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miércoles, septiembre 22, 2010

El túnel de Cocoló, una propuesta vial para el desarrollo regional

Honda-Bogotá: a vuelo de Colibrí

El Puente, Honda, año 12, no 131, agosto 2010

Armando Moreno

La Ruta del Sol que va a unir a Bogotá con la Costa Atlántica será la columna vertebral que irá a desarrollar las regiones que van a quedar al lado y lado de dicha autopista. Tan así que ya está generando muchos proyectos alternativos como la autopista Caparrapí-Dindal. Gestión como esta por parte de sectores políticos y empresariales es la que no se ve en el norte del Tolima.

Por ejemplo, en Honda, algunos politiquillos sin ideas —y ciudadanos que se unen al coro— han visto la Ruta del Sol como si esta la fuera el apocalipsis. Con argumentos miserables se han atrevido a sugerir que si esta autopista se hace Honda se muere. No obstante, estos individuos no se han puesto a pensar que la Ruta del Sol es la oportunidad que tiene el norte del Tolima y el suroriente de Caldas para desarrollar sus regiones.

Jaime Vanegas Cantor, un ingeniero forestal que conoce con propiedad la región del norte del Tolima, ha señalado que ahora que se tiene a un hombre nacido en Manizales como es el ingeniero civil Germán Cardona —actual ministro de Vías y Transportes— valdría la pena que alcaldes, empresarios y fuerzas sociales, desempolvaran un viejo proyecto de los años 70 del siglo XX que consistía en unir a Cundinamarca con el norte del Tolima y el suroriente de Caldas, incluida Manizales. La propuesta en ese entonces era hacer una carretera con un túnel bajo el cerro de Cocoló —actual vereda de Guaduas (Cundinamarca) —.

Con la Ruta del Sol ya en ejecución, ha llegado la hora que políticos y empresarios en vez de llorar pongan de nuevo sobre el tapete el proyecto del túnel de Cocoló al gobierno nacional. En términos prácticos, si se llegará a concretar el túnel de Cocoló, este tramo uniría el peaje del Bicentenario —que queda entre Honda y Guaduas— con Guaduero que está en la Ruta del Sol. Este tramo que tiene una distancia aproximada de unos 14 kilómetros —y si se llegara a hacer el túnel que tendría aproximadamente 5 kilómetros— los beneficios de desarrollo regional serían inconmensurables. Veamos.

En beneficios de tiempos el trayecto Bogotá-Manizales se haría en 4 horas y media. Y los de Bogotá-Mariquita, o, Bogotá-Honda se haría aproximadamente entre 3 y 2 horas y media. Pero lo interesante de este proyecto es que además de Honda y Mariquita, entrarían a beneficiarse no sólo los municipios del norte del Tolima como Falán, Palocabildo, Villahermosa, Fresno, sino también los del suroriente de Caldas como Victoria, Manzanares, Pensilvania. Estos municipios del suroriente de Caldas se beneficiarían siempre y cuando se comience a jalonar la rectificación y pavimentación de la carretera Victoria-Mariquita. Un viejo proyecto que la pobreza mental de los alcaldes de turno del norte del Tolima han sido incapaces de gestionar. El problema con estos alcaldes de bajo perfil es que no tienen la menor idea qué significa el concepto de desarrollo.

Si el tiempo en recorrer los tramos es un punto a favor para echar a andar el túnel de Cocoló, ni se diga de los beneficios de carácter agroindustrial. Para nadie es un secreto que la región del norte del Tolima hace parte de la despensa agrícola de la capital del país. Pues de aquí se llevan hacia la capital frutas, panela, aguacates, plátanos, hortalizas, huevos, carnes de pollo y res, y un largo etcétera de nunca acabar. Con este proyecto además de repotenciarse el sector agropecuario atacaríamos el desempleo galopante que se está presentando en el sector rural, y de paso estaríamos contribuyendo a bajar los índices de delincuencia y matonería que se están dando porque la gente no encuentra fuentes de empleos.

Aunque la Ruta del Sol va a cumplir un papel estelar en la parte turística, pues muchos empresarios están ya pensando en promover el turismo cachaco y costeño, al norte del Tolima no le queda otra alternativa que pensar en cómo jalonar el turismo regional. Es muy posible que si las autoridades políticas y los empresarios hoteleros no se pellizcan en jalonar proyectos como el túnel de Cocoló el turismo en la región se vaya a pique. Pues sin el túnel de Cocoló, la Ruta del Sol será inalcanzable. La región quedaría aislada y consigo las consecuencias serían irreparables.

Pero con el túnel de Cocoló y la carretera Mariquita-Victoria la industria del turismo se incrementaría. Pues no solo se estaría pensando en el turismo de Bogotá, sino en toda la población del suroriente de Caldas ya que ellos por vivir en climas templados y fríos no piensan en Bogotá, sino en donde encontrar poblaciones con días bochornosos y calurosos. Y por qué no en pensar en traer costeños, pues ellos también sueñan con conocer el interior del país.

Pero las consecuencias de que de pronto la industria hotelera y turística se venga a pique solo podría remediarse si logramos conectar la región a la Ruta del Sol. Y para ello solo hay una alternativa que las fuerzas sociales, políticas y empresariales se unan en una sola voz y comiencen a gestionar la construcción del túnel de Cocoló.

Posdata: muchos hondanos se quejan de que su municipio se está quedando rezagado. Personalmente me niego a creer que ello es así. Honda tiene un potencial que pocos municipios de norte del Tolima lo tienen. El problema es que quienes están al frente de los destinos del municipio no saben cómo darle un agregado comercial y cultural a lo que tienen. Hace rato que los hondanos no eligen gente idónea. Van y votan pero no saben por quién. Claro está que Mariquita no se queda atrás.

Cómo desarrollar la industria hotelera

Editorial
El Puente, Honda.
Hace varios meses decíamos en este mismo espacio, refiriéndonos a la industria cultural, la necesidad de que las alcaldías impulsaran este sector. Lo decíamos con ocasión del Bicentenario de Mutis. De ese entonces acá no ha pasado nada. La conclusión a que se puede llegar es que quienes llegan a la alcaldía, o no entienden de esto, o a quienes colocan en esas oficinas que llaman turismo y cultura no tienen idea para qué es ese cargo.

Los alcaldes no entienden que la industria cultural está amarrada a la industria hotelera y que ambas van cogidas de la mano. Pero en el norte del Tolima estas dos industrias van separadas, no dialogan. Este divorcio sucede porque si bien existe una oferta hotelera no existe una industria cultural. Y lo peor de todo es que las alcaldías se hacen las de la vista gorda.

Tan así que quienes sienten la necesidad de hacer turismo a clima caliente lo único que encuentran es una oferta hotelera solitaria y sin ningún aliciente cultural. Triste recordarle otra vez a los alcaldes y concejales que en vez de estar ladrándole a la luna todo el tiempo con proyectos que solo están en la mente de ellos, porque no se pellizcan y tratan de nombrar en esos cargos administrativos de turismo y cultura gente idónea y capaz para desarrollar este renglón.

No basta que se hagan reuniones con hoteleros para reactivar este sector, como las que se suceden en Honda, sino que es necesario que quien lidere esas reuniones sea gente que conozca del oficio.

Es tan lucrativa la industria hotelera y cultural que países industrializados como Estados Unidos, Inglaterra y Francia más del 50% del Producto Interno Bruto proviene de estas dos industrias que llaman sin chimenea.

Un buen ejemplo de cómo la industria cultural sirve para dinamizar varios sectores de la economía es el evento del Mangostino de Oro que en el mes de agosto se realiza en Mariquita. Lo interesante de este acto cultural es cómo se le ha venido dando un valor agregado. Pues sin este valor agregado sería imposible que alrededor de este evento se beneficien varios sectores de la economía y de la sociedad como son la industria hotelera, el comercio organizado y por qué no el informal.

Este evento del Mangostino de Oro y la manera como dinamiza la economía de la región en tres días, es el referente que deberían tomar los diversos sectores de la sociedad para jalonar una industria cultural y hotelera. El norte del Tolima a lo largo del año tiene varios eventos que permitiría pensar en cómo dinamizar la región como, por ejemplo, las fiestas religiosas.

En el norte del Tolima están las del Señor de la Salud en Guayabal, la del Señor de la Ermita en Mariquita, la de Santa Lucia en Ambalema o la de la Virgen de Coloya en Lérida. Fiestas religiosas que servirían para fortalecer no solo la fe, sino también el renglón turístico y hotelero ya que ambos ayudarían a dinamizar la economía de la región y de sus respectivos municipios.

No basta que los hoteleros se quejen de que les estén yendo mal. El problema radica que solo piensan en los puentes festivos y así no se puede. Lo otro es que los hoteleros ven la industria cultural como algo ajeno a ellos. La cuestión es trabajar mancomunadamente con el fin de tratar y trazar políticas comunes. Pero lo dicho solo será intenciones si desde las alcaldías no se hacen las gestiones pertinentes.

No obstante, existen esfuerzos, como el de la Secretaria de Turismo, Industria y Comercio del Tolima que ha logrado establecer tres rutas turísticas para el norte del Tolima. Ellas son la Mutís, la del Río Magdalena y la del Parque de los Nevados. Son tres rutas que están por explotarse y desarrollarse, e inclusive replantearse porque en una de ellas —la de la Ruta Mutís— deja por fuera a Falán.

Son tres rutas que bien podrían convertirse en tres anillos turísticos como alguna vez las pensó y las diseñó el ya olvidado hondano José Suárez. Si se quiere dinamizar el sector hotelero, turístico y cultural, es necesario que las alcaldías convoquen o gestionen propuestas. Incluso el sector privado va a tener que empezar a comprender que para salir adelante no necesariamente tiene que dar el primer paso el gobierno departamental o municipal, sino que también las iniciativas pueden venir de lo privado.

Y, un buen ejemplo de cómo el sector privado mancomunadamente con el sector público puede hacer grandes eventos es el Mangostino de Oro.