fase
dos fue todo un éxito. Dice que de los 45 voluntarios que le aplicaron dosis de
25, 100 y 200 microgramos, no solo generaron anticuerpos sino también
neutralizantes que atacaron directamente al covid-19.
Pero
Rafael Vilasanjuán, un analista del Instituto de Salud Global de Barcelona
(ISGlobal) afirma tajantemente: “…en diciembre no habrá vacuna. No la habrá. Y
en el hipotético caso de que tuviésemos una vacuna, no sería la vacuna”. Aunque
él se refiere a la vacuna experimental, no obstante, sus palabras no son tan
pesimistas. Pues, a renglón seguido dice que en enero de 2021 si la habrá y que
la vacuna real estará en la calle dentro de dos años.
La
comunidad científica coincide que producir una vacuna no es nada fácil.
La
farmacéutica francesa Sanofi, una de las cuatro empresas en el mundo que
monopolizan la fabricación de vacunas, calcula que producirla requiere entre
seis meses y tres años. Insisten que la vacuna tiene que quedar bien hecha para
garantizar que la vacuna no esté defectuosa o contaminada.
No
obstante, los que ponen los bultos de dólares, quieren la vacuna ¡ya!
El
mismo gobierno de Trump que le dio 1.200 millones de dólares a la Universidad
de Oxford (Reino Unido), y que tiene una vacuna experimental bastante
adelantada, quiere para enero de 2021 la bicoca de 300 millones de vacunas. El
biólogo David Pulido Gómez que hace parte del equipo científico, dice que la
farmacéutica AstraZeneca —la encargada de producirla— tiene la capacidad de sacar
entre enero y septiembre 1000 millones de vacunas. Pero el problema real es que
“la vacuna puede no funcionar”.
En
todo caso, la presión por crear la vacuna reside en que el covid-19 es de fácil
contagio, ayuda a matar y mata. Además de la Operación Velocidad Warp de
Trump, está también el proyecto El Acelerador ACT compuesto por la
Organización Mundial de la Salud, la Alianza Gavi, la CEPI, el mismo Bill
Gates, que tienen como meta que la vacuna se desarrolle en tiempo récord.
Algunos
críticos sostienen que acortar tiempos, como lo piden la Operación Velocidad
Warp y el proyecto El Acelerador ACT trae problemas. La vacuna
contra el ébola, la que más rápida se ha desarrollado hasta ahora, tardó cinco
años. Y con el covid-19 la idea es que
se tenga antes de los 18 meses.
En
fin, lo que dicen lo críticos es que quieren fabricar vacunas experimentales
sin saber si funcionan. La pregunta que se hacen es por qué se quieren saltar
los procedimientos. Una vez aprobada y fabricada la vacuna es necesario saber
si es eficaz. Como lo señala el biólogo Pulido, es necesario que el virus haya
contagiado a la comunidad. Se requiere que las personas que hayan sido
vacunadas estén protegidas contra el virus. Sin embargo, en contra de la
eficacia juega el confinamiento. Si bien el confinamiento es bueno porque
detiene la infección, para la vacuna no lo sería, ya que al detenerse la
transmisión se haría más difícil saber sobre su efectividad. En fin, como dice
el biólogo, para saberlo se necesitaría contar con otros meses de más.
Pero
otra cosa es hacerle seguimiento para observar si tiene efectos adversos y,
como dicen los expertos puede durar entre 6 y 36 meses.
Mientras
todo esto está pasando en los laboratorios y en las oficinas donde están los
millones de dólares, Latinoamérica arropada por la miseria, el desempleo y el
hambre está convirtiéndose poco a poco en el centro de la pandemia.
Su
futuro con el covid-19 es incierto.
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