Una obra que se había
presupuestado inicialmente por 16 mil millones de pesos terminó costándole al
bolsillo de los contribuyentes colombianos la bobadita de 26 mil millones. La
abultada cifra, y con razón, ha asustado a los hondanos. Una gran mayoría teme que el escandaloso caso
de los Nule en Bogotá llegue también a Honda.
Que los hondanos
tengan dudas y sospechas es lo mínimo que se les podría pedir. Con un Estado
como el colombiano que quien roba una gallina está en la cárcel, mientras los
ladrones de cuello blanco que asaltan a diario el dinero de los contribuyentes
negocian sus penas, todo se puede esperar.
Camilo Torres el
ingeniero que trabaja para el Consorcio Control Presas Honda ha dicho tajantemente
que la empresa no tiene nada que ver con los Nule. Que lo que existe es una
mala información y, a decir del ingeniero, lo que sí existe es personal que alguna
vez trabajó con los Nule. Cree él que el
comentario de vincularla con los Nule tal vez puede venir por aquello que la
empresa que ganó la licitación, Consorcio JPG SA, tiene su sede matriz en
Barranquilla, pero de que sea de los Nule no es cierto.
A los hondanos también
les molesta que la mano de obra no sea de la región. El decir en la calle, o en
los cafés, es que casi todo el personal fue traído de afuera. Se pregunta la
gente cómo es posible que habiendo tanto desempleo no se hubiese tenido en
cuenta a los hondanos y a la región. Aunque lo dicho pareciera ser cierto, la
empresa tiene una respuesta más que tajante aclaratoria.
El ingeniero Torres
aduce que la empresa lo que trajo fue el personal técnico que carecía la
región. Ya que la empresa lo que le interesa es que la obra esté monitoreada
por gente con suficientes conocimientos técnicos y no, como suele suceder a
veces, que individuos sin tener el perfil profesional adecuado abordan obras
que no son de su conocimiento.
Para empezar, el
ingeniero Torres aclara que lo que se va a construir por el río Gualí desde La
Piragua hasta su desembocadura en el Magdalena no son presas, sino muros. Cuando
se le pregunta que aclare la diferencia entre presas y muros, responde que
cuando se trata de presas es porque se va a contener o a controlar algo. Pero
como en este caso no se va hacer lo uno, ni lo otro, lo que se va a construir
son muros cuya función es regular las crecientes del río Gualí. Así de simple.
En todo caso, más allá
de que el proyecto inicial fuera retocado y que se le haya tenido que adicionar
10 mil millones pesos, lo que los hondanos podrán ver a finales del 2013 es que
el cauce del Gualí va a estar atravesado por 7 muros que, incluso, ni siquiera
se podrán ver. Y no es un muro cualquiera. En algunos tramos del río el muro
atravesado podrá tener de largo entre 60 y 100 metros, de ancho unos 8 metros y
de profundidad entre 5 y 8 metros.
Otro dato que tendrá
que alegrar a los hondanos y a Colombia entera es que la Plaza de Mercado va a
tener un muro más largo de lo que inicialmente se había contemplado.
Con estos argumentos
que da la empresa el hondano podría pensar que por fin el eterno problema del
río Gualí va a tener solución. Pero el ingeniero Torres advierte que la tal
alegría podría ser pasajera.
Los argumentos que
señala el ingeniero es que el río Gualí es un río caprichoso. Es un río con
unas características especiales como, por ejemplo, que por venir en pendiente,
en épocas de alta pluviosidad desarrolla velocidades que va a arrasando con
todo lo que encuentra a su paso, amén de la erosión que ocasiona a lo largo y
ancho del río.
Con esta información
técnica el lector común y corriente puede llegar a la conclusión que eso fue lo
que pasó exactamente en la avalancha del río del 6 de noviembre de 2010, y las
que las ha venido sucediendo posteriormente cada vez que hay torrenciales
aguaceros. Estas circunstancias obligan a pensar que lo que se va a hacer en el
presente tiene que ser monitoreado hacia el futuro. Pues para proteger a Honda
se necesitaría unos 40 muros más y otro tanto de muros laterales.
En todo caso, así sea
con demora, la obra ya está andando. Y como dice el adagio popular que “pueblo
chiquito, infierno grande”, el rumor y el chisme no han de parar.
A los comentarios de
que algunos funcionarios del municipio estén cobrando “coima” el ingeniero de
la empresa suelta una risotada. Dice que no hay porque hacerlo si todo está
sobre la mesa. “Todo está limpio”, dice.
Incluso cuenta que el
procurador les hizo una visita y vio que todo estaba bien soportado.
Transparencia que está soportado con las innumerables socializaciones que le
hicieron al proyecto.
Ante la queja por
salarios, señala el ingeniero que la empresa no puede escapar a uno que otro
inconveniente. Pero que se le les adeude un peso a algún empleado o que se le
pague incumplidamente eso no está entre la política de la empresa. Reconoce que
si existe una crítica sería por la forma de pago que no es quincenal, sino
mensual. No obstante, señala que ello se hace por cuestiones de eficiencia
administrativa.
El ingeniero lamenta
que el pasado periodo de sequía se haya desperdiciado. Removió cielo y tierra
para que las obras dieran inicio pero fue imposible. Dice haber llorado en
silencio, pero pudo más la paquidermia y las trabas burocráticas del Estado que
la angustia de los hondanos de ver cómo el río Gualí podría arrebatarle su
pueblo.