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lunes, agosto 22, 2005

El "Palomo" Aguirre

Armando Moreno Sandoval

En el año 2004 la Biblioteca Libanense de Cultura le publicó al historiador Eduardo Santa, uno de los intelectuales más connotado del Tolima y de El Líbano, Crónica de un Bandido Legendario. La obra está basada en el bandolero más recordado que se tenga en el Tolima: el mariquiteño Reinaldo Aguirre Palomo. Llamado por quienes lo recuerdan, o conocieron, con el apodo de El “Palomo” Aguirre o Robin Hood Mariquiteño.

Desde que el diario El Tiempo, en su edición dominical del 25 de febrero de 1940 reseñara en primera página el suicidio, las versiones sobre su vida bien sean escritas o orales no han parado de césar. Pese a que sus testigos en primera persona afirmando categóricamente “yo lo vi”, aunque no muchos, quedan pocos.

Entre las versiones dignas de recordar están las coplas que días después de su muerte compusiera el gallero, poeta y tahúr “Centavillo”. Aunque no existe una versión escrita que de cuenta de su existencia, por fortuna en la memoria de uno de los hombres de mayor edad en Mariquita, el nonagenario Ismael Perdomo Perdomo, aun se conserva. Quien escribe este artículo tuvo la dicha de grabarla.

En 1963 el poeta y abogado ibaguereño Ernesto Polanco Urueña, para honrar la memoria de su contemporáneo El “Palomo”Aguirre, publica en su libro 7 Noches el poema titulado “Romance de Reynaldo Aguirre Palomo” bellamente ilustrado por el pintor tolimense Jorge Elías Triana y que aun se conserva en el estante de literatura de la Biblioteca Darío Echandía. Poesía que años después fue incluida por el expolítico Alberto Sanfofimio Botero en su antología Poetas Tolimenses.

En la misma década del sesenta, sin precisar el año, la emisora hondana La voz de Honda retomando un guión que escribió el antioqueño Otilio Sanin Restrepo, llevaba al aire una radiotelenovela sobre la vida del “Palomo”. Aunque no existe testimonio escrito que de fe de lo acontecido aun la memoria popular la recuerda.

Otro de los recuerdos que con más ahínco evoca la tradición oral son los últimos nueve minutos de la vida de Reinaldo Aguirre Palomo. Es la escena que, como en una película de gángsters, decide quitarse la vida. Atribulado por la vorágine de su vida, el sábado 24 de febrero de 1940 siendo las 7 y 23 de la noche, como un fantasma arreando sus penas se apareció en la casa del ganadero Gregorio Fajardo. Ya sentado en la poltrona ubicada en la esquina de la sala, quebrantando el silencio después del saludo y mirándolo lelamente a los ojos, y con una voz seca anunciando el fin del mundo dijo: — “Estoy muy aburrido. No quiero vivir más. Ya es bastante. Le comunico que he resuelto suicidarme” —. Con estas frases quería ponerle punto final a su vida.

Acto seguido bebió una pócima de cianuro y, en un abrir y cerrar de ojos, la detonación de un revólver calibre 38 sacudía la tranquilidad de la aldeana Mariquita. Eran las 7 y 32 de la noche. Reinaldo Aguirre Palomo había complementado su suicidio dándose un balazo dentro de la boca. Tenía treinta y un años.

Con un prontuario delincuencial de por lo menos 10 años y, sea lo que haya sido, cuatrero, ladrón, asaltador de vagonetas del cable aéreo, o, bandolero como suele llamarlo la tradición oral del norte del Tolima, lo cierto es que el recuerdo que más se impone es el de un individuo que robaba para repartir el botín entre los pobres.

El historiador inglés Eric Hobsbawm, quien es el investigador más importante en la actualidad sobre bandidos, considera que este tipo de personajes y de actuaciones encajan en una categoría llamada bandido social. Es decir, que estando por fuera de la ley hace el bien.

Independiente de los odios o amores que pueda generar, pienso que El “Palomo” Aguirre de Eduardo Santa no es más que la evocación de un personaje que se pasea todavía por los rincones del Tolima y de Colombia: un mito que se niega a desaparecer de la faz de la tierra.

jueves, agosto 04, 2005

Iglesia y plaza


Mariquita, vista de la Ia Iglesia San Sebastián y la Plaza Mayor.  Posted by Picasa

Mariquita, polémica historiográfica

Mariquita: historia, escritura y fundación
Una lectura crítica a la escritura que dieron origen a la fecha de su fundación


Armando Moreno Sandoval

Como se sabe, existe la creencia de que la fundación de Mariquita fue el 28 de agosto de 1551. Esta fecha, sin embargo, es muy dudosa. La cuestión es que entre los diversos autores no hay una coincidencia en la fecha señalada.

Ahora bien. Lo que me propongo demostrar es cómo un tema como el de la fundación de Mariquita, el municipio que queda al norte del departamento del Tolima, y que las autoridades municipales celebran cada 28 de agosto, se presta para hacer nuevas interpretaciones a partir de los mismos escritos que dieron origen a dicha celebración.

Para empezar debo decir que casi todas las fuentes escritas que nos legaron los cronistas como fray Pedro de Simón, fray Pedro de Aguado, Juan de Castellanos y Lucas Fernández de Piedrahita, etc. a partir de la crítica textual ha dado interpretaciones interesantísimas para repensar nuestra historia. Pues esta lectura que se hace a través de la critica textual, eufemismo para decir “leer con sana desconfianza”, según el profesor Felix Bolaños de la Universidad de la Florida, nos lleva por un camino muy apasionante cual es el de entender el texto a partir de la mentalidad de la época.

Supuestamente, cada 28 de agosto Mariquita esta de cumpleaños. Es el día y mes que generaciones recientes la han venido aceptando sin ningún reparo. Igual acontece con el año de 1551. Sin embargo los documentos que reposan en varios fondos de la sección colonia del Archivo General de la Nación en Bogotá ponen en duda esta fecha. Tampoco los cronistas son unánimes a la hora de definirla. Por ejemplo, en Noticias Historiales, la obra de fray Pedro de Simón, existe un océano de confusión. Si bien Simón escribió su obra en el transcurso de los primeros veinticinco años del siglo XVII, en el manuscrito original, y que actualmente reposa en la sección de libros Raros y Curiosos de la Biblioteca Nacional, el dato original acerca de la fundación se encuentra tachado. Quien le haya metido la mano al manuscrito, fue una persona que tenía la convicción de que la fecha era el 28 de agosto. Fue Simón quien corrigió el manuscrito? No lo sabemos. El profesor Juan Friede quien transcribió íntegramente el manuscrito señala que esta enmienda fue muy posterior a la escritura del documento. Es más los caracteres de la escritura no concuerdan con los de Simón. Pero el problema no está en la corrección. Lo más grave es que el manchón de tinta negra impide leer con claridad la fecha que escribió Simón.

En cuanto a otros cronistas de la colonia, ya sean Juan de Castellanos, Lucas Fernández de Piedrahita o Pedro de Aguado lo curioso es que no hay coincidencia con la fecha. Lo anterior tiene una explicación: ninguno consultó archivos. Y no había razón para ello, pues los hechos habían sido tan recientes que con la historia oral bastaba. Incluso algunos estudiosos cuestionan la manera como los cronistas se informaron para escribir sus obras. Señalan que a cambio de observadores directos lo que más utilizaron fueron informantes ajenos a los acontecimientos de la época. Seguramente el haberse valido de terceras personas fue lo que los conllevó a carecer de una fecha unánime. La coincidencia esta en su fundador. Nadie pone en duda el nombre de Francisco Núñez Pedroso.

Frente a la confusión señalada, los documentos de archivo son una buena fuente de información para aclarar la polémica. Los manuscritos que se conservan en los fondos Cabildos y Civiles del Archivo General de la Nación en Bogotá, señalan que a Francisco Núñez Pedroso le concedieron dos capitulaciones para que fuera a conquistar y a pacificar los territorios comprendidos entre los ríos Cauca y Magdalena.

La primera capitulación que data del año de 1549 y cuya información se haya en el fondo Cabildos, coincide con Pedro de Aguado al señalar que Núñez Pedroso había fundado una ciudad. De esta primera confrontación entre fuentes de archivos y Aguado se deduce que la primera fundación de Mariquita ocurrió no precisamente en el norte del Tolima sino en algún sitio de la hoya del río San Bartolomé en Antioquia. Esta deducción se desprende del resumen del cuaderno original donde estaba consignada la historia de las distintas fundaciones que había tenido Mariquita

Hay que advertir que este cuaderno que data del año de 1699, es decir ciento cincuenta años después, tiene la particularidad de que el escribano que lo redactó tomó los datos del cuaderno original donde estaba la acta de fundación de la primera incursión que hiciera Núñez en 1549, y algunos otros de la historia reciente de Mariquita. Era un cuaderno de 32 folios y según el escribano que lo consultó dejó constancia de que estaba en mal estado. Qué hizo el escribano con el cuaderno original? No lo sabemos y creo que nunca lo sepamos, ya que las pesquisas exhaustivas que realice en los diferentes fondos del Archivo General de la Nación en Bogotá y en el Archivo General de Indias en Sevilla (España) me fue imposible hallarlo.

La segunda capitulación a Núñez Pedroso se la concedieron el 8 de agosto de 1551 y su información se encuentra en un manuscrito que se conserva en el fondo Civiles, del Archivo General de la Nación en Bogotá. En esta segunda incursión es cuando decide refundar la ciudad que en 1549 no había podido darle vida civil, política y religiosa. El documento contiene un aporte valiosísimo. Trae la memoria histórica de lo que había sido la ciudad de Mariquita en los primeros seis meses de vida. Al igual que la información que contiene el primer documento no da cuenta que la fecha sea el 28 de agosto de 1551, como tampoco coincide con las fechas de otros cronistas de la época.

Si nos atenemos a los autos que se conservan en el cuaderno de esta segunda capitulación y si hacemos la interpretación de lo que significaba en el siglo XVI crear una jurisdicción, repartir solares, crear ejidos, nombrar alcaldes, y concejales se concluye que la fundación de Mariquita no es la que han venido insistiendo desde hace unas décadas el pueblo, los educadores o a las autoridades civiles, políticas, religiosas y militares.

Para comprender el significado de los actos que se llevaban en el siglo XVI, es necesario comprender que la fundación no es simplemente, como muchos creen, una fecha. Si bien los cristianos españoles tenían en cuenta el número del día, mes y año, lo más importante era el día del santo. La fundación de una ciudad tenía ante todo una connotación simbólica y religiosa. Es por eso que al nombre de la ciudad se le anteponía el nombre del santo del día. Y es por ello que a Mariquita en los dos primeros siglos de vida civil, religiosa y política se le conoce con el nombre de San Sebastián de Mariquita.

Demarcada la jurisdicción de la ciudad el ritual terminaba con el acto de posesión del alcalde que contemplaba desde pasearse por el sitio donde supuestamente iba quedar la plaza principal hasta rozar, cavar y coger yerbas con las manos. Es precisamente en este último acto donde el alcalde envestido de poderes, es decir "con vara de justicia en mano", daba comienzo a la vida civil, política y religiosa de la ciudad.

Interesa señalar que en la segunda capitulación Núñez Pedroso realizó dos fundaciones. La primera el 8 de agosto de 1552 y la segunda, pocos meses después, el 8 de enero de 1553. Consultando el archivo de la catedral gótica de Barcelona, para cerciorarme cuáles eran los nombres de los santos que tenían los días en el siglo XVI, se concluye que el santo patrón de Mariquita, San Sebastián, no coincide con el santo del día de las dos fundaciones que hiciera Núñez a raíz de la capitulación de 1551.

Si tenemos en cuenta la tradición cristiana no queda duda que Francisco Núñez Pedroso más que pensar en el día de la fundación, estaba pensando en el santo del día: San Sebastián. Ahora bien. Si nos atenemos a la capitulación de 1549 y a los indicios que nos ofrecen los datos que el escribano tomó del cuaderno original, al igual que la información de fray Pedro de Aguado, se deduce que la fundación de Mariquita ocurrió el 20 de enero de 1549. Pues la tradición cristiana demuestra que el santo del día 20 enero es San Sebastián.

Lo único cierto es que el 28 de agosto de 1551 es una tradición que corresponde más a la invención popular que a la interpretación de los acontecimientos.