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jueves, diciembre 14, 2006

Los desafios del Polo Democrático


Palabras del poeta William Ospina al Congreso de Unidad.


Lunes 4 de diciembre de 2006


Dicen que nuestro padre Bolívar, que tenía derecho a criticarnos, dijo alguna vez que cada colombiano era un país enemigo. La verdad es que Colombia fue por mucho tiempo, a pesar de la abnegación y la generosidad de innumerables luchadores populares, y como consecuencia de una política estudiada y exitosa de las élites, un país fragmentado e insolidario. Y en el orden social la insolidaridad es el peor enemigo. La dirigencia que maneja al país desde la aurora de la república supo siempre que su éxito dependería de mantener a un pueblo tan diverso por su composición y por sus costumbres, dividido para siempre. Dividido, escindido, estratificado. Aquí en nada ponen más cuidado que en enseñarnos a todos a saber a qué estrato pertenecemos. Incluso la educación, que se nos predica como la solución a todos los problemas, es ante todo una escuela de estratificación. Hasta en una concentración del Polo Democrático vi un día algo que me desanimó. Había una sección llamada VIP, sigla nefasta que significa "very important people", gente muy importante. Y me dije con cierto sabor de frustración que si Polo permitía que se abrieran camino esos melindres clasistas, no saldríamos nunca de la Colombia del Jockey Club. Eso lo digo como una amistosa observación.

Yo creo que a ningún pueblo se le han predicado tantas diferencias. El hecho de que Colombia sea un país de extraordinaria diversidad ha favorecido esas divisiones intencionadas que nos inmovilizan y nos dejan inermes en manos de la barbarie, y los partidos políticos tradicionales fueron por mucho tiempo cátedras de odio entre los colombianos. Por eso entiendo la frecuencia con que se oye en este Congreso la consigna de Unidad, repetida muchas veces. Todos sabemos que el secreto del triunfo de un proyecto generoso y democrático en Colombia está en la conquista de la unidad. Pero ¿cuál es el secreto de una verdadera unidad? La mera voluntad no basta, se requiere un método. Esa unidad anhelada exige sinceridad y franqueza, porque no se hace unión callando lo que pensamos sino expresándolo con confianza y con lealtad. Afirmarnos en nuestras convicciones y nuestros principios sin que eso se interprete como hostilidad, sin tener que fingir que hay que estar de acuerdo en todo para poder cumplir juntos algunas tareas indispensables.

Para tener de verdad confianza en los otros se requiere conocimiento, pensamiento, y ante todo confianza en sí mismo. Estoy seguro de que aquí se está encontrando, casi por primera vez, una Colombia que no se conocía. Una Colombia invisibilizada, acallada y excluida. Es una extraordinaria oportunidad de conocer a Colombia asistir a este Congreso, y sería una lástima que no la aprovecháramos. Nada como ese diálogo, como ese intercambio de memorias y sueños, nos permitirá avanzar en la formulación de un proyecto de país que no sólo sea posible sino acertado. Para confiar en nosotros mismos necesitamos conocer lo que nos rodea: necesitamos una mezcla profunda de memoria y orgullo, sólo eso nos puede ayudar a estar seguros de lo que somos y de lo que merecemos. Cierta vez le oí decir a Santiago García: "Los países del Occidente como la India y la China, y los países del Oriente como España y Francia". Me pareció que había un error y le dije: "Querrás decir los países orientales como la China y la India y los occidentales como España y Francia. Entonces muy amablemente me contestó: "Es que confundimos la cultura con la geografía. Como uno está mentalmente en Europa piensa que la China y la India están en el Oriente, pero para nosotros están al Occidente. Y basta mirar el mapa para ver que España y Francia están al Oriente de Colombia". Ese pequeño ejemplo bastó para demostrarme que vivimos en un mundo de convenciones.

Muy a menudo, sin darnos cuenta miramos con los ojos de las metrópolis que nos conquistaron, y en la lucha por conquistar ese orgullo y esa seguridad mental sin los cuales no somos buenos interlocutores de nadie, hace falta arraigar en nuestro mundo, conocerlo en detalle y apropiarnos de su memoria. Muchos colombianos todavía tenemos que dejar de vivir en ese país que, como una anómala figura de la geometría, tuvo siempre el centro afuera: en la corona española, en el vaticano, en la revolución francesa, en el mercantilismo inglés, en los centros comerciales de Miami. Dejar de percibir el mundo desde la óptica de las culturas dominantes. Hace treinta años los analistas de la realidad colombiana, ávidos por hacer coincidir nuestra historia con los esquemas de Hegel, buscaban en ella la secuencia invariable del esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. Ni se les ocurría que nuestra realidad no cabe en los esquemas de Hegel. Que aquí llegó hace cinco siglos la sociedad mercantil, el capitalismo incipiente, inaugurado por la edad de los descubrimientos; que la conquista de América propició lo que llamaba Marx la acumulación originaria del Capital, y que después de llegado el capitalismo llegó, asombrosamente, el esclavismo. Que aquí llegó primero, en los galeones de los españoles, la Contrarreforma, y sólo ahora está llegando la Reforma. Interpretar nuestra realidad exige mirarla con ojos nuevos; exige ser, a la hora del análisis, tan originales como ella.

La noticia, asombrosa para algunos, de que esto no es Europa, es fundamental para que podamos dialogar con el mundo desde nuestra realidad. La China sabe que no es Europa, los árabes saben que no son Europa, los hindúes saben que son otra cosa. Pero yo he oído importantes intelectuales que niegan que los indígenas y los descendientes de África jueguen un papel importante en nuestra cultura, gentes que creen todavía que somos españoles, que aquí no hay mestizaje. Y eso no lo decían solamente Silvio Villegas y los señores de la vieja Academia de Historia, sino gente joven e hoy. Aquí se abrió camino la ilusión de que éramos europeos, acaso por ser, como decía Rubén Darío, la América, "que aún reza a Jesucristo y aún habla en español". Se abrió camino esa tradición de negar nuestro pasado y nuestro presente indígena, nuestro mundo afroamericano, las selvas, los ríos de barro, los caimanes, los jaguares, las dantas, los chigüiros, la mayor variedad de aves del mundo, la mayor variedad imaginable de climas. Nos dedicamos a cantarle a los ruiseñores, los únicos pájaros que no existen en esta geografía, y a decirles a las amadas en las canciones "que esperen las flores de nuestro amor en primavera, que en el verano nuestra pasión será cada vez más ardiente, que en el otoño nuestras ilusiones caerán como las hojas, que nuestro corazón será una brasa bajo las nieves del invierno". Pero nos tocó inventar la nieve navideña con bolitas de icopor porque el mundo en que creemos vivir se parece muy poco al mundo en que vivimos.

Los europeos en cambio se abstienen rotundamente de decorar sus avenidas
con carros tirados por jaguares, no hacen carnavales del hombre caimán, y
para sus diseños prefieren inspirarse en las plantas de Europa. Viven donde viven. Esa mala costumbre nuestra de creer que nacimos en el lado oscuro del jardín y que por eso tenemos que fingir ser de otra parte, puede simbolizarse en la figura casi caricatural de Miguel Antonio Caro, que sólo hablaba en latín bajo los alcaparros del altiplano, que jamás salió de la Sabana de Bogotá, que gobernaba a Colombia como si fuera la Roma de Propercio o de Cicerón, y que nos dejó durante cien años de soledad una Constitución para la que no había ni indios ni negros ni selvas ni tierra caliente ni lluvias del Chocó ni malocas amazónicas ni el bastón susurrante del chamán ni el arrastrar de cadenas invisibles de la cumbia ni la frenética electricidad de los danzantes del mapalé. Yo escribí una vez sobre la necesidad de encontrar esa franja amarilla de la sociedad, en la metáfora de la franja de la bandera nacional que puede representar a las mayorías excluidas y postergadas por nuestra historia. Pero pienso también en otro sentido de esa franja amarilla: es nuestra presencia en la región equinoccial de América, en la franja solar donde se produce la mayor diversidad de la vegetación y de la fauna, en el paralelo cuatro que
produce buena parte del oxígeno planetario, la franja del oro sagrado de los pueblos precolombinos, la tierra de los hombres del maíz, la tierra fecunda de todos los mestizajes, la franja con mayor actividad eléctrica del planeta, con la regeneradora capacidad de producir ozono que tiene nuestra atmósfera.

Mencionaba ayer Antonio Navarro a los grandes pioneros de este despertar ciudadano. Sí. Tenemos que ser dignos de la sangre de Gaitán y de Pardo Leal, de Bernardo Jaramillo y de Carlos Pizarro, y de tanta sangre inocente que impregna este suelo. Y también tenemos que ser dignos del ideario de Bolívar, de la sabiduría de Humboldt, del pensamiento de Caldas, de las hazañas científicas y estéticas de la Expedición Botánica, del legado de esa otra aventura inconclusa de reconocimiento del territorio, la Comisión Corográfica.

Ya que la dirigencia colombiana ha traicionado buena parte de sus propias conquistas civilizadas, tenemos que asumir nosotros el ideario de la civilización. Hacer nuestros los grandes tesoros de la lengua, enriquecidos por el diálogo con muchas otras lenguas nuestras, indígenas, africanas, gitanas. El tesoro de nuestras artes. Ese patrimonio riquísimo que un día no sólo tendremos que administrar sino en ocasiones por primera vez descifrar, revelar y compartir con el mundo. Hubo en nuestro país proyectos que presentían lo que podía llegar a ser Colombia: pienso en las Láminas de la Expedición Botánica y en el refinamiento del tesoro Quimbaya, bienes fundamentales de nuestra cultura injustamente retenidos por el gobierno español, pienso en los tesoros no divulgados de nuestra gran literatura, pienso en la saga de los ferrocarriles, en la saga de la navegación por el Magdalena. Hubo una época en que hasta los hoteles se hacían pensando de verdad en el país que tenemos. Hubo y hay una arquitectura digna de nuestra tierra. Los ingleses que vinieron a buscar oro, a construir ferrocarriles, a construir el cable aéreo más largo del mundo, inspiraron a partir de su experiencia en el Caribe y en Indochina la arquitectura en madera de las fincas de la zona cafetera que es una de las cosas más bellas y originales de nuestra tierra.

Yo creo que un movimiento popular y moderno como el Polo tiene que convertirse en el orgulloso defensor de los esfuerzos creadores realizados por millones de colombianos a lo largo del tiempo, en diálogo de talentos con el mundo. Yo creo en la necesidad de un retorno a los campos, que no será posible sin la paz. No podremos devolvernos hacia una improbable arcadia indígena: pero creo profundamente en un diálogo respetuoso con los saberes de las comunidades indígenas, en un esfuerzo consciente y continuado por conservar el legado de sus lenguas, por descifrar el tesoro de sus mitos, creo en la necesidad de un respeto profundo por su conocimiento de mundo natural. Yo sé que la farmacia del futuro para todo el planeta está en nuestras selvas. Sin darle la espalda al gran saber científico de la modernidad, hay que enriquecerlo y contrastarlo con el conocimiento de muchas culturas nativas, con el saber de nuestra propia tradición. Este tiene que ser también el partido de la maloca universal, de la piel constelada de la gran Anaconda, de la escritura del Dios en la piel del jaguar.

Cuando uno vuela sobre ciertas regiones de Colombia, ante todo sobre las orillas de las ciudades uno siente el asombro de ver dos realidades opuestas: "Cuanta tierra sin gente aquí, cuánta gente sin tierra allí". Es indudable que los colombianos debemos tomar posesión de Colombia en términos físicos, que una reforma agraria sensata, productiva, histórica, es necesaria; que la redistribución del ingreso es necesaria; pero también hay que tomar posesión espiritual e intelectual de Colombia, conocer su geología y su topografía, su geografía y su biología, reformar la educación con audacia y con originalidad, decirle adiós a ese mundo de imposturas académicas que no valora los conocimientos reales y originales sino la sujeción a unos esquemas y la eterna subordinación a unos modelos.

Aquí tenemos el desafío del rigor y también el desafío de la originalidad. Tenemos que hacernos dignos de lo mejor de la obra de nuestros grandes pensadores independientes. Todo lector sensato encontrará en las obras de Fernando González, de Estanislao Zuleta, de tantos otros, no sólo mucho material polémico, sino el pensamiento más rebelde y más original que pueda pensarse. Hay que hacerse dignos del pensamiento rico, amplio, lleno de fecundas aproximaciones entre disciplinas y de ricas síntesis, de muchos de nuestros pensadores.

Colombia tiene grandes tareas culturales que cumplir para conquistar su cohesión como nación. No digo yo su identidad, porque sin duda no somos idénticos unos a otros, pero sí esa memoria que nos devuelva la concienciade ser hijos de una misma historia, ese conocimiento de nuestro mundo que nos permita hablar con propiedad sabiendo desde dónde hablamos y quiénes somos, y ese orgullo de unos saberes y unos lenguajes originales que nos darán un rostro y una voz precisa en el diálogo planetario. Y nada es tan ilustrativo como el modo en que nuestro mestizaje en el arte y en la música ha sabido recibir y fusionar el legado de las grandes tradiciones americana, africana y europea. Alguien dijo que un colombiano es alguien que piensa como europeo, siente como indio y baila como africano. También de la música se puede aprender a hacer política. Concertar y armonizar instrumentos distintos, voces diferentes, ritmos y melodías diversos. Y nuestra música sí que es una síntesis prodigiosa de todos esos componentes.

El horror de la tradición política colombiana consiste en que los políticos y los gobernantes de los partidos tradicionales nunca entendieron el papel de la cultura en la vida de los pueblos. En eso sí no aprendieron jamás de España, ni de Francia, ni de Italia, ni de México. Confundían la cultura con lo ornamental, con lo bonito, con lo decorativo, con lo innecesario. También a esa ignorancia y a esa frivolidad le debemos el escenario de pasiones primarias, la violencia, la falta de debate, la falta de sutileza de nuestra vida pública. La gran cultura colombiana siempre ha sido popular y siempre ha sido menospreciada por las élites, y el Polo Democrático tiene que saber hacer de nuestra riqueza cultural su manera y su discurso. Carlos Gaviria lo sabe por fortuna más que nadie. Quiero decir que para que el Polo pueda cumplir sus altas tareas políticas, debe ser también, y sobre todo, un movimiento cultural, debe recoger la creatividad extraordinaria de este pueblo, cuya verdadera exclusión no consiste tanto en que no se le haya dado todo lo que merece, sino en que no se ha sabido recibir de él todo lo que tiene para dar y para enseñar. Es sobre todo la exclusión, por razones clasistas y racistas, de una gran riqueza cultural.

Y el Polo debe asumir la certeza de que la política del futuro tendrá sobre todo una expresión cultural, que las banderas del futuro son el amarillo del sol y el verde de la selva, que son blancas de oxígeno y azules de agua. Porque la gran epopeya del futuro inmediato es salvar a este planeta de las maquinaciones de la codicia, de las depredaciones del gran capital, de las pestes de la guerra, de las contaminaciones de la industria, del hastío de la sociedad de consumo, y del desprecio por lo humano de un mundo sórdido y violento.

Colombia está en la primera fila de esas tareas, es una de las trincheras de la biodiversidad, de la defensa del agua y del oxígeno, de la defensa de la diversidad humana y cultural. Nosotros estamos cerca de los manantiales.

Aquí está el porvenir.

William Ospina

miércoles, septiembre 20, 2006

Minería y sociedad en Mariquita



INTRODUCCIÓN

Armando Moreno Sandoval

Universidad del Tolima

Debo señalar que mi libro Minería y sociedad en la jurisdicción de Mariquita: reales de minas de Las Lajas y Santa Ana, y que presento a la comunidad en general, se hizo prácticamente a partir de las fuentes documentales del Archivo General de la Nación. La razón esta en que la mayoría de los trabajos sobre minería tratan sobre la explotación aurífera y, muy poco, de la minería argentífera.

En cuanto a la minería de la antigua jurisdicción de Mariquita, valga recordar que además del ya conocido trabajo clásico del historiador español Julián Ruiz Rivera, La plata de Mariquita en el siglo XVII: mita y producción, en los últimos años ha habido un interés en la minería de los reales de Santa Ana y Las Lajas, en particular los trabajos del historiador Heraclio Bonilla y de la historiadora Mónica Contreras .

Debo señalar que este trabajo de investigación toca aspectos que ayudan a entender cómo fue la actividad minera, tales como los aspectos sociales y administrativos de los reales, el uso de las tecnologías, el debate en torno al poblamiento de las minas, los métodos de beneficiar el metal, la crisis demográfica aborigen; como también, en las diferentes opiniones que tenían los funcionarios sobre la suerte de los mitayos y del futuro mismo de la explotación minera.

Considero que este trabajo es un complemento al de Julián Ruiz Rivera. Si Ruiz Rivera tomó para su interpretación datos procedentes de fuentes fiscales para reconstruir el monto de maravedíes y así determinar el monto de marcos de plata producido y señalar de este modo los altibajos de la producción de plata, o de tomar visitas para hacer recuentos demográficos y llegar a la conclusión que la producción de plata dependía de la cantidad de mano de obra mitaya, en mi caso, he preferido un material que el profesor Juan Friede había llamado documentos menores, es decir, aquellos que hacen alusión a los pleitos por posesión entre dueños de minas, pleitos por sucesiones, inventarios de minas e ingenios, probanzas, pleitos entre funcionarios, o los informes sobre dueños de minas, mineros, funcionarios o mitayos. Son fuentes que no ofrecen datos cuantificables pero que, a mi entender, ofrece otros datos confiables ya que el ejercicio de interpretar depende enteramente de las múltiples lecturas que se le hace al documento.

El trabajo esta dividido en seis capítulos. El primero hace alusión al escenario donde se desarrollo la explotación. También trata sobre las vías de comunicación. Hace énfasis especial en la construcción del camino de Santa fe a Mariquita, que se inicia a mediados de la segunda mitad del siglo XVI, y su posterior continuidad; como también el papel que desempeñaron los mercaderes, pues, ayuda a entender la dinámica que tuvieron los reales frente al comercio.

El segundo y el tercero tratan aspectos que tienen que ver con los conflictos que se suscitaron con la posesión, registro y explotación de las minas, y que de algún modo influyó en la explotación minera. También hace alusión a los informes que presentaban los funcionarios, los dueños de minas, pero en especial lo que aconteció en las alcaldías mayores de Alonso de Orozco y Andrés Pérez de Pisa, y en particular éste último, ya que su gestión como se podrá apreciar fue cuestionada por funcionarios, dueños de minas y por la corona misma.

En los capítulos cuartos, quinto y sexto contempla aspectos como el de las técnicas, los métodos y la producción. Debo señalar que estos capítulos se soportan en buena parte en la obra de Bakawell sobre Zacatecas. Si retomo a este autor obedece a que los datos que hacen referencias a las técnicas y métodos en las fuentes documentales tienen una gran coincidencia con las empleadas en Zacatecas en Méjico.

También trato aspectos que tienen que ver con el desarrollo de la tecnología en el siglo XVI, de cómo los mineros asimilaban los cambios tecnológicos, o si ellos estaban al tanto de los adelantos tecnológicos de la época, lo cual sirvió para explicarnos que los volúmenes de extracción, como el rendimiento que daba la plata en bruto estaban asociadas también a los adelantos tecnológicos de la época.

Desafortunadamente los registros por real no se encuentran, como tampoco se encuentra cuál fue el método que más se impuso. Este problema no se pudo aclarar, pero, lo que sí está claro es que los dos métodos, el de función y amalgamación, además de que fueron tema de discusión entre los funcionarios y mineros de la época, se empleaban indistintamente.

En cuanto a la aplicación de las técnicas y métodos, la lectura de las fuentes indican que los mineros y beneficiadores estaban un poco atrasados respecto de los avances científico-técnicos de la época. Infortunadamente el Nuevo Reino de Granada no gozó de hombres de ciencia que dieran cuenta de cómo mejorar la producción minera como sí aconteció en otras latitudes. Por ejemplo, la historia de la ciencia ha señalado como inventor del “beneficio por patio” a Bartolomé Medina, quien vivió en la Nueva España. Su método lo probó en Zacatecas. Igual aconteció en el Perú con Alonso Barba quien en 1637 escribió una obra monumental para la historia de la minería titulada El arte de los metales.

A cambio de hombres que estuvieran al tanto de los conocimientos científicos y tecnológicos de la época, lo que sí se dio, como lo señalo en el capitulo IV, fueron funcionarios que pensaban en cómo reglamentar el funcionamiento de las minas. Es posible intuir en algunos funcionarios una actitud reglamentarista, en el sentido de querer establecerle leyes a cualquier problema. Tan así es que cada funcionario que visitaba los reales terminaba por pregonar sus propias ordenanzas. Esto puede tener varias explicaciones: una, que la situación social y económica de las minas era muy cambiante, obligando a los visitadores a repensar en las ordenanzas anteriores. Lo que conllevaría, según lo señalado, a deducir que efectivamente las ordenanzas eran un reflejo de lo que estaba aconteciendo en el medio. La otra posibilidad es considerar que el funcionario en un afán por justificar la visita, o porque no el de hacer valer su autoridad, le daba por reglamentar nuevas ordenanzas. Sean cuales fueren las pretensiones, antes de que se erigieran los reales de Santa Ana y Las Lajas, al trabajo en las minas se le aplicaron las ordenanzas de 1570, que tuvieron un carácter general para todo el Nuevo Reino de Granada. Luego vendrían las de Antonio González en 1593, la de Enríquez en 1609, las de Juan de Borja en 1612 y las de Gabriel de Carvajal en 1627, todas ellas tuvieron una aplicación particular.

Es necesario señalar que en 1719, definitivamente, se produce la suspensión de la mita y sólo hasta finales de la década de los 80’s, con José Celestino Mutis y Juan José D´Elhúyar se activan de nuevo las minas. Con las guerras de Independencia su explotación de nuevo caería en el abandono. Sólo hasta la segunda mitad del siglo XIX, con ingleses y alemanes, las minas volverían a ser reactivadas laboralmente, investigaciones que están a la espera de realizarse.

Finalmente, debo agradecer al departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del Tolima el tiempo necesario para realizar la investigación.

Sería insensato de mi parte desconocer la colaboración de los funcionarios del Archivo General de la Nación en Bogotá, con ellos tengo una deuda de gratitud.

Universidad del Tolima, septiembre del 2006

miércoles, julio 05, 2006

Luis Arturo Castaño Ocampo: hacedor de palabras

Armando Moreno Sandoval 
Hace un buen rato que Arturo Castaño, me abrió las puertas de su corazón. Alrededor de no sé cuántas largas charlas mañaneras y matinales, bebiendo café, fui descubriendo ese espíritu humano que hoy en día muchos han dejado de cultivar. No obstante, este espíritu humano tiene su explicación: Varias veces me han preguntado: ¿cómo es la manera de pensar del médico Castaño?, respondo: tiene un pensamiento moderno. 

Y si esta noche, me hiciera la misma pregunta no dudaría en dar la misma respuesta: es un hombre moderno. La pregunta no la respondo por capricho. Frank Safford el historiador norteamericano en su libro El Ideal de lo Práctico. El desafío de formar una élite técnica y empresarial en Colombia, describe en ese libro el arquetipo del hombre moderno. 

En el libro citado se describe cómo en una sociedad predominantemente premoderna y preindustrial, como lo fue la sociedad colombiana durante el siglo XIX y parte del siglo XX (aunque algunos sectores lo siguen siendo), hubo una élite económica, social y política que abogó por los cambios sociales y económicos. Esto es, una élite que abrió escuelas, modernizó la infraestructura del Estado, difundió los cambios y que orientó la educación hacia áreas técnicas y prácticas con el fin de abrirle espacio al desarrollo económico y estimular de este modo un espíritu empresarial. El fin era que la élite social y económica abandonara formas sociales hidalgas heredadas de la época colonial española. En sí lo que se perseguía era formar hacia el futuro una clase empresarial y dirigente digna de ser moderna tanto social como ideológicamente. 

Si hay alguien en Mariquita que encarna ese arquetipo de hombre moderno que nos habla Frank Safford es el médico Arturo Castaño. Les explicaré por qué: Sé de antemano que algunos presentes mejor que yo, saben y conocen, su vocación social y humana. De las largas charlas que he tenido con el médico Castaño, y como antropólogo que soy, de él puedo decir que encarna, como dije, una visión modernizadora de la vida social y económica. 

Combinando su profesión de médico con el de activista social al frente del movimiento caficultor que cuestionaba al Comité de Cafeteros del Norte del Tolima, indujo a llevar a cabo muchas tareas que hoy día están presentes y que aún siguen vigentes. Solo citaré dos: la primera, el de haber sido a finales de la década del 70 siglo XX el gestor e impulsor de las vías de comunicación en las veredas de los municipios cafeteros del norte del Tolima y, segunda, el de haber impulsado los programas de planificación familiar y que hoy en día casi el mundo entero tienen a Colombia como modelo. 

Existe un consenso que sin éstas dos estrategias, Colombia, pese a la Violencia que la agobia desde finales de la década de los 40 del siglo XX hasta nuestros días, difícilmente podría haber alcanzado –con todos los problemas que existen hoy día- los niveles de desarrollo que hoy tenemos. Estrategias que han sido y siguen siendo claves para el desarrollo económico y social: vías de comunicación y control de natalidad. 

Si el norte del Tolima, y en particular los mariquiteños, nos podemos jactar, para usar un verbo un poco vanidoso, de éste hombre que tanto aporte le ha hecho, y le sigue haciendo a su tierra, hay en él una faceta que recrea ese espíritu social y humano: la del hacedor de poemas y testimonios. 

Si como dije antes, como médico y como gestor social, su mirada ha sido modernizadora, su poesía y sus testimonios que he leído tampoco han escapado a las tendencias actuales que reclama la escritura. Todos ustedes saben que el mundo que empezó a pensarse a finales de las dos últimas décadas del siglo XX y que se está construyendo en este siglo XXI, así ustedes no lo perciban, es un mundo alejado de teorías ideologizantes y totalizadoras. 

Ese mundo a que estoy aludiendo está siendo expresando de múltiples formas: lo vemos en el arte (con las instalaciones, el performance); lo vemos en la moda con las tendencias que reclaman expresiones locales, bien sea en el vestir, en el hablar, en el peinado; en la religión y sus múltiples iglesias desafiando cualquier patrón de autoridad pero reconociendo a su Dios; lo vemos en la literatura con la poesía que se inicia con Pablo Neruda que al romper con las cadenas de la métrica dejan un verso suelto, libre de cualquier atadura. 

Sí el llamado de los filósofos postmodernos es el de construir un mundo más tolerante y abierto a las diferentes formas de pensar, este llamado, sin lugar a dudas, donde mejor se expresa es en la literatura. Esta mirada es la que uno encuentra en la obra poética y en la escritura testimonial de Arturo Castaño. La manera como recrea arquetipos universales a partir de vivencias personales es lo que hace que su literatura esté inscrita en los tiempos actuales. Quien lea el relato testimonial El Alcalde o El Puente puede apreciar en ellos un arquetipo que, si bien está presente en todas las culturas, en nuestra sociedad colombiana ha sido endémica: me refiero a la Violencia. En el relato El Alcalde lo que está allí expresado es el poder de Dios a través del sacerdote y el poder del Estado a través del alcalde para negar justicia. En el relato El Puente lo que se perciben son metáforas que entremezclándose a la manera de un collage emite múltiple voces clamando justicia. Lo que hace interesante la literatura de Arturo Castaño es precisamente ese universalismo de lo local a través de un arquetipo. En los dos ejemplos anteriores, en El Alcalde y en El Puente, como lo dije, el arquetipo es la Violencia. Ni que decir del relato La Barbera

En mi vida de asiduo lector de literatura colombiana solo he leído dos escritos que tienen como personaje central la navaja de afeitar, conocida como la barbera. Uno es el cuento de Edgar Téllez titulado Solo Espuma, donde el escenario es una barbería en la época de la violencia donde el barbero por diferencias políticas, afeitando a su contrincante político, tiene la oportunidad de saldar cuentas degollándolo. En el relato de La Barbera no es la mano ajena quien quita la vida, sino es el hombre dueño de su propio destino que, con su propia mano, decide quitarse la vida degollándose. 

Aunque en ambos escritos el protagonista es la barbera, lo que importa en el escrito de Castaño es el arquetipo del suicidio, presente también en todas las culturas. Pero si alguien quiere alejarse de los arquetipos basta con leer El Puma o Ensillemos. En El Puma a manera de un fresco onírico trastoca la realidad para hacérnosla metafóricamente creíble al introducir el brazo por la boca del puma para cogerlo por la cola; y en Ensillemos a la manera de los mejores relatos costumbristas que escribió José Manuel Marroquín, recrea y describe con el sustantivo y el adjetivo preciso ese mundo barroco que encierra el arriero con la bestia. 

Sin lugar a dudas es la fuerza, la precisión del adjetivo, del verbo, del sustantivo, y la manera como moldea la escritura lo que hace que la literatura de Arturo Castaño tenga un sello personal. Para corroborar lo dicho basta con leer Tormentas. Aunque aquí en este poema el arquetipo es la muerte, así la vida sea una metáfora es un llamado a vivirla. Veamos: 

Tormentas 

No se puede arrancar a la muerte ni siquiera una mueca de esperanza? O pasarle a la vida sórdida una cuenta de desilusión? Somos pues tan vanos que no resiste un desamor el corazón? navegamos insomnes sin abrigo sin brújulas, sin rumbos, Sin horizontes fijos somos barco que se hunde a pesar del timonel forjado al unísono en la esperanza del ayer. Ha sido acaso la marea tan bravía que hasta el azar nos ha negado el derecho a guiar la barcarola nuestra así sea hasta el fondo del desconocido mar? Pero no: somos brisa, viento y mar timonel herido, barcarola hundida azar maldito donde todo se nos puede arrebatar menos la ilusión de ser y el propósito de amar. 

Finalmente, lo que hace que alguien sea reconocido como escritor, o poeta, no es la vocación sino la practica del oficio. Una afirmación de su oficio son los 771 poemas que actualmente ha escrito. Estaremos a la espera, ojalá más temprano que tarde, de que salgan a luz pública para que sean leídos por las generaciones presentes y venideras. 

Muchas gracias, 

Mariquita, domingo, 2 de julio de 2006.

miércoles, mayo 03, 2006

Julia (1901) de Juan Esteban Caicedo: una novela que no asume riesgos

Leonardo Monroy Zuluaga (Integrante del Grupo de Investigación en Narrativa del Tolima) 

Si es verdad que, como lo afirma Libardo Vargas, Julia de Juan Esteban Caicedo es la primera novela del siglo XX en el Tolima, entonces el género nació en el departamento sin la pretensión de tomar verdaderos riegos estéticos y axiológicos que renovaran las prácticas culturales de la región. Haciendo una relectura de esta obra escrita hacia finales del siglo XIX, es fácilmente perceptible esta hipótesis. Podemos abordar la novela pensando en los niveles literarios y sociales con los que entra en diálogo. En el primero de los casos, Julia recurre a los modelos del romanticismo y los cuadros de costumbres muy en boga en la literatura colombiana de la época. Inicialmente se puede decir que la novela de Juan Esteban Caicedo repite algunos de los motivos recurrentes en el romanticismo alemán y francés. Por un lado existe una constante idealización de la mujer, en tanto su imagen es ligada a la virgen María: las descripciones que Néstor (protagonista de la novela) hace de Julia, profundizan en la construcción de una mujer pura, casta, entregada a sus oficios religiosos tanto como a una formación elemental, así como respetuosa de las normas morales tradicionales. Para no desentonar con esta imagen mariana de la mujer, el narrador de Julia completa el cuadro haciendo énfasis en la inocencia infantil encarnada en la niña Luz - hermana de Julia - y a la vez asociando esa candidez al carácter de Néstor. De esta forma, los personajes comienzan a moverse en una esfera idílica, en la que priman los buenos sentimientos y las mejores intenciones. La familia en esta atmósfera está totalmente unida alrededor de los principios morales provenientes del ideario de la iglesia católica y se vive un ambiente de amores mutuos incondicionales. Como en el romanticismo europeo -adoptado ya por Isaacs en María- la nostalgia del paraíso perdido permanece vigente y se materializa en la exposición de los elementos anteriormente anotados. Por eso no es gratuita la afirmación que Néstor, en un estilo formal le dice a su amada: "un millón de gracias señorita Julia [...] la bondad de usted es mucha: un edén sólo es digno ser habitado por usted y su hermanita, con sus padres". A estos trazos de algunas de las temáticas del romanticismo, se le suma en capítulos interiores de la obra, la adopción de la escritura propia de los cuadros de costumbres. El pintoresquismo se construye a partir de la narración de una corrida de toros y la celebración de las fiestas populares en torno a la época de navidad. Allí se confunden los músicos del pueblo con los compradores de reses que toman las mulas y "le abren la jeta para mirarle las muelas y calcular por el estado de ellas la edad que puede tener cada animal", las rifas, los juegos pirotécnicos, e incluso la impertinencia de un "yankee" (cap. XXVIII) que quiere participar del ambiente carnavalesco de la región. Siguiendo la línea de este tipo de escritura, la novela construye sus diálogos de tal manera que se revelan a través del parlamento de algunos de los personajes, algunas de sus particularidades lingüísticas. Los paisas que van de paso hacia Manizales - y que se detienen en Mariquita, sitio donde se desarrollan los acontecimientos - dicen de Julia: "!hijuel diablo! Es que no hay otra, ...¡por María Santísima!...¡hombre!"; la empleada de servicio, de raigambre campesina, afirma del chocolate: "No, señor. Cuatro maticas que tienen por ahí algunos como mi compadre Alejo y el maestro Ruperto y misia Teresa y puay otros"; y hasta el gringo expresa: "no, sengrite, este no es conmiga, mi es ciudadane inglish, no mariquiteñi, iuste no meterse conmiga, bicos mi quejarse su gobierna". El intento de diferenciación de las capas sociales -que en Julia se hace evidente - a través de los rasgos lingüísticos particulares era, para los cuadros de costumbres, la evidencia de la necesidad de entender, burdamente, dirán muchos, los cruces culturales que existían en la nación. Carlos José Reyes ha dicho que la "mezcla de estilos se da mucho entre los autores del siglo pasado (XIX), que buscan su propia identidad en una pugna constante entre su propia inspiración y el medio que los rodea, y las influencias de la literatura extranjera, especialmente la francesa y la española". Al recurrir a las fuentes románticas y de los cuadros de costumbres, Caicedo adopta esta lógica de imitaciones constantes, en la que no se toma ningún tipo de riesgos estilísticos y sistemáticamente se reiteran las mismas fórmulas de escritura que la preceden. En este sentido, en Julia se repiten motivos y formas ya utilizadas hasta la saciedad en la literatura de nuestro país hacia el siglo XIX. Tampoco se toman riesgos en el desarrollo y desenlace de las acciones: en una clara imitación de María, Néstor, el personaje principal de la novela de Juan Esteban Caicedo, debe partir a la guerra luego de recibir las bendiciones de sus suegros y la promesa de matrimonio de Julia; después de una temporada de combates en la Guerra de los Mil Días, Néstor regresa a donde su amada a la que finalmente encuentra muerta. Las vicisitudes de Efraín y María se reproducen casi fielmente en Néstor y Julia. Es evidente que el autor de Julia aprovechaba la popularidad de su antecesor más significativo - Jorge Isaacs - para asegurarse una reacción favorable del público. Pero en esta imitación extrema se cercena una de las grandes posibilidades de la literatura, que ya escritores como Jorge Luis Borges o Moreno Durán han sobredimensionado: la de aventurarse por los caminos de la imaginación y la invención. Enceguecido por la posibilidad de un triunfo inmediato, Caicedo copia casi fielmente la trama general de María y sin temor al señalamiento de la crítica -o incluso a una acusación de plagio- la adopta como suya propia. No se arriesga aquí Caicedo a imaginarse un programa narrativo para Néstor y Julia, diferente al de Efraín y María. Se podría argumentar que las razones por las que el personaje de la novela de Isaacs deja a su amada, son diferentes a las que expone Néstor. En el primero de los casos, Efraín realiza su viaje a Europa para formarse en la ciencia del viejo continente; en el segundo, Néstor debe decir adiós a su amor puro y definitivo, para combatir en la Guerra de los Mil Días. Pero inclusive en esta última razón de retirada se percibe que Juan Esteban Caicedo se está blindando ante el régimen de turno. En una sola página (153), el autor de Julia hace una verdadera apología a las ideas de la Regeneración. Por un lado el narrador afirma que "los hombres de ideas conservadoras se alzaron contra el gobierno para derrocar el orden o el desorden existente" (el subrayado es nuestro), y el personaje principal dice que "hay que servir a la buena causa, debe uno formar en las filas cuya bandera es Dios, Patria, Libertad y Orden". Las dos expresiones tan solo buscan reconciliar al autor y su obra con el régimen conservador que dominó desde entonces y por varias décadas en las visiones de mundo del país. Adhiriéndose a las voces que otorgaban las credenciales sociales, Caicedo no toma el riesgo de ser expulsado de los círculos literarios e intelectuales, e inclusive de ser perseguido políticamente. De esta forma Julia no plantea retos a las tradiciones literarias establecidas hacia la época, invoca un programa narrativo exitoso y lo copia casi al pie de la letra, y se adscribe incondicionalmente al modelo conservador imperante desde antes de la Guerra de los Mil Días. Para referirse a uno de los espíritus de la modernidad, Octavio Paz ha hablado de la "tradición de la ruptura"; Milán Kundera suma a esta categoría la posibilidad de que la novela sea un discurso en el que no se defienda una verdad - ni conservadora ni liberal - y se crea profundamente en la ambigüedad. A costa de no correr grandes riesgos, Julia de Juan Esteban Caicedo, la primera novela del siglo XX en el Tolima, no se inscribe en la tradición moderna y por lo tanto no pretende renovar los imaginarios propios de su sociedad: mientras en Europa ya despuntaban las vanguardias poéticas, y en Latinoamérica Rubén Darío y Silva le daban un nuevo aire a la poesía, Caicedo se aferraba aún a cánones tradicionales, en los que se revela más los temores que la posibilidad de la aventura estética. El siglo XX de la narrativa del Tolima nació en medio de la premodernidad.

jueves, marzo 30, 2006

Manuel Doroteo Carvajal: acuarelista y miniaturista

Manuel José Joaquín Rafael Doroteo Carvajal Marulanda, conocido como Manuel Doroteo Carvajal. Considerado por la critica como uno de los acuarelistas y miniaturistas más importantes del siglo XIX colombiano.

Esta acuarela que presentamos a nuestros lectores virtuales de Letrasenelojo sobre las minas de Santa Ana (Falán) es, entre otras, el legado que nos dejó Manuel Doroteo a su paso por Mariquita en enero de 1859.

Con la colaboración de Cristina LLeras Figueroa, curadora de Arte e Historia, presentamos esta sucinta biografía.


1819, 6 de febrero, nace en La Ceja, Antioquia.

1822 Se traslada con su familia a Bogotá.

1830 Realiza el primer dibujo de una rosa. "Sin corrección".

1831 Estudia con José Manuel Groot.

1835 El 12 de noviembre Timotea Carvajal Marulanda se casa con el General José María Obando.

1838 Pinta a la acuarela el retrato del General Obando en caza de venados. En mayo, Pedro Francisco Carvajal, su padre, es nombrado director de la Casa de Moneda de Popayán.

1840 7 de mayo. Mientras el General Obando está en prisión, Ramón y Manuel D. parten para las minas de Barbacoas (Nariño) a tratar de vender unos esclavos.

1841 El 25 de julio es destituído Pedro Francisco Carvajal de la dirección de la Casa de Moneda de Popayán. El 5 de septiembre José María Obando inicia su exilio por el Amazonas. Llegará a Trujillo en el Perú en 1° de febrero de 1842.

1842 Marzo: Pedro Francisco, Timotea y Manuel D. llegan a Callao.

1843 Febrero: La familia Carvajal llega a Quillota en Chile. 9 de marzo: muere en Bogotá Lucía Marulanda Londoño. 14 de octubre: muere en Quito Vicente Antonio Carvajal Marulanda. Manuel D. pinta los "Mártires del Escaño de Cartago".

1844 Marzo. Vive en La Serena, Chile. En compañía de la familia alquila una granja y abren un colegio de niñas donde Timotea y Manuel D. dictan clases.

1845 Viven en Coquimbo.

1846 En enero se trasladan a Lima. En esa ciudad muere Pedro Francisco Carvajal, el 23 de septiembre.

1847 Obando alquila la granja Vicentelo a donde se trasladan. Fundan un colegio de niñas en Lima.

1848 Julio: Manuel D. inicia su álbum.

1849 Obando regresa a Bogotá. Manuel D. quiere viajar a California atraído por la fiebre del oro.

1850 Obando regresa a Lima. El gobierno del Perú no lo acepta como
Encargado de Negocios de Colombia y la familia decide regresar a Colombia. En octubre se embarcan en el Callao, el 21 arriban a Buenaventura y el 12 de noviembre llegan a Cali.

1851 A principios de año, Timotea y Manuel llegan a Bogotá. Viven en el barrio Las Aguas. Manuel D. conoce a su sobrina Margarita Quijano con quien contraerá matrimonio. En marzo ingresa a trabajar como Fiel en la Casa de Moneda de Bogotá en reemplazo de su cuñado y futuro suegro Francisco Quijano.

1852 Realiza el retrato de Manuel María Quijano Carvajal. Serie de
litografías para el periódico El Eco de los Andes. Contrae matrimonio con su sobrina Margarita Quijano Carvajal.

1853 1° de abril. José María Obando toma posesión de la Presidencia de la República. Coloca en su despacho "La Virgen de La Paz" pintada por Manuel D.

1854 Realiza el retrato de Timotea Carvajal de Obando.

1855 Grabado de Luis Rubio.

1856 Da inicio a un nuevo cuaderno de apuntes, destruido por la guerrilla de Guasca en 1862.

1857 Serie de litografías sobre "Costumbres Neogranadinas". Es uno de los fundadores de la Sociedad San Vicente de Paúl.

1859 En enero viaja hasta las minas de Santa Ana en Mariquita. Publica Elementos de Jeometría aplicados al dibujo, obra dedicada a los jóvenes educandos de ambos sexos, a los aficionados del dibujo y a los artesanos.

1860 Ilustra una serie de fábulas de Samaniego.

1861 El 29 de abril muere el General José María Obando en cercanías de Subachoque.

1862 El 4 de febrero la guerrilla de Guasca se toma la Casa de Moneda y destruye el estudio de Manuel D. El 25 de febrero pinta desde el tejado de su casa en el barrio Las Aguas el incendio del Convento de San Agustín como consecuencia del ataque del General Leonardo Canal. En agosto es nombrado Presidente de la Sociedad San Vicente de Paul. En diciembre viaja hasta Honda.

1866 Toma de nuevo posesión como Fiel en la Casa de Moneda. Litografías para el periódico El Iris. Colabora con La Alianza, periódico de los artesanos. Fue nombrado Vicepresidente de la Sociedad de Artes y Oficios.

1868 Participa en el Bazar de los Pobres organizado por la Sociedad San Vicente.

1870 Es nombrado uno de los administradores de la Caja de Ahorros de Bogotá.

1871 El 16 de julio muere su hermano Ramón Carvajal Marulanda. Obtiene medalla de plata en la Exposición de Pintura donde participa con un cuadro de costumbres y tres obras religiosas.

1872 El 23 de julio fallece en Bogotá de muerte natural.

jueves, febrero 16, 2006

"Se trata de una provocación consciente y planificada de un periódico danés de derechas": Günter Grass

Günter Grass (Gdansk, 1927), que ganó el premio Nobel de Literatura en 1999, conoció muy pronto el poder de la intolerancia, cuando apareció El tambor de hojalata, que pronto cumplirá el medio siglo. Entre sus últimos libros, Un largo cuento y Mi siglo

Juan Cruz El Pais ¿Le sorprendió que la aparición de los dibujos desatara esta polémica? 
Sí y no. Todos sabemos que hay una ley, escrita y no escrita, en virtud de la cual no se puede representar en el mundo islámico ni a Alá ni a su profeta Mahoma. Se trata de una provocación consciente y planificada de un periódico danés de derechas. Convocaron un concurso de caricaturistas; algunos se negaron a participar alegando que la representación gráfica de Mahoma es tabú. Consultaron a un especialista danés en islamismo y éste les puso en guardia. Siguieron porque son radicales de la derecha y xenófobos. 

¿Y le sorprendieron las reacciones violentas? 
Vivimos en una época en la que una reacción violenta sigue a la otra. La primera ha sido una acción de Occidente, que ha invadido Irak. Hoy sabemos que esa invasión violó el derecho internacional; la guerra se alimentó con argumentos fundamentalistas por parte de Bush, que ha dicho que en esta contienda luchaban el Mal y el Bien. De lo que se trata es de una respuesta fundamentalista a una acción fundamentalista. Y no se trata aquí de una controversia entre dos culturas, sino de una controversia entre una no cultura contra una no cultura.

¿Qué hacer? ¿Autocensurarse? 
Occidente lleva esta discusión con autocomplacencia sobre la base de que gozamos de libertad de prensa. Pero él que no se engaña sabe que los periódicos viven de los anuncios, y que para hacerlos se toman en consideración lo que mandan ciertos poderes económicos. La prensa forma parte de enormes grupos que monopolizan la opinión pública. Hemos perdido el derecho de escudarnos en el derecho de libertad de opinión: no ha pasado mucho tiempo desde que hubo el delito de lesa majestad, y no debemos olvidar que hay sitios donde aún no hay separación entre Iglesia y Estado. ¿De dónde saca Occidente esa arrogancia para imponer lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer? Recomiendo a todo el mundo que eche un vistazo a los dibujos: recuerdan los de un famoso periódico alemán de los tiempos nazis, Der Strümer. Publicó caricaturas antisemitas del mismo estilo... No se puede invocar la libertad de expresión sin analizar cómo está ésta en Occidente. 

¿Es esta una expresión del choque de civilizaciones? 
Eso es lo que quieren los fundamentalistas de ambos lados. Deberíamos empezar a matizar. Hemos tenido la suerte de pasar el Renacimiento, el Siglo de las Luces, atravesando un proceso doloroso que nos ha dado una serie de libertades, que siguen estando amenazadas. El mundo islámico no ha pasado ese proceso, se encuentra en una etapa diferente de desarrollo. Y hay que respetarlo. 

¿El futuro será igual de explosivo? 
Me temo que sí. Las heridas son muy profundas ya, y no me refiero sólo a los países árabes, sino a los países pobres en general. Occidente no parece capaz de encontrar un camino para aceptar como socios en igualdad a esos países. Ha sido imposible crear para ellos las mismas condiciones que nos arrogamos para nosotros. En los setenta, Willy Brandt redactó, por encargo de la ONU, un informe sobre los problemas Norte/Sur y pronosticó los problemas que tenemos hoy. Este informe sigue teniendo validez.  
¿Ha vivido alguna experiencia de intolerancia? 
Yo he vivido cierta intolerancia como autor. Cuando publiqué El tambor de hojalata se iniciaron procesos contra el libro, acusado de blasfemia y pornografía, tanto en los países comunistas como en España y Portugal, donde estuvo prohibido. En Yemen, hace dos años, nos juntamos escritores occidentales y árabes para hablar de temas literarios, el erotismo entre ellos. Para los árabes era inusual, pero al fin se consiguió que debatiéramos. Se puede hablar de todo, incluso de temas muy conflictivos, siempre que uno aporte la tolerancia que espera el otro, a pesar de que el otro tenga una noción de la cultura dictada por sus propios tabúes.

jueves, febrero 09, 2006

"Lo que pasó con Salman Rushdie fue una señal", José Saramago


El premio Nobel portugués José Saramago, expresa su opinión acerca del debate generado tras la publicación en Dinamarca de las caricaturas de Mahoma que han desatado una ola de violencia y otras reacciones en el mundo islámico. Saramago fue atacado en su país y en otros países católicos cuando publicó, en 1991, El Evangelio según Jesucristo, (aun no lo ha leído, bueno leerlo) acusado de ser blasfemo con los dogmas católicos.

José Saramago (Azinhaga, 1922) ganó el premio Nobel de Literatura en 1998; reside en Lanzarote, desde donde viaja por todo el mundo. Su novela El Evangelio según Jesucristo causó una enorme polémica en su país y en otros países católicos, e indirectamente causó entonces su marcha de Portugal. Su última novela es Las intermitencias de la muerte.

Juan Cruz
El Pais

1. ¿Le sorprendió que la aparición de los dibujos desatara esta polémica?
Los dibujos se publicaron en septiembre, y estamos en febrero. Ahora surgen de súbito, como si hubieran aparecido ayer. El conflicto lleva mucho tiempo calentándose. Lo que me sorprendió es que algo tan viejo estallara como una bomba ahora por algo que apareció en septiembre. Por otra parte, la reacción tampoco es novedosa. Lo hemos vivido en los siglos XV o XVI, fuimos igual de intolerantes, quemamos a los que pensaban distinto, no hemos sido tan diferentes.

2.¿Y le sorprendieron las reacciones violentas?
En algunos momentos he temido lo peor. Vivimos en Estados laicos, en los que el margen de libertad es amplísimo, y a veces pensamos que todo el mundo se alimenta de lo mismo, y no es así. Pero conociendo lo que es el islam, y sobre todo la situación internacional, las reacciones no me han sorprendido. Que algunas manifestaciones hayan sido organizadas no tiene por qué maravillarnos, porque ya se sabe lo fácil que es. Y tampoco me ha sorprendido la violencia con que se han producido. Lo que sí me pilló desprevenido es la irresponsabilidad del autor o de los autores de esos dibujos. Algunos opinan que la libertad de expresión es un derecho absoluto, el único derecho absoluto que existe, mientras que todos los demás son relativos. La cruda realidad impone límites. Imaginemos que el dibujante danés, en lugar de hacer una viñeta ridiculizando a Mahoma, dibuja una diciendo que el director del periódico es un imbécil. Sería muy valiente, pero al día siguiente probablemente estaría en la calle.


3. ¿Qué hacer? ¿Autocensurarse?
No se trataría de autocensurarse, sino de usar el sentido común. En una situación como la que vivimos, y conociendo la susceptibilidad que hay en torno a estos temas, el sentido común nos dictaría qué hacer. Alguien verdaderamente responsable que tuviera constancia de que una viñeta puede ser como echar gasolina al fuego la guardaría para mejor ocasión.

4. ¿Es esta una expresión del choque de civilizaciones?
El choque está ahí, y siempre ocurre cuando la Verdad se encuentra condensada en un libro. Ocurrió con la Biblia, que ha sido usada como un arma, pasó no hace mucho con el Libro Rojo de Mao, pasó con Mein Kampf de Hitler, pasa con el Corán..., y los uso como ejemplo de lo que ocurre cuando se limitan las verdades plurales, cuando se expresa que hay un Dios y que todo lo contrario niega la existencia de ese Dios... Matar en nombre de Dios es hacer de Dios un asesino... ¿Habrá conciliación? Presupone una enseñanza que eduque en el respeto de las creencias del otro; y aunque esto se hiciera sería obra de una generación, y no tenemos mucho tiempo. Si no se inventa un modo de llegar a un pacto de no agresión entre las religiones, tampoco se podrá llegar a esa alianza de civilizaciones de la que se habla. ¿Quién firmará el pacto? No veo al Papa y a otros representantes de otras confesiones cristianas teniendo delante de la mesa a representantes del islam.

5. ¿El futuro será igual de explosivo?
Ambas civilizaciones han vivido pocos momentos de paz; no veo cómo se remediará ahora la lucha que está latente; acaso cuando la tolerancia se instale como algo casi natural. Ahora sabemos que en Irak los profesores más abiertos han sido expulsados de la Universidad o están en la cárcel... Es urgente educar para la tolerancia. Tenemos un problema ahora.

6. ¿Ha vivido alguna experiencia de intolerancia?
En mi caso, mi choque con la intolerancia [el rechazo católico a El Evangelio según Jesucristo] no puso nunca mi vida en riesgo. Fue una decisión estúpida del ministro de Cultura de mi país. Luego ocurrió algo mucho más serio, que fue lo que pasó con Rushdie. Con la distancia que nos da el tiempo podemos decir que aquella fue una señal.