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sábado, junio 21, 2014

“La vida es como un río que da tumbos en la noche"

LIBARDO VARGAS CELEMIN

Profesor Titular
Universidad del Tolima
email: lcelemin@ut.edu.co

Escribió William Ospina en su última novela “La serpiente sin ojos”, y tal parece que la suya comenzó a golpearse contra las paredes de la incomprensión, el señalamiento y la crítica mordaz, luego de una vertiginosa carrera de reconocimientos, premios y homenajes por su trabajo ensayístico y ficcional. 

Gracias a su escritura poética se abrió paso en el medio intelectual y se convirtió en uno de los columnistas más leídos del país. Sus trabajos pasaron a ser material de reflexión en la cátedra universitaria, pero también en las aulas de la educación media. Eran una especie de amalgama poético - filosóficas que tocaban temas vivenciales del país. En ellas fustigó a las élites capitalinas por su desden contra el pueblo con metáforas contundentes; reconoció las potencialidades de la hibridez y el mestizaje étnico nuestro; clamó por oportunidades para los excluidos y fue generando una corriente que miraba en forma distinta el entorno y descubría las riquezas del paisaje para exaltar la lucha en favor de los recursos naturales.

Reconozco que Ospina, al igual que el narrador de “Ursúa” me sedujo “como un hechicero y tiempo después comprendí que su voz era el soplo de la serpiente que me llamaba a su lomo”, el hechizo ha funcionado y he tenido la oportunidad de dialogar con William, participar en algunas tertulias; asistir a sus conferencias; escribir sobre su obra y hasta componer la letra de una cantata en su honor.

Por eso fue una gran sorpresa el encontrarme el pasado primero de junio con su lamentable columna, en la cual toma partido por el candidato del uribismo. No se trata de una actitud dogmática, pues más que la discrepancia ideológica y política, hay un elemento que me sabe a traición, a incoherencia, a argumento falaz para sustentar una adhesión personal, que respeto, pero que resulta frágil y acomodada.

Veamos un solo ejemplo: dice Ospina en su columna que Zuluaga “es el menor de los males. ¿Por qué? Yo lo resumiría diciendo que el uribismo es responsable de muchas cosas malas que le han pasado a Colombia en los últimos 20 años, pero el santismo es responsable de todas las cosas malas que le han pasado a Colombia en los últimos cien años”. Se le olvida a Ospina lo que dijo hace poco en su libro “Pa que se acabe la vaina” , refiriéndose al mismo tema: “Colombia ya no está bajo el control de la vieja élite”.

Finalmente seguiré leyendo la poesía y la ficción de William con el mismo entusiasmo como leo a Borges, a pesar del elogio a Pinochet, pero sus opiniones políticas las recibiré a beneficio de inventario.

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