Armando Moreno
Publicado en El Puente, Honda, año 10, No 120, junio de 2009, p. 3
Desde hace poco tiempo, a Mariquita, se le ha venido conociendo por lo que hicieron sus exalcaldes. Como botón de muestra, y para nadie es un secreto que, de sus últimos cuatro exalcaldes dos —un hombre y una mujer— están enredadados con la justicia, uno es prófugo de la justicia y otro no deja de visitar las barandas de los juzgados.
Sin embargo, sería injusto desconocer la buena voluntad que tuvo algún exalcalde por sacar adelante a Mariquita. Existe uno en especial y que pese a que no dejó grandes obras no tuvo la desfachatez de despilfarrar el dinero de los contribuyentes. Ese hombre es Said Halima. Si hoy está olvidado por los escándalos, cuando terminó su alcaldía había dejado una deuda cercana a los 150 millones de pesos. De ese tiempo para acá, los alcaldes que lo sucedieron en un cerrar de ojos se dieron al descaro de endeudar al municipio en más de 10 mil millones de pesos. Ésta deuda hasta hace poco por cuenta de quienes pagan impuestos se canceló, y de esa cifra tan abultada no existe ni siquiera un andén bien hecho. La gente se pregunta: ¿cómo es posible que quienes llegan a manejar el presupuesto del municipio terminen haciendo semejante salvajada en detrimento de las necesidades básicas de un pueblo como alcantarillado, hospitales, acueductos, escuelas, centros de salud?
Si Mariquita ha sido administrada a las patadas, en ¿dónde radica la fuerza de su progreso? Si las administraciones que le sucedieron a Said Halima fueron incapaces de reconocerle su pulcritud en el manejo de los recursos, bien vale la pena que alguien vaya pensando en hacerle un homenaje a quien hoy en día le debemos el progreso de Mariquita. Esa persona se llama Alberto Mendoza Morales.
Valga recordar que hace 24 años cuando el volcán nevado del Ruiz le dio por hacer erupción acabó una fuerza centrífuga que se había constituido a lo largo del siglo XX. Esa fuerza se llamaba Armero. Desaparecido con la avalancha, el norte del Tolima quedó sin brújula y sus pueblos al vaivén del tiempo.
Si bien, a los Mariquiteños y al norte del Tolima el Mendoza Morales poco le dice, él fue quien en tiempos de la avalancha de Armero se opuso a que Mariquita recibiera las dadivas de Resurgir.
Mientras la gente del común se rasgaba las vestiduras y maldecía a diestra y siniestra porque a Mariquita no le botaban un peso, el geógrafo y planificador regional Mendoza Morales confiaba que a Mariquita le iría mejor sin ninguno de los planes del Estado.
Si la fuerza que había hecho gravitar el ecúmene —la gente que habita la tierra— era Armero, los geógrafos y planificadores regionales se preguntaban cuál de los municipios del norte del Tolima sería el llamado a reemplazarlo. Mendoza Morales pensó en Mariquita. Su tesis era simple y sabia: déjenla quieta que con el correr del tiempo encontrará su propia dinámica. Presagió que quienes podían darle esa dinámica debería de ser una migración emprendedora. Lo cierto fue que no se equivocó.
Mendoza Morales impuso su experiencia traída de otros lugares del mundo. Era un convencido que los pueblos que sucumben a una tragedia y que son manejados con criterios de caridad, en vez de atraer gente con ideales de progreso llegan avivatos y holgazanes que quieren aprovecharse de las bondades y recursos del Estado.
Si hoy Mariquita tiene un progreso que deja sorprendidos a quienes la visitan, no ha sido por quienes se creen “raizales” o “hijos de Mariquita”, sino por la fuerza de la migración. Si alguien preguntara dónde están los descendientes de quienes llegaron hace menos de un siglo tras el oro, el ferrocarril y el cable aéreo, la respuesta es que ni si quieran viven en Mariquita. Triste decirlo: pero esos pocos descendientes que quedan algunos la desprecian y otros sólo viven rumiando el pasado. Les cuesta entender que están siendo desplazados y que Mariquita ha sido y será tierra de migrantes.
Estos hombres y mujeres que han llegado buscando nuevos horizontes —y que en nada se diferencian a esas generaciones de antaño que llegaron probando suerte y se quedaron— son los que están empujando los nuevos ideales de progreso. No obstante, el esfuerzo de estos hombres y mujeres quiere ser desconocido por esos que se creen dizque “raizales” o “hijos de Mariquita”.
Gústenos o no, esta es la explicación del por qué 24 años después de la erupción del volcán nevado del Ruiz, Mariquita está siendo la llamada a gravitar el ecúmene.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario