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sábado, octubre 05, 2013

Álvaro Mutis (1923-2013): Honoris Causa, Universidad del Tolima, 1995

En septiembre de 1995, la Universidad del Tolima, le concedió a Álvaro Mutis, el Honoris Causa en Literatura.

Las palabras que dijo la noche del Honoris Causa, tienen para mí un tono nostálgico. Y es comprensible porque se remonta a su niñez.  He leído casi todo lo de Mutis y lo que se ha escrito sobre Mutis. De esas lecturas he llegado a la conclusión, y diría que casi en todos, que cuando hablan de Mutis, lo hacen a manera de circunloquios: ya que lo que dicen no es porque lo hayan leído, sino porque la han oído. 

Y respecto a los críticos tienen un tufillo que personalmente no me gusta: tienen algo que les hace falta cuando hablan de su obra: no conocen a Coello, como tampoco la tierra caliente del Tolima. Si la conocieran estoy seguro que entenderían mejor su obra. En esas críticas veo disquisiciones mentales y superfluas.

Meses después de haberse ganado el Premio Reina Sofía tuve la oportunidad de charlar con él, tras dar una conferencia en la Universidad de Barcelona, la sede que queda en  la Plaza de la Universitat en la Gran Vía.

Esa noche de otoño, acompañada por una ligera llovizna, al intercambiar palabras con los asistentes, me le acerque y  le dije: maestro su obra tiene un sabor a clima caliente. Como lo sabes, me dijo, soy tolimense de tierra caliente.

Esa noche le hable del escritor tolimense ya olvidado por quienes leen literatura:  Nicanor Velásquez Ortíz y su obra Río y Pampa. Le dije que esta obra, también, a su manera literaria, tenía un sabor a tierra caliente.

Transcribo las palabras que diera Mutis esa noche de septiembre de 1995:

 Amorosa y cordial ironía

Estoy profundamente emocionado. Se me confunden las nostalgias, las  certezas, el cariño, la falta que me hace esa tierra tolimense y me cuesta mucho trabajo decir lo que en este momento estoy sintiendo.

Quería, sí, anotarles algo: Hay una amorosa, una cordial ironía en todos estos homenajes que se me hacen y sobre todo en este doctorado Honoris Causa. Les voy a contar por qué.

La hacienda de tierra caliente
de los abuelo de Mutis
Es al paisaje del Tolima, al ámbito tolimense, a mis largas sesiones de lectura en la terraza donde se secaba el café en la finca de Coello, a esa fiebre por entrar en el  mundo de la poesía, de la historia, que no pude terminar mi bachillerato... Y que entonces ahora, precisamente el Tolima sea el que me de un doctorado Honoris Causa, cierra un anillo más de esos anillos que yo siempre he imaginado que son la vida del hombre y que a veces los dioses permitan  que los más preciados y los más importantes se cierren para formar parte de nuestro ser.

Yo hubiera esperado, desde luego, de muchas universidades muestras de afecto, no doctorados Honoris Causa, pero sí de solidaridad  con mi obra. Pero que precisamente la Universidad del Tolima me haga doctor en Literatura es algo que me emociona y al mismo tiempo, por fin, después de tantos años, justifica todas esas horas de lectura que mencioné y sobre todo una trampa  que le hacía al Instituto Politécnico y después al Colegio del Rosario, quedándome a veces hasta un mes en la hacienda contándole historias a mi madre, que no las creía, desde luego y que me permitían seguir leyendo la historia de Francia, la biografía de Felipe II, la obra de Balzac, la obra de Gerardo de Nerval, de Carlos Baudelaire y en ese transcurso y en esas horas robadas al colegio acabé, junto con el billar, con mi cartón de bachiller.
Álvaro Mutis

Pero la vida da otros premios también maravillosos. Tengo dos testigos de cuál es la maravilla de ese paisaje del Tolima y ellos me han acompañado amorosamente hasta hoy. El primero, mi hermano Leopoldo, ya ausente, cuyas cenizas deposité en el río Coello. El otro, mi entrañable amigo Álvaro Castaño Castillo, con quien hemos recorrido los caminos secretos de la finca, con esa intuición amorosa de quienes todavía podemos recordar el árbol de guamo doblado sobre el charco donde jugábamos de niño y donde nadábamos ya en plena adolescencia. Ellos han sabido mantener a mi lado intacto ese milagro prodigioso ese paraíso que es para mi Coello y el Tolima.

Muchas gracias, señor gobernador, muchas gracias señor Rector, muchas gracias señor alcalde de Ibagué y mil gracias, Álvaro, por acompañarme.


jueves, agosto 29, 2013

¿Qué hacer con el sector hotelero, turístico y cultural en el Norte del Tolima?

Armando Moreno

Hace varios años decíamos en este mismo espacio, refiriéndonos a la industria hotelera, turística y cultural, la necesidad de que las alcaldías impulsaran este sector. Lo decíamos con ocasión del Bicentenario de Mutis. Desde ese entonces acá no ha pasado nada. La conclusión a que se puede llegar es que quienes llegan a la alcaldía, o no entienden de esto, o a quienes colocan en esas oficinas que llaman turismo y cultura poco entienden del oficio.

Los alcaldes no entienden que tanto lo cultural y lo turístico están amarradas a la industria hotelera y que las tres van enganchadas entre sí. Pero en el norte del Tolima parece que todo esto es un zaperoco que nadie entiende. Y lo peor de todo es que las alcaldías se hacen las de la vista gorda. Para los alcaldes estos sectores son sinónimos de trago y parranda de mal gusto.

El volcán del Ruíz desde el municipio de Armero-Guayabal
El norte del Tolima, ni es turístico, ni es nada. Tan así que quienes sienten la necesidad de viajar a clima caliente lo hacen por desaburrirse de una ciudad como Bogotá pero no porque encuentren un aliciente turístico y cultural. Triste recordarle otra vez a los alcaldes que en vez de estar ladrándole a la luna todo el tiempo con proyectos que solo están en el deseo de ellos, porque no se pellizcan y tratan de nombrar en esos cargos administrativos gente idónea y capaz para desarrollar lo turístico y cultural. Funcionarios que sepan del oficio.

Es tan lucrativo lo turístico y cultural que países industrializados como Estados Unidos, Inglaterra, España y Francia un buen porcentaje del Producto Interno Bruto proviene de estos renglones que llaman sin chimenea.

Pero en el norte del Tolima  ya desde hace rato este sector viene dando botes sin saber para dónde va. Un buen ejemplo, y lo volvemos a reiterar, fue el Bicentenario de Mutis. Lo único que quedó en el recuerdo fue el paseo que se dio una burocracia pública a costa de los bolsillos de los contribuyentes.

Murillo: un encanto de pueblo
¿Qué pasó con la Ruta Mutis que pretendía ser toda una industria cultural? ¿Dónde está el  Ministerio de Cultura y los municipios del norte del Tolima que, con sus administraciones de turno, han sido incapaces de jalonar alguna propuesta?

A esta incapacidad burocrática hay que sumarle el interés que tienen sectores particulares de que el norte del Tolima no progrese. En el plano social está el mal gusto que tienen los comerciantes y vendedores de exprimirle los bolsillos al visitante con precios exorbitantes.

El otro asunto es el ruido infernal que con permiso del alcalde suelen hacerse hasta altas horas de madrugada. Que una minoría sea amante de la contaminación auditiva y ambiental con volúmenes de sonido a todo taco, no quiere decir que ese sea el gusto de la mayoría.

Un agregado que se está vendiendo en el mundo, como gancho para el turismo, es el de ofrecerle al visitante cero contaminación ambiental. La consigna es: sí a la riqueza cultural y turística, pero sana.

Las alcaldías deben recordarle a quienes tienen heladerías, restaurantes, almacenes. etc, que la inmensa mayoría cuando sale de una ciudad tan jarta como Bogotá lo que quiere es sosiego, descanso y precios justos en los productos que compra.

Honda: Puente Agudelo e iglesia El Carmen
Y, por otra parte, hay empresas como Enertolima  que con sus altas tarifas de energía impiden la generación de pequeños negocios. Dónde están los alcaldes del norte del Tolima que no han dicho ni pio. Pareciera que este asalto a los bolsillos de los contribuyentes no fuera asunto de ellos.

El norte del Tolima tiene todos los ingredientes para convertirse en un polo desarrollo turístico y cultural. Está la arquitectura, los paisajes, la comida tradicional, las fiestas, el pasado y un largo etcétera.

Pensemos en municipios como Murillo y Herveo con el volcán del Ruiz como atractivo, la fiesta del Señor de la Salud en Guayabal, la del Señor de la Ermita en Mariquita, la de Santa Lucia en Ambalema o la de la Virgen de Coloya en Lérida. Fiestas religiosas que servirían, además de ayudar a la fe, a dinamizar la economía de la región y de sus respectivos municipios. El clero tiene que dejar de pensar en las arcas del obispo y pensar más en el bienestar de la sociedad.



jueves, junio 06, 2013

PALLARES-BURKE, María Lúcia: La nueva historia. Nueve entrevistas.

Armando Moreno Sandoval

PALLARES-BURKE, María Lúcia: La nueva historia. Nueve entrevistas. Valencia: Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2005, 299 págs.

La insularidad idiomática que caracteriza a Latinoamérica impide, en la mayoría de las veces, estar al tanto de la frontera del conocimiento o de lo que se produce académica e intelectualmente en países con idiomas distintos al español.

Este es el caso de las entrevistas que realizó durante más de tres años —agosto de 1996 a noviembre de 1999— la profesora María Lúcia Pallares-Burke del Centre of Latin American Studies de la Universidad de Cambridge. Las entrevistas hechas a nueve destacados historiadores fueron publicadas inicialmente en portugués en el cuaderno «Mais», Folha de S. Paulo, Brasil. Pero, la versión en libro y en el mismo idioma solo apareció en el 2000 y su traducción al español en el 2005. No obstante, hace escasamente un año arribaría a algunas librerías colombianas.

Si la primera mitad del siglo XX puede considerarse como el inicio de una revolución en la forma de pensar y escribir la historia, revolución esta que empezaría desde la fundación de la revista Annales en 1929, algo parecido podría decirse también de lo que aconteció con el que hacer de la historia durante la segunda mitad del siglo XX.

Aunque nombres como Marc Bloch, Lucien Febvre —fundadores de Annales—, Jacques Le Goff, Georges Duby nos llevan a la primera mitad del siglo XX, pues nos son excesivamente familiares, este libro de la profesora Pallares-Burke es un encuentro con los historiadores de la segunda mitad del siglo XX que también revolucionaron la forma de pensar y escribir la historia y que la critica historiográfica europea ha dado en llamarla La nueva historia.

Aunque La nueva historia en Colombia la asociamos con el historiador Jaime Jaramillo y sus discípulos —como lo fueron Germán Colmenares, Margarita Garrido, Jorge Orlando Melo, Marcos Palacios— poco tiene que ver con La nueva Historia que nos alude la profesora Pallares-Burke. Incluso, muy distinta, de aquella que se consolidó a comienzos y durante la primera mitad del siglo XX alrededor de la revista Annales.

Esta, La nueva historia, hace referencia a una generación de historiadores que, a pesar de que están en el ocaso de sus vidas, han pasado inadvertidos en las facultades de Ciencias Humanas de las universidades colombianas y me atrevería a decir, también, latinoamericanas.

Estos historiadores son en su orden cronológico, del más veterano al más joven, Jack Goody, Asa Briggs, Natalie Zemon Davis, Keith Thomas, Daniel Roche, Peter Burke, Robert Darnton, Carlo Ginzburg y Quentin Skinner. Amén de otros historiadores que, aunque no están en esta lista, también han estado en el olvido en los cursos de antropología, historia y sociología de las facultades de Ciencias Humanas en Colombia como es el caso del sinólogo británico Jonathan D. Spence.

La pregunta que surge es: ¿por qué estos nombres han pasado desapercibidos en la formación de las nuevas generaciones de estudiosos de las Ciencias Humanas? La respuesta es sencilla: porque sus planes de estudios aun siguen presos de la generación de sociólogos, historiadores y antropólogos que hicieron gigantes a estas disciplinas en la primera mitad del siglo XX. Léanse M. Weber, E. Durkhein, B. Malinowsky.

Aunque pareciera que el interés de este escrito  fuese hacer una crítica historiográfica a las disciplinas de las Ciencias Humanas, pienso que no sobra. Más bien, si es un abrebocas para preguntarnos por qué valdría la pena leer este libro. Existen muchas razones. No voy a enumerarlas todas. Pero para mí, la principal es que ofrece a cualquier estudioso de las Ciencias Humanas herramientas de carácter teórico y metodológico para repensar el oficio de la antropología, la sociología y la historia. Suficientes para preguntarnos el por qué esta revolución en la forma de pensar y escribir la historia ha pasado desapercibida.

Pero si alguien me preguntara por qué este libro de entrevistas de la profesora Pallares-Burke, diría, y es un consejo que doy a mis estudiantes, es que antes de aventurarse a leer la obra del autor, primero lean el autor. Porque a través del autor, el estudioso ha de encontrar ese mundo subjetivo que motivo a ese antropólogo, historiador o  sociólogo a escoger el oficio.

Como este consejo de Robert Darnton, gran historiador del libro y de la lectura, que decía a sus alumnos no echar en saco roto aquella otra literatura que a manera de crónicas retrataban el bajo mundo del crimen. Insumo más que necesario, según él, para pensar en el oficio de la escritura de la historia.


Pero más allá de esa subjetividad que podemos encontrar en quien ejerce el oficio de historiador, antropólogo o sociólogo, es que este libro es maravilloso por otra sencilla razón. Es una fiesta de los saberes. Nos enseña que cualquier oficio de  las Ciencias Humanas sería imposible si, quien lo va a ejercer, hace omisión del dialogo con otros saberes: literatura, arte, política, ciencia, sociología, historia, antropología. 

viernes, marzo 01, 2013

Centro multisectorial SENA Regional Honda


Armando Moreno

En la Ley de Honores Alfonso Palacios Rudas el gobierno ordena que el Ministerio de Trabajo apropie las partidas presupuestales para construir el centro multisectorial SENA regional Honda.

Una buena noticia que tiene su “pero”. La pregunta que surge es dónde se va a emplear esa mano de obra calificada cuando sabemos que el norte del Tolima prácticamente desde la avalancha del volcán nevado del Ruiz viene de capa caída.

O mejor esta otra pregunta: ¿esa mano de obra calificada a qué desarrollo social y económico habrá de responder? Planificar el desarrollo es fundamental porque sí no se corre el riesgo de prometer ilusiones.
Lo que molesta de todo esto es que ni el gobierno central, ni el departamental, ni el regional como el local se preocupan por la región. Miremos las carreteras terciarias para darnos cuenta que son trochas mal mantenidas. Del norte del Tolima solo se habla cuando hay elecciones. O cuando hay alguna efeméride como la de este año 2012 con el centenario del natalicio de Palacios Rudas.

¿Cuántos de los concejales, alcaldes, diputados y congresistas que representan el Tolima saben con propiedad de qué se compone el Producto Interno Bruto de los municipios que conforman el norte del Tolima?

Preguntas como estas que son fundamentales para direccionar el desarrollo de las regiones no entran en la cabeza de quienes hacen política y de los equipos de gobierno que conforman los alcaldes. Equipos de gobierno que cómo es bien sabido obedecen más a criterios clientelistas y politiqueros que técnicos y profesionales.

Ya que se va a construir este centro multisectorial bien valdría la pena pensarse en la formación que se va a impartir. Sería un craso error que para buscarle la vocación formativa a dicho centro se piense en hojear los Planes de Ordenamiento Territorial cuando se sabe que estos se hacen a puro ojo.

Ojalá que el Ministerio de Trabajo conforme un equipo investigativo del más alto nivel académico para que haga un estudio socioeconómico con el fin que dé cuenta de la vocación de la región. El cuentico de algunos de que el país está sobre diagnosticado es el carretazo típico de quienes creen que todo lo saben. O quienes creen que las sociedades son estáticas, que no cambian.

Ya que se está celebrando la efeméride del nacimiento de Palacios Rudas bien valdría mencionar uno de los pocos estudios socioeconómicos puntuales que se han hecho en la región. Siendo Palacios Rudas contralor de la República ordenó, en 1947, para Mariquita, un estudio socioeconómico que diera cuenta de las condiciones de vida de los trabajadores.

65 años después este estudio ordenado por Palacio Rudas aun sigue siendo un buen referente de cómo podrían abordarse sectores sociales para su comprensión. Aunque existen estudios semejantes éstos carecen del rigor metodológico utilizado en el estudio de Mariquita. Pienso que la orden de construir el centro multisectorial SENA, regional Honda, sea una buena disculpa que los alcaldes del norte del Tolima tendrían para emprender un estudio socioeconómico para el norte del Tolima.

Ley de Honores Alfonso Palacios Rudas

Armando Moreno Sandoval

La Ley de HonoresAlfonso Palacios Rudas traerá a Honda la suma de 490 mil millones de pesos. Algo así como 44 veces el presupuesto de Honda que hoy en día asciende un poco más de 11 mil millones de pesos anuales.

Los hondanos están contentos. Los que si deben estar tristes son los contratistas de bolsillo puesto que, si se lee con cautela la ley, el dinero no va llegar directo a la tesorería del municipio.

Y razón tiene el gobierno nacional. La administración municipal hondana tiene fama de derrochar el billete. 

Es bueno recordar que cuando hubo la avalancha por la erupción del volcán nevado del Ruiz, y gracias a la gestión que hizo en ese entonces Palacios Rudas, a Honda se le dieron algo más de 2 mil millones de pesos. Dinero éste que tenía como finalidad recuperar las zonas aledañas de la rivera del río Gualí.

Veintisiete años después, los hondanos y los turistas que la visitan podrán ver que lo que se quería intervenir quedó en veremos. Solo basta pararse en la alcaldía municipal, mirar hacia el río Gualí y ver los escombros y un parque a medio hacer del fallido proyecto.

Tanta fue la desidia de la administración de ese entonces por recuperar lo que estaba deteriorado que el puente Pearson, considerado patrimonio nacional, el día menos pensado se vino a pique ante los ojos atónitos de los hondanos.

En esa época los hondanos de a pie se sintieron indignados de cómo se evaporó la plata y todo lo que habían prometido alrededor de esos miles de millones quedó en veremos.

Hoy 27 años después de la avalancha del Ruiz y 100 años del nacimiento de Palacios Rudas el Estado colombiano le rinde homenaje al pueblo que lo vio nacer

Ojalá que esta vez las obras de inversión que promete el gobierno nacional a través de los distintos ministerios (Salud, Cultura, Trabajo, Medio Ambiente, Educación) se cumplan en el menor tiempo posible.

Hay quienes dicen que el dinero destinado no es mucho. Algunos aseguran que entre el puente que está construyéndose entre Puerto Bogotá y Honda —y que ha de llevar el nombre de Alfonso Palacios Rudas—, la nueva carretera entre Guaduas y Honda y el refaccionamiento del aeropuerto de Mariquita para convertirlo en uno regional, se comerían una buena tajada de ese presupuesto.

Aunque las obras citadas podrían considerarse las de mayor envergadura, la ley contempla recuperar símbolos históricos del casco colonial: la Calle de las Trampas y las cinco cuestas o calles que la comunican con el Alto del Rosario, la Casa del Sello Real, la Catedral de Nuestra Señora del Rosario, la Plaza de Mercado, el Museo del Río Magdalena (Antigua Bodega del Rey), Centro Cultural Alfonso Palacio Rudas y el Puente Navarro sobre el río Magdalena.

Con esta ley Honda parecería reinventarse. También contempla que a través del Ministerio de Cultura se apropie la partida correspondiente para comprar el Teatro Honda y convertirlo en algo así como un ágora de la cultura.

Un remezón al alicaído sistema hospitalario regional es el de convertir el actual Hospital de Honda en uno de tercer nivel. De este modo el norte del Tolima quedaría con tres hospitales de primer orden, contando con los de Lérida y Líbano.

Otros puntos a destacar en la ley es la creación de la Corporación del Alto Magdalena y el de desarrollar e implementar un plan de ordenamiento y manejo de la cuenca hidrográfica del río Gualí, con el fin de evitar que siga haciendo estragos en épocas de lluvia.

Aparte de la estampilla y del libro en homenaje a Palacios Rudas la ley contempla otros aspectos que son fundamentales para que un país cambie.

De un lado, están las de 10 becas que se otorgaran a los 10 mejores puntajes hondanos de la prueba Saber 11. La beca cubrirá la totalidad de la carrera profesional ya sea en una universidad pública o privada del país.

Aunque el Ministerio de Educación reglamentará la continuidad y el mérito de la beca es bueno advertirle a este ente la necesidad de que las becas se blinden de la politiquería burda y barata que impera en los municipios. Que las becas se les dé a los estudiantes con los mejores puntajes y no que por medio de palancas y triquiñuelas se le den a los menos indicados.

El espíritu de la ley lo que quiere premiar es el esfuerzo. Un ejemplo donde la politiquería ha metido la mano fue lo que sucedió en Mariquita en la administración del señor Juan Carlos Acero. Becas que habiendo sido dadas a Mariquita para que estudiantes fueran a cursar estudios superiores en vez de someterlas a un concurso de méritos el señor Acero prefirió darlas a dedo. Los mariquiteños indignados se preguntaban: ¿Cuál fue el criterio para otorgar las becas?

De este estilo amañado y grotesco de los politiqueros es que Honda con las 10 becas Saber 11 se tiene que blindar. Que no sean los politiqueros de turno, como en el caso de Mariquita, quienes decidan.

Si hay algo que la gente debe estar de plácemes, y que sería demasiado importante para la región, es la orden dada al Ministerio del Trabajo para que incluya el presupuesto necesario con el fin de crear el centro multisectorial del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) Regional Honda.

Ojalá que la construcción de este centro sea lo más rápido posible. Pues el país y la región lo que más necesita es mano de obra calificada y que conozca el oficio.

Solo resta decir que aunque a Mariquita de esta efemérides le ha de quedar un aeropuerto regional, valga reseñar que siendo Palacios Rudas contralor de la república se hizo para Mariquita un minucioso estudio socioeconómico sobre la clase trabajadora que, hasta el día de hoy, no ha habido otro que lo supere. Era el año de 1947.

Lo interesante es que 65 años después este estudio es un buen referente metodológico para aquellos alcaldes que, renuentes a aceptar la ignorancia en estos temas, se empeñan en ordenar Planes de Ordenamiento Territoriales a puro ojo. Parecería que los análisis socioeconómicos fueran un estorbo. No obstante, se empeñan en malgastar recursos en asuntos baladíes que en nada contribuye al progreso de la región.