Armando Moreno
Publicado en El Puente, Honda, año 10, No 122, agosto de 2009
Mariquita no tiene vida cultural así exista una dependencia en el municipio que, se supone, es la encargada de jalonar este sector. El problema con el término cultura es que este se asocia por lo general con el rescate del folclor y de las tradiciones y, en el peor de los casos, como lo hace la Academia de Historia de Mariquita, a preservar el pasado.
El abogado Hernando López, incomprendido en Mariquita, alguna vez me señaló que cuando las alcaldías quieren dar cuenta de la cultura, por lo general siempre la reducen a las danzas. Con una definición tan pobre de cultura, y si los funcionarios que están al frente de ella no tienen una mejor preparación para asumir este sector, Colombia estará perdida por muchos años.
Desde hace una década, más o menos, el Estado colombiano ha venido insistiendo que el sector de la cultura —como el deporte— debe convertirse en una industria que genere dividendos económicos. No obstante, este llamado en los municipios ha tenido oídos sordos. En Colombia solo tenemos a Bogotá, Medellín, Cartagena y Barranquilla, pero, en el resto del país todo lo relacionado con la industria cultural es demasiado pobre. Ante tal ausencia, a cambio de ella, existen festivales y encuentros como el Mangostino de Oro. Así sean eventos puntuales que dependen de un puente festivo o de una efemérides hay que alabarlos y apoyarlos. Por algo se empieza.
A pesar de que el sector de la cultura es la cenicienta en los presupuestos, valga señalar que en Mariquita, que se sepa y que se tenga noticia, solo han existido dos eventos que merecen reconocimiento. Uno de ellos fue el que lideró Pablo Valdés por más de una década con el Salón de Artes Plásticas y, el otro, que se celebra en la actualidad, y es el que con mucho tesón realiza Bladimiro Molina con el Festival Nacional de Música Magostino de Oro.
Da rabia que en el editorial de El Tiempo, haciendo alusión a los festivales que se celebraron en todo Colombia aprovechando el puente del 17 de agosto, no hayan tenido en cuenta el Mangostino de Oro. Es que son XIV ediciones y eventos como estos no nacen y se consolidan todos los días. Pues este evento ya fácilmente esta a la altura de otros que se celebran en el país como el Festival de Verano en Bogotá que tiene XIII ediciones y el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, que se realiza en Cali y que tiene XII ediciones. Aunque algunos dicen que las comparaciones son odiosas, estas hay que tenerlas en cuenta.
No importa que El Tiempo se le haya olvidado reseñarlo, al fin y al cabo, este evento ya nadie lo detiene. Además ya tiene un reconocimiento a nivel nacional entre los cultores de la música colombiana. Una muestra de su importancia es la hora de definir quiénes son los mejores por la calidad de los tríos y duetos.
Creo que no hay habitante en Mariquita que no esté a gusto con este evento. Es lo único que genera unanimidad. Una muestra del cariño hacia este evento, tanto de los Mariquiteños, visitantes, turistas, o, aquel que estuvo de paso, fue cuando entonaron el bambuco “Soy Colombiano” del maestro Rafael Godoy.
Un sentimiento profundo se desgarró cuando todos a una sola voz entonaron: “… Lo demás será bonito pero el corazón no salta, como cuando a mí me cantan una canción colombiana. ¡Ay! Que orgulloso me siento de haber nacido en mi patria”.
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